UN RESUMEN COMPLETO DE EL CAPITAL DE MARX
Enviado por sergioalmo1 • 22 de Mayo de 2017 • Documentos de Investigación • 79.483 Palabras (318 Páginas) • 239 Visitas
UN RESUMEN COMPLETO DE
EL CAPITAL DE MARX
Sergio Almonacid
A María, mi amor
UN RESUMEN COMPLETO DE EL CAPITAL DE MARX
DIEGO GUERRERO
- Introducción: Economía y filosofía en El capital de Marx: la Teoría Laboral del Valor (TLV) p. 3
- Mi lectura de El capital p. 3
- Marx filósofo, revolucionario, economista-sociólogo p. 4
- La TLV antes y después de Marx p. 10
- Crítica de otras lecturas de Marx p. 13
- El estudio de El capital p. 16
- Conclusión p. 17
- Resumen de El capital de Marx: los 3 libros p. 19
- Resumen del libro I de El capital p. 20
- Resumen del libro II de El capital p. 57
- Resumen del libro III de El capital p. 73
- Anexos p. 106
- Anexo I: El recorrido de Marx hasta El (inacabado) capital p. 106
- Anexo II: Resúmenes previos de El capital p. 109
- Anexo III: Bibliografía sobre Marx y marxismo p. 110
- Anexo IV: Revistas marxistas y otros recursos en Internet p. 117
INTRODUCCIÓN:
<< ECONOMÍA Y FILOSOFÍA EN EL CAPITAL DE MARX:
LA TEORÍA LABORAL DEL VALOR >>
A los proletarios que no saben que lo son.
Y, sobre todo, a los que sí lo saben… y saben
que saber es bueno contra el capital.
I. Mi lectura de El capital
Decía su amigo Engels que Marx (1818-1883) fue ante todo un revolucionario. Y es cierto. Pero hay que añadir: un revolucionario muy especial. Por una parte, el socialismo y el comunismo son hoy y para siempre ideas inseparables del pensamiento de Marx, para quien “la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los propios trabajadores”. Pero, por otra, Marx es un revolucionario muy especial porque, aunque su figura es inseparable de su actividad política práctica en el movimiento obrero y la I Internacional, además filosofó y analizó teóricamente las condiciones sociales de la revolución presente y, a nuestro juicio, lo hizo con más profundidad y visión que ningún otro pensador, obrero o no. Desde Marx sabemos por qué el capitalismo no puede ser eterno, por qué es el propio desarrollo de este sistema social lo que engendra el comunismo y por qué este cambiante estado de cosas no altera una verdad esencial: que mientras haya capitalismo surgirán, surgiremos, continuamente nuevos comunistas.
Como filósofo y estudioso de la sociedad Marx llegó pronto a construir un sistema teórico revolucionario, al mismo tiempo que en su vida práctica tomaba el camino de la revolución. Es sabido que tuvo vocación de carrera universitaria, pero, dado el ambiente ideológico reinante, no pudo ingresar en ella y tuvo que ganarse la vida como periodista y escritor en las difíciles condiciones sociales de lo que siempre fue: un exiliado apátrida que fue expulsado sucesivamente de varios países por la actividad política anticapitalista que combinó durante toda su vida con su trabajo de estudioso de la sociedad. El enfoque materialista que dio a su filosofía ya desde la juventud –es decir, la idea de que es la realidad social la que engendra y explica la conciencia social, y no a la inversa– lo llevó a preocuparse por la “base real” del mundo de las ideas, y ese principio analítico que siempre llevó a la práctica terminó convirtiéndolo, casi a su pesar, en un “economista”. Pero economista, no en el sentido de esos estrechos “sicofantes del capital” que él mismo denunciara largamente en su obra –esos científicos chatamente positivistas que desprecian la metafísica, esa metafísica que ignoran–, sino en el sentido de un buen metafísico necesitado y capaz de una radical concreción de las ideas especulativas y su conversión en un sistema coherente y unitario de categorías destinadas a revelar lo más profundo de la realidad social contemporánea (contemporánea suya pero también contemporánea nuestra, como veremos), mediante la crítica[1] del pensamiento existente. Y ello, mediante los métodos de la mejor elaboración científica, expuesta siempre por tanto a las mejores y habituales formas de contrastación teórica, crítica y empírica.
Aunque pensó al principio que el dominio de las cuestiones económicas apenas le llevaría un corto espacio de tiempo, la verdad fue que la lectura de tantos hechos y autores en este campo (que siempre remitían a nuevos autores y hechos) y la creciente conciencia de la necesidad de lidiar con la base material de la vida social para entender esta realmente, terminaron haciéndolo bregar la mayor parte de su vida con la economía (su “economía”) y los economistas. Esto no le hizo olvidar nunca las otras esferas que estudió, pues siempre fue consciente de que el económico no es ningún ámbito aislado sino una parte de la realidad social y a la vez de la ciencia y el pensamiento en general. Las discusiones sobre si Marx fue más economista que historiador o filósofo…, y otras contraposiciones por el estilo (como la omnipresente cuestión de si fue más un revolucionario que un científico, o la inversa), pierden tanto más sentido cuanto más se profundiza en su obra. Si uno la estudia a fondo, comprende finalmente que todo lo unificó en el terreno de las ideas, a todo le dio coherencia con su pensamiento y, también, que todos los hechos importantes de su vida sólo pueden entenderse una vez puestos en íntima conexión con su pensamiento, del que nacían y al que daban vida ellos mismos.
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