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Ciencias de la educacion


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2015  •  Informe  •  36.429 Palabras (146 Páginas)  •  184 Visitas

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América latina y sus laboratorios de identidades:

        Diversos procesos ponen en cuestión el problema de las identidades latinoamericanas.

        La globalización, varios proyectos de integración supranacional, cambios en las prácticas  y creencias religiosas desdibujaron identidades culturales, políticas y religiosas.

Laboratorios políticos 

        La historia que aprendimos en las escuelas partía del mundo platónico de las ideas, el “ser nacional”, estaba más allá de las contingencias temporales, de manera que los mexicanos, peruanos y argentinos aparecían preparando , durante los últimos estertores dela monarquía hispana, la expresión políticamente independiente de identidades nacionales ya presentes en el mundo hispano.

        En esa versión de manual, que es a la que la inmensa mayoría de los latinoamericanos a accedido la historia colonial solía tener como único objeto mostrar los antecedentes de la independencia de manera que la intención iba dirigida solo a aquellos que podían ser considerados parte de esos antecedentes, lo que implicaba como consecuencia lo que no podía ser leído en esa clave.

        Rasgos culturales del siglo XVII fueron propias del área mexicana pudieron considerarse gérmenes de la existencia posterior de México como país independiente sin embargo las identidades coloniales  sirvieron para diferenciar a los americanos entre si y al conjunto de ellos que recién tomaron forma en la segunda mitad de siglo XIX .Luego del proceso de independencia los elites de los diferentes países que se fueron delineando en el continente necesitaron legitimar la independencia de los mismos. Era necesario crear la nación ante todo, en el plano imaginario, incorporar mentalmente a ella a las sociedades que habitaban su territorio delimitando a menudo de forma bastante arbitraria.

        Pero el periodo colonia no eran identidades étnicas o culturales que identificasen al pueblo  de un determinado país y lo diferenciase de los demás, al parecer es la existencia de múltiples identidades.

El resto de las monarquías occidentales  los habitantes de los Reinos de Indias, eran españoles frente a los peninsulares los nacidos en américa eran criollos o americanos; en relación con el mundo peruano  se erguía la identidad rio platense. Estas identidades no tienen relación  con las identidades nacionales  que se construyeron luego de la independencia  y que apelaron a ellas en búsqueda de apreciados “antecedentes” que dieran legitimidad al estado nacional  que se intentaba construir.

En 1830 comienzan a considerarse preexistentes las nacionalidades latinoamericanas con la definición de ciertos atributos  y el control sobre un territorio delimitado con precisión.

El caso argentino es significativo en medio de la debacle de la monarquía española, un sector de la élite porteña impone en el cabildo abierto del 22 de mayo la idea que los pueblos pueden o deben reasumir sus derechos  soberanos mientras dure el cautiverio de Fernando VII en manos de Napoleón. Muchos de los revolucionarios parten de un nuevo marco político en que la junta sustituye al Virrey, Buenos Aires va a continuar ejerciendo el papel de capital de las Jurisdicciones que controlaban bajo el Virreinato. Tal posición no era compartida unánimemente mientras algunas ciudades se adhieren a la junta porteña, otras le niegan su obediencia o al menos la supeditan a posteriores y explícitos acuerdos. A partir de allí son los acontecimientos políticos – militares  sumados al peso de liderazgos que tienen que ver con factores como la geografía o la tradición cultural que irán delineando los territorios que luego serán nacionales.

El uso del vocablo argentino era ilustrativo en las últimas décadas coloniales e incluso luego de la independencia era equivalente a “porteño”. Si otras ciudades y jurisdicciones podían considerarse argentinas  era simplemente porque  estaban sujetas al dominio de Buenos Aires. La unidad básica de la ingeniería española colonial era la ciudad y una vez caída el imperio español los motivos para que diferentes ciudades permanecieran unidas o intentaran reunirse para una unidad política mayor habrían de ser el resultado de explícitos acuerdos.

El vocablo argentino  solo empieza a generalizarse durante el fallido congreso constituyente de 1824 – 1827.

La mirada romántica que identificaba a las naciones con identidades atemporales, previa a las a la existencia concreta de los individuos que las conforman alimento a la concepción de la preexistencia  de identidades nacionales que habrían servido de base a los diferentes países latinoamericanos.

Los procesos de integración supranacional en marcha en el continente, que probablemente excedan en el futuro la dirección meramente económica, no han de constituir  una experiencia nueva si conducen a la creación de formaciones políticas diferentes del estado nacional.

Laboratorios Culturales

Bajo el concepto de globalización, en algunos casos contradictorios y polémicos ponen la cuestión de las identidades culturales, donde abundan supuestos a menudos implícitos, uno de ellos es la identidades culturales o regionales dentro de cada país  se relacionan con valores o formas de expresión estética que se cree necesario salvaguardar de posibles contaminaciones, también la herencia romántica que considero importante recuperar la “cultura popular” como conjunto de elementos identitatorios básicos de las nacionalidades.

En América latina cierta mirada tiende a identificar lo popular con lo rural, la cultura indígena o campesina aislada dela llamada modernidad. En esta perspectiva más allá de los sujetos interesan los objetos creados o los bienes culturales, de manera que lo que se valora de esas tradiciones suele ser la permanencia en detrimento del cambio, lo de siempre en menoscabo de lo nuevo.

Se tiende a congelar en un punto preciso de su periplo  tradiciones populares que llegaron ahí a través de dinámicas de interacción de enormes riquezas.

Si se traslada la atención de los llamados bienes culturales, es posible desvincularlos de su automática identificación con determinados grupos (indígenas, campesinos) y con determinadas formas de vida (lo rural amenazado con la modernidad) En América latina  lo popular ya no es patrimonio sectores populares, y por otro, que los individuos están en mejores condiciones  de participar en sistemas de prácticas culturales y simbólicas: lo rural y lo urbano, lo cultural global y lo local, la culta y la popular, los legados más tradicionalmente folklóricos  y los múltiples estímulos de los mercados simbólicos trasnacionales propios de la modernidad industrial y posindustrial. Las expresiones culturales populares resultan cada vez menos identificables con determinados segmentos de la población porque tienden a trascender sus fronteras, las identidades hibridas  en la que confluyen las culturas tradicionales indígenas y campesinas y muy diferentes formas de cultura urbana y masiva tienden a multiplicarse favorecidas por el desarrollo de los medios de comunicación y por la movilidad espacial de los individuos y grupos.

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