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ESTRUCTURACION COMUN DE UNA ECONOMIA COMPARTIDA: PUERTO MONTT Y BARILOCHE EN UN CIRCUITO UNIFICADO

Guillermo NeumannEnsayo3 de Enero de 2016

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ESTRUCTURACION COMUN DE UNA ECONOMIA COMPARTIDA: PUERTO MONTT Y BARILOCHE EN UN CIRCUITO UNIFICADO

                           

                                                           Guillermo S. Neumann Pérez[1]

Desde fines del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo siguiente se evidenció un intenso intercambio económico entre la región argentina del Nahuelhuapi y la ciudad chilena de Puerto Montt, constituyendo ambas localidades parte fundamental de un circuito comercial unificado, el que subsistió hasta alrededor de 1920, basado en que las fronteras estatales tuvieron un carácter difuso (Bandieri, S. 2001), posibilitando la estructuración común de una economía compartida.

Este fenómeno económico trajo aparejado el crecimiento y la  consolidación de la población en la región del Nahuelhuapi o del Gran Lago, no sólo por la importante corriente migratoria venida desde Chile, sino porque mayormente quienes conocían el potencial comercial de carnes rojas a los mercados de Chile y del Pacífico se asentaron como pobladores. Este comercio también se vio potenciado debido al aumento del precio de la lana en el contexto internacional, lo que alentaba a los empresarios chilenos a procurársela en territorio argentino, en el que la tierra y la producción de ovinos abundaban. Sumado a ello debe considerarse la situación interna de Chile, la que también confluyó al auge del intercambio transcordillerano, sustentada en que desde mediados del siglo XIX la agricultura chilena se encontraba en un franco proceso de expansión, derivado del aumento de la demanda de granos, proveniente del desarrollo de las zonas mineras del norte del país y de las concentraciones humanas generadas por el boom del oro en Australia y California, así como por la Guerra de Crimea y las exportaciones a Europa.

Otro factor que influyó en la construcción de esta red económica y en el incremento consiguiente de la población el hecho de que en Chile, a partir de 1870, había comenzado un proceso de concentración de la tierra en muy pocas manos. Lo anterior, debido a que la Ley de Colonización de 1874, al reconocer sólo a inmigrantes europeos y norteamericanos el derecho a recibir tierras, favoreció la concreción de latifundios y no permitió a los estratos sociales más bajos de la sociedad transformarse en colonos, situación que en gran medida los obligó a emigrar. En efecto, sólo desde 1898 y a pesar de estar asentados en un territorio de colonización, los nacionales pudieron optar a la entrega de terrenos fiscales en Valdivia, Llanquihue y Chiloé. Pero a pesar de este avance, la ley segregaba a extensos grupos poblacionales, ya que exigía que el colono fuera padre de una familia legalmente constituida y que supiera leer y escribir, criterios con lo que tres cuartas partes de la población regional quedaba automáticamente excluida (Torrealba, A. 1917:150).

Entre 1870 y 1895 se trasladaron a Argentina, más de cuarenta mil chilenos (Méndez, L. 2006:236), muchos de los cuales se instalaron en los territorios de Río Negro y Neuquén en forma transitoria o permanente, atraídos por el aumento de plazas laborales y un mayor salario, pagado en moneda de curso legal y no en bienes. La instalación de casas comerciales germano - chilenas, como las de Carlos Wiederhold en 1895, Hube y Achelis en 1899, y posteriormente en 1904 la Sociedad Anónima Comercial y Ganadera Chile -   Argentina, conocida como la Chile - Argentina, la construcción de embarcaderos, la explotación de molinos, aserraderos y conglomerados fabriles, requirió de las poblaciones cercanas el mayor número posible de mano de obra. Desde Carmen de Patagones a Valdivia, el antiguo mundo colonial se dirigió a la naciente cuna de la urbanidad en ese territorio, San Carlos de Bariloche.

 Antes del asentamiento de Wiederhold, en la ribera sur este del lago Nahuelhuapi, ya los márgenes cordilleranos habían sido poblados por personas de diversos orígenes, destacándose entre ellos los chilenos por sobre los otros. Bariloche apareció como la obvia extensión de los productores del lago Llanquihue, entre ellos los hijos de los colonos alemanes asentados en dicha región entre 1852 y 1875. Éstos configuraron un nuevo tipo de migrante, de perfil empresarial, que acompañaban a los tradicionales trabajadores que deambulaban por la región, en gran medida chilotes. Los determinantes de la emigración chilota eminentemente masculina, estaban condicionadas según Urbina, R. (1988:40) por la pobreza del archipiélago, la excesiva subdivisión de la tierra y el aumento de la población que se hizo muy notorio desde mediados de siglo XIX. En este periodo se puso fin a las medidas restrictivas que el Estado había establecido a la emigración insular durante el Período Indiano, lo que motivó la atracción de mano de obra desde los vírgenes territorios adyacentes de Valdivia al sur, incluyendo la región transandina.

Entre estos destinos afirma Muñoz, J. (2011:33) destacaba Osorno, que mantenía a fines del siglo XIX una pujante industria manufacturera en manos de germano - descendientes, a cuyas plazas laborales se integraron, entre otros, centenares de obreros chilotes, quienes presentaban escasa capacitación. Posteriormente la inversión en tecnología, por sobre la instrucción, comenzó a distanciar a los trabajadores de los empresarios, aumentando de este modo los trabajadores sin calificación y disminuyendo los calificados, situación que hizo crisis a comienzos de la década de 1890, ya que debido a la imposibilidad de expandir  sus inversiones de capital, sin aumentar los costos y el precio final del producto, se decidió trasladar dicho precio a la mano de obra, especialmente vía la depreciación del salario - vale. Debido a esta apabullante realidad estos trabajadores sin calificación fueron empujados a emigrar otra vez, al emergente y monetarizado mercado laboral transandino, sediento de nueva fuerza de trabajo.

Este desplazamiento era conocido por el Estado Chileno, ya que sus funcionarios observaron que a partir de 1894 se realizaban intensos intercambios entre los márgenes del lago Nahuelhuapi con las ciudades de los llanos centrales, especialmente Osorno, y población de los márgenes del lago Llanquihue, de Puerto Montt y Chiloé.

Importante es indicar que el tráfico de ganado desde la pampa hacia los llanos de la Araucanía se realizaba desde tiempos coloniales, siendo controlado por diversos grupos de indígenas con residencia en ambas franjas andinas. Posterior a la ocupación militar de los espacios indígenas, los circuitos mercantiles habían quedado faltos de intermediarios capaces de reactivar las redes comerciales. Los sectores comerciales de Osorno emprendieron tal labor, apoyándose tanto en los capitales acumulados como en su capacidad logística para establecer un camino rápido y seguro entre la pampa y los llanos de Osorno (Méndez, M. y Muñoz, J. 2013b:165).      

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