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Un resumen completo de El capital de Marx


Enviado por   •  17 de Marzo de 2015  •  Resumen  •  12.728 Palabras (51 Páginas)  •  228 Visitas

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UN RESUMEN COMPLETO DE

EL CAPITAL DE MARX

DIEGO GUERRERO

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A María, mi amor

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UN RESUMEN COMPLETO DE EL CAPITAL DE MARX

DIEGO GUERRERO

I. Introducción: Economía y filosofía en El capital de Marx: la Teoría

Laboral del Valor (TLV) p. 3

I. Mi lectura de El capital p. 3

II. Marx filósofo, revolucionario, economista-sociólogo p. 4

III. La TLV antes y después de Marx p. 10

IV. Crítica de otras lecturas de Marx p. 13

V. El estudio de El capital p. 16

VI. Conclusión p. 17

II. Resumen de El capital de Marx: los 3 libros p. 19

I. Resumen del libro I de El capital p. 20

II. Resumen del libro II de El capital p. 57

III. Resumen del libro III de El capital p. 73

III. Anexos p. 106

I. Anexo I: El recorrido de Marx hasta El (inacabado) capital p. 106

II. Anexo II: Resúmenes previos de El capital p. 109

III. Anexo III: Bibliografía sobre Marx y marxismo p. 110

IV. Anexo IV: Revistas marxistas y otros recursos en Internet p. 117

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INTRODUCCIÓN:

<< ECONOMÍA Y FILOSOFÍA EN EL CAPITAL DE MARX:

LA TEORÍA LABORAL DEL VALOR >>

A los proletarios que no saben que lo son.

Y, sobre todo, a los que sí lo saben… y saben

que saber es bueno contra el capital.

I. Mi lectura de El capital

Decía su amigo Engels que Marx (1818-1883) fue ante todo un revolucionario. Y es cierto. Pero hay que

añadir: un revolucionario muy especial. Por una parte, el socialismo y el comunismo son hoy y para siempre

ideas inseparables del pensamiento de Marx, para quien “la emancipación de los trabajadores debe ser obra de

los propios trabajadores”. Pero, por otra, Marx es un revolucionario muy especial porque, aunque su figura es

inseparable de su actividad política práctica en el movimiento obrero y la I Internacional, además filosofó y

analizó teóricamente las condiciones sociales de la revolución presente y, a nuestro juicio, lo hizo con más

profundidad y visión que ningún otro pensador, obrero o no. Desde Marx sabemos por qué el capitalismo no

puede ser eterno, por qué es el propio desarrollo de este sistema social lo que engendra el comunismo y por

qué este cambiante estado de cosas no altera una verdad esencial: que mientras haya capitalismo surgirán,

surgiremos, continuamente nuevos comunistas.

Como filósofo y estudioso de la sociedad Marx llegó pronto a construir un sistema teórico revolucionario,

al mismo tiempo que en su vida práctica tomaba el camino de la revolución. Es sabido que tuvo vocación de

carrera universitaria, pero, dado el ambiente ideológico reinante, no pudo ingresar en ella y tuvo que ganarse

la vida como periodista y escritor en las difíciles condiciones sociales de lo que siempre fue: un exiliado

apátrida que fue expulsado sucesivamente de varios países por la actividad política anticapitalista que

combinó durante toda su vida con su trabajo de estudioso de la sociedad. El enfoque materialista que dio a su

filosofía ya desde la juventud –es decir, la idea de que es la realidad social la que engendra y explica la

conciencia social, y no a la inversa– lo llevó a preocuparse por la “base real” del mundo de las ideas, y ese

principio analítico que siempre llevó a la práctica terminó convirtiéndolo, casi a su pesar, en un “economista”.

Pero economista, no en el sentido de esos estrechos “sicofantes del capital” que él mismo denunciara

largamente en su obra –esos científicos chatamente positivistas que desprecian la metafísica, esa metafísica

que ignoran–, sino en el sentido de un buen metafísico necesitado y capaz de una radical concreción de las

ideas especulativas y su conversión en un sistema coherente y unitario de categorías destinadas a revelar lo

más profundo de la realidad social contemporánea (contemporánea suya pero también contemporánea

nuestra, como veremos), mediante la crítica1 del pensamiento existente. Y ello, mediante los métodos de la

mejor elaboración científica, expuesta siempre por tanto a las mejores y habituales formas de contrastación

teórica, crítica y empírica.

Aunque pensó al principio que el dominio de las cuestiones económicas apenas le llevaría un corto espacio

de tiempo, la verdad fue que la lectura de tantos hechos y autores en este campo (que siempre remitían a

nuevos autores y hechos) y la creciente conciencia de la necesidad de lidiar con la base material de la vida

social para entender esta realmente, terminaron haciéndolo bregar la mayor parte de su vida con la economía

(su “economía”) y los economistas. Esto no le hizo olvidar nunca las otras esferas que estudió, pues siempre

fue consciente de que el económico no es ningún ámbito aislado sino una parte de la realidad social y a la vez

de la ciencia y el pensamiento en general. Las discusiones sobre si Marx fue más economista que historiador o

filósofo…, y otras contraposiciones por el estilo (como la omnipresente cuestión de si fue más un

revolucionario que un científico, o la inversa), pierden tanto más sentido cuanto más se profundiza en su obra.

Si uno la estudia a fondo, comprende finalmente que todo lo unificó en el terreno de las ideas, a todo le dio

coherencia con su pensamiento y, también, que todos los hechos importantes de su vida sólo pueden

1 Crítica, en efecto, desde un doble punto de vista: interno (de economista a economista, podríamos decir),

pero también externo (crítica de la economía misma, como análisis empobrecido, unilateral y superficial de la

realidad social): vid. Karl Korsch (1932): “Introducción a El capital” en

http://www.marxists.org/archive/korsch/19xx/introduction-capital.htm.

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entenderse una vez puestos en íntima conexión con su pensamiento, del que nacían y al que daban vida ellos

mismos.

Como otros autores, Marx escribió muchísimo pero sólo publicó una parte de lo escrito. Su obra

fundamental es sin ninguna duda la que aquí nos ocupa, El capital: Crítica de la Economía política, de la que

sólo vio publicada en vida el primero de los 3 o 4 volúmenes de que constaba. El primero (1867) se publicó

antes de su muerte, mientras que el II y III los editó y publicó Engels en 1885 y 1894, respectivamente, y el

IV (conocido como Teorías sobre la plusvalía) Kautsky en 1905-10, todos a partir de

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