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TEORIAS ETICAS


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2013  •  2.500 Palabras (10 Páginas)  •  347 Visitas

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TEORIAS ETICAS

Heráclito:

En ética, Heráclito introdujo un nuevo énfasis social, manteniendo que la virtud consiste en la subordinación del individuo a las leyes de una armonía razonable y universal. Aunque su pensamiento estaba influido por la teología popular, atacó conceptos y ceremonias de la religión del pueblo de su tiempo. Solo, De la Naturaleza de las cosas, se puede atribuir a Heráclito.

Sócrates:

El objetivo de Sócrates era el de educar al hombre por medio de un continuo ejercicio en busca del bien que, en la ciudad, no podía ser otro que el bien colectivo, la justicia. Ese ejercicio tenía también un nombre, areté, la excelencia humana, la virtud.

La tradición griega había enseñado que los héroes eran aristoi, los mejores. Pero las excelentes cualidades que poseían se debían a su nacimiento, a dones especiales de los dioses. Esa areté era algo heredado. Con el nuevo cambio social que tiene lugar en el siglo V y con los valores de la democracia, se plantea el problema de si se puede aprender la virtud, como se aprende matemática.

Este planteamiento, en consonancia con el mundo de los sofistas, que enseñaban con la retórica a persuadir y convencer a los otros, modula en Sócrates una nueva moral. Una moral independiente de la tradición y que ha de construirse en función de la solidaridad y, sobre todo, de la racionalidad. La inteligencia, el buen sentido y la armonía de los deseos son las bases de esa «sabiduría ética», levantada desde la experiencia concreta de los hombres. Por ello, una virtud que tiene como fundamento la racionalidad puede, en consecuencia, enseñarse.

Platón:

La ética platónica mantiene una estrecha relación con su visión antropológica y metafísica. Alma y cuerpo constituyen dos elementos no sólo distintos, sino irreconciliables entre sí: el cuerpo es la cárcel del alma, el lugar donde ésta se hace esclava de lo material y lo pasional. Mientras el hombre permanezca ligado a su cuerpo, se encontrará incapacitado para la felicidad y para el verdadero conocimiento. Alcanzar estos sólo será posible si dominamos nuestra parte material.

La virtud como sabiduría

A la doctrina que equipara sabiduría y virtud se la denomina intelectualismo ético y ya fue formulada por Sócrates, en un intento de superación del relativismo de los Sofistas. Los conceptos morales no son fruto de una convención o pacto entre hombres, ya que se refieren a realidades existentes y permanentes (ideas) que son independientes de la razón y la voluntad humanas. Sin embargo, es a través de la razón como el hombre puede tomar contacto con la realidad moral, realizándola en su persona.

A la manera socrática, Platón afirma que sólo el sabio es el virtuoso, porque únicamente conociendo qué es la virtud, es decir, la idea a la que se refiere el concepto "virtud", hay posibilidad de serlo en la vida práctica. El saber y la virtud coinciden y se necesitan recíprocamente.

Lo Justo en sí, la bondad en sí, la prudencia, etc., esto es, los valores morales existen por sí mismos, y por ello es posible definirlos objetivamente y, una vez conocidos, llevarlos a cabo en la vida práctica. El sabio no podrá ser malo, ya que el mal es fruto de la ignorancia, un defecto que no radica en nuestra naturaleza sino en el no cumplimiento de lo esencial de nuestra naturaleza (la racionalidad).

La virtud como purificación

Aquí reaparece con toda violencia el anti hedonismo platónico: los placeres materiales y corporales no sólo no conducen a la felicidad, sino que incluso nos la impiden. Virtuoso y feliz será aquel que purifique su alma de las pasiones y "desórdenes" del cuerpo y se vuelque hacia el mundo eidético, el único capaz de realizar humanamente al hombre.

La virtud como armonía entre las tres partes del alma

La virtud puede entenderse también como un equilibrio y armonía entre las distintas partes del alma. Debe desarrollarse tal acuerdo entre ellas que se unifiquen los distintos elementos que conforman el compuesto humano, sometiéndolos a la razón. Es esta la única que puede regir esta armonización.

Esta división del alma le permitirá justificar la desigualdad social: ésta tiene un origen natural. Los hombres deben pertenecer a una clase social u otra dependiendo de la clase de alma predominante en ellos. En el cuadro de arriba se muestra un esquema de la correspondencia entre las clases de alma, sus virtudes inherentes y la clase social a la que pertenecen.

La ética y la política se refieren ambas a la praxis humana, esto es, a las acciones que podemos realizar los hombres y a la dirección que vamos a dar a nuestra voluntad y libertad.

La diferencia estriba en que la ética es una praxis íntima, personal y la política es la coordinación de muchas acciones y, por ello, en esta última hay que tener en cuenta la voluntad de los demás. La política gira en torno a las leyes e instituciones creadas para elaborarlas y administrarlas.

Ética y política no son simplemente teorías sobre las que los hombres dedican su estudio y se ponen o no de acuerdo. Son un hecho que no hay que demostrar. Todos los días tomamos opciones éticas o políticas porque no vivimos en soledad sino en comunidad. Nuestra naturaleza es plenamente social. Pues bien; Aristóteles era un meteco en Atenas, y por este motivo, no podía participar activamente en la política. Esto, sin embargo, no menoscabó su interés por el ámbito de la praxis humana. De hecho, nos ha dejado algunas obras que tratan estos temas con gran profundidad. Estudiaremos primero la ética y luego la política.

Aristóteles:

La ética, dice Aristóteles, tiene como objetivo alcanzar el fin propio del hombre al que se dirigen todas las actividades humanas, es decir, la felicidad. Mientras que la ética se encarga de la felicidad de un individuo la política trata de buscar la felicidad de un conjunto social; a su vez, al ser el hombre un ser sociable por naturaleza la felicidad del individuo está indisolublemente unida a la felicidad del cuerpo social al que pertenece por lo que Aristóteles concluye que la ética es, en realidad, una parte de la política y que debe estar supeditada a ella: la felicidad del conjunto social es más importante que la del individuo.

Piensa Aristóteles que del mismo modo que, por ejemplo, un manzano tiene una finalidad específica (dar manzanas) el hombre debe tener una finalidad propia y exclusiva; para descubrir cuál es debemos investigar qué es el hombre y, según el discípulo de Platón, el hombre es precisamente un ser racional; la racionalidad es el ser específico del hombre por lo que la felicidad queda definida como “actividad racional”

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