Luis Barragán
Enviado por cubomagico • 5 de Septiembre de 2012 • 2.570 Palabras (11 Páginas) • 2.251 Visitas
Este trabajo busca analizar y comprender la obra del arquitecto mexicano Luis Barragán (1902-1988) dentro de su contexto histórico y personal. A través del análisis de la Casa González Luna, de su primera etapa, y de la Casa Giraldi, una de sus últimas obras, ose manifiesta su controversial y variada trayectoria que pone en cuestión el llamado “estilo barragán”.
PARTE I. Casa González Luna 1928.
Luis Barragán se forma en el clima de la Revolución Mexicana y la búsqueda de las identidades nacionales. Luego de terminar sus estudios en 1924, viaja y recorre Europa durante dos años en plena discusión del Movimiento Moderno. Es así que su etapa de formación profesional no sólo coincide con el periodo más intenso de la búsqueda nacionalista en las artes mexicanas sino que también incorpora el reconocimiento general de su relación con la arquitectura moderna. Como arquitecto de la llamada “tercera generación”, Barragán abandona la estética de la máquina, al igual que arquitectos como Coderch y Utzon, con la intención de crear un nuevo lenguaje moderno que se relacione con el contexto local. En 1936 se traslada a la ciudad de México para desarrollar sus obras en tres etapas diferenciadas: la vernácula, la racionalista y la de la nueva objetividad alemana .
Barragán nace en 1902 en Guadalajara, México, donde se gradúa como ingeniero civil y arquitecto. Su obra generalmente se asocia a la de su último periodo, ya que se le reconoce como arquitecto contemporáneo importante hacia el final de su carrera, primero en el extranjero al recibir el premio Pritzker de Nueva York en 1980, y luego en su propio país con la exposición en el Museo Tamayo en la Ciudad de México, en 1985. Reducidas solo a aspectos formales, sus últimas obras son copiadas e imitadas por varios a causa de su acelerada mitificación y de “una apretadísima selección de elementos con los que se juega la magia de la representación: el gran muro, los amplios solados, el árbol uno, o la arboleda columnata y el agua, los caballos reteniendo el tiempo que se va y la puerta enorme o intima” . Por eso es importante analizar toda la obra de Barragán, donde su particular evolución como arquitecto es quizás su más valiosa aportación, para así llegar a una interpretación objetiva, profunda y completa.
Su primera etapa reúne obras en el estado de Jalisco, México, entre ellas la de Efraín González-Luna construida en Clavijero en 1928. Esta casa expone con mayor claridad sus años de Guadalajara donde hace uso de los elementos que aparecerán en muchas de sus obras: los muros, la articulación de ventanas, la luz, el jardín y espacios interiores, el color y la azotea. La casa sintetiza tanto las preocupaciones y búsquedas estéticas del arquitecto de reunir la tradición cultural y constructiva local como las aspiraciones de una elite ilustrada a la cual pertenece Efraín González Luna . La obra se compone de dos elementos: la solida vida familiar e intima de espacios interiores y exteriores, jardines y terrazas, y la biblioteca de González Luna con su acceso independiente a través del torreón de la escalera. La biblioteca demuestra la actividad intelectual de Don Efraín de manera simbólica ya que este volumen corona y descansa sobre la planta intima familiar .
Aunque la composición en planta y la disposición de los espacios de la casa parecen desproporcionadas y anti funcionales, Barragán ofrece otro tipo de sensibilidad en el manejo de la estereotomía. Por eso “el ancho, el alto y lo profundo, mezclados con la secuencia y la luz conforman un unicum imposible de representar en una planta” . Se reconoce un eje longitudinal que comunica las dos entradas de la casa y a su vez distribuye y organiza los dormitorios y las habitaciones de servicios. Los contrastes, como llegar de lo pequeño a lo grande entre cada ambiente, denotan la concepción de espacio del arquitecto que va “construyendo mentalmente el recorrido, hilando los ambientes y elementos, a espacios más abiertos donde incluso el cielo es un elemento más de composición y el piso una quinta fachada” . En la casa González Luna se aprecian dobles alturas, la idea de la torre como parte importante en la composición de techos y perfiles y la fachada recortada para aprovechar los volúmenes más bajos como terraza-azotea. La azotea con su pérgola y banco en una esquina, un elemento importante en esta obra, se ofrece como espacio de convivencia y reflexión.
La “atmosfera romántica” que crea Barragán es el resultado de la geometría de los volúmenes los muros son el tema y elemento principal. Barragán le da al muro “su fuerza, su autonomía, revistiéndolo de importancia y dignidad, el más antiguo y acaso de mayor nobleza de entre los elementos de la arquitectura” . Incluso en una entrevista el arquitecto explica que “esos vidrios que llegan hasta el techo y brotan desde el piso dan sensación de angustia. Sientes que te vas a caer al vacío, que todo se va a romper...Es indispensable el abrigo y la protección de los muros”. Las ventanas son “vanos pequeños de hierro o madera, celosías en cuadricula o de medio punto, protegidas con rejas de Andalucía” que cumplen con su función de controlar de luz, otorgar seguridad y privacidad. La luz como elemento que transmite emoción, articula y dinamiza la arquitectura es evidente en la obra: “La luz final, lateral, reflejada o tamizada, o la penumbra, son efectos que inciden en el ánimo del habitante y le invitan a reflexionar y a recrear los sentimientos más puros del espíritu” .
La casa marca una posición única de la producción dominante de la época, al reinterpretar los elementos esenciales de la arquitectura popular. Barragán se ve influenciado por los pueblos de Jalisco de su infancia, cuando expresa que “en la vigilia y el sueno me han acompañado siempre el dulce recuerdo de las fuentes, las que marcaron mi niñez… la arquitectura popular de la provincia mexicana, sus paredes blanqueadas con cal, la tranquilidad de sus patios, el colorido de sus calles” . El arquitecto también rescata de sus viajes por las costas mediterráneas, tanto africanas como europeas, una arquitectura “totalmente ligada al suelo” que como la arquitectura mexicana “es parte de la tierra, nada de ella es falso” . La fuente de inspiración en este caso no es la tecnología ni la metrópolis, sino las primeras experiencias de percepción de espacios vernáculos en una búsqueda por revalorizar la naturaleza, aunque se puede argumentar que con menos fuerza plástica, las casas construidas por la arquitectura media hecha por ingenieros y constructores del mismo periodo no eran muy diferentes.
Barragán propone en esta obra, frente a las “enormes jaulas de cristal etéreas” de la época moderna, una arquitectura que “surge de la
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