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EL DERRUMBAMIENTO CAPÍTULO XIV


Enviado por   •  27 de Marzo de 2014  •  2.440 Palabras (10 Páginas)  •  302 Visitas

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EL DERRUMBAMIENTO CAPÍTULO XIV: LAS DÉCADAS DE CRISIS

La historia de los 20 años que siguieron a 1973 es la historia de un mundo que perdió el rumbo y se deslizó hacia la inestabilidad y la crisis. Hasta la década de los 80 no se vio hasta que punto estaban minados los cimientos de la edad e oro. Hasta que una parte del mundo (URSS y la Europa oriental del “socialismo real”) se colapsó. Las “décadas de crisis” que siguieron a 1973 no fueron una “Gran Depresión”. La economía global no quebró aunque la edad de oro finalizase en 1973-1975. En el mundo capitalista siguió el desarrollo económico. El comercio internacional de productos manufacturados continuó. En África, Asia occidental y América latina, el crecimiento del PIB se estancó. La mayor parte de la gente perdió el poder adquisitivo. En estas zonas del mundo la década de los 80 fue un periodo de gran depresión. En la antigua zona del “socialismo real” las economías se hundieron. No sucedió lo mismo en Oriente. El crecimiento espectacular de la economía china convirtió a la región más dinámica de la economía. En occidente el desempleo aumento y también la gente sin hogar. Las décadas de crisis fueron la época en la que el estado nacional perdió sus poderes económicos. La única alternativa que se ofrecía era la propugnada por la minoría de los teólogos ultraliberales. No hubo nunca una política económica neoliberal única y específica. El principal régimen neoliberal, EEUU de Reagan, utilizó métodos keynesianos para intentar salir de la depresión de 1979-1982 creando un déficit gigantesco y poniendo en marcha un no menos gigantesco plan armamentístico. El sistema productivo de la economía mundial quedó transformado por la revolución tecnológica y se globalizó o “trasnacionalizó”. La tendencia general de la industrialización ha sido la de sustituir la destreza humana por la de las máquinas. Los países preindustriales o de industrialización reciente estaban gobernados por la lógica de la mecanización. La revolución agrícola hizo que el campesinado resultase innecesario. Ya no se necesitaban en el campo así que fueron absorbidos por otras ocupaciones intensivas. La combinación de depresión y de una economía reestructurada en bloque para expulsar trabajo humano creó una tensión que impregnó la política de las décadas de crisis. Fue alrededor de 1970 cuando empezó a producirse una crisis que comenzó a perjudicar el “segundo mundo” de las “economías de planificación centralizadas”. La entrada masiva de la URSS en el mercado internacional de cereales y el impacto de la crisis del petróleo de los 70 representaron el fin del “campo socialista” como una economía regional autónoma. Debido al derrumbamiento del sistema político soviético se hundieron también la división interregional del trabajo y las redes de dependencia mutua desarrolladas en la esfera soviética. En los años 70 la defensa del medio ambiente se convirtió en uno de los temas de campaña política más importante. Durante la era de las catástrofes, el final del capitalismo había parecido próximo. Es imposible hacer generalizaciones sobre la extensa área del tercer mundo. La única generalización que podía hacerse era la de que desde 1970 casi todos los países del tercer mundo se habían endeudado profundamente. A comienzos de los 80 se produjo un momento de pánico cuando los países latinos con mayor deuda no pudieron seguir pagando. En las décadas de crisis la economía capitalista mundial decidió “cancelar” una gran parte del tercer mundo. Los países más pequeños se convirtieron en paraísos turísticos y en refugios extraterritoriales offshore del control gubernamental. El principal efecto de las décadas de crisis fue el de ensanchar la brecha entre los países ricos y los países pobres. La desaparición de las superpotencias vino a reforzar la tendencia de la desaparición de los estados-nación. A este debilitamiento del estado-nación se le añadió una tendencia a dividir los antiguos estados territoriales en lo que pretendía ser otros más pequeños. Los nuevos miniestados tenían los mismos inconvenientes que los antiguos. Desde 1918 todos los regímenes sostenían el principio de “autodeterminación nacional” que cada vez más se definía en términos étnicoslingüísticos. El nuevo nacionalismo separatista de las décadas de crisis se trataba de una combinación de tres fenómenos: 1) la resistencia de los estados-nación existentes a su degradación. El proteccionismo fue mucho más débil en las décadas de crisis que en la era de las catástrofes. El libre comercio mundial seguía siendo el ideal. 2) el egoísmo colectivo de la riqueza que refleja desigualdades económicas entre continentes, países y regiones. Las regiones más pobres y atrasadas recibían subsidios de las regiones más ricas y avanzadas. 3) una extraordinaria disolución de las normas, tejidos y valores sociales tradicionales, como una respuesta a la “revolución cultural”. Se disponía de dos formas de asegurar la acción internacional: 1) la abdicación voluntaria del poder nacional a favor de autoridades supranacionales efectuada por estados de dimensiones medianas que ya no se consideraban fuertes como para desenvolverse por su cuenta en el mundo 2) la creación de organismos como el FMI y BM que obtuvieron más autoridad durante las décadas de crisis.

CAPÍTULO XV: EL TERCER MUNDO Y LA REVOLUCIÓN

El tercer mundo formaba una zona mundial de revolución. El primer mundo se mantuvo estable política y socialmente cuando comenzó la guerra fría. El potencial revolucionario del tercer mundo resultó evidente para los regímenes comunistas. La URSS adoptó una visión pragmática de sus relaciones con los movimientos de liberación radicales y revolucionarios del tercer mundo, puesto q ni se proponía ni esperaba ampliar la zona bajo gobiernos comunistas más allá de los límites de la ocupación soviética en Occidente y de la intervención china en Oriente. La descolonización de África llevó también al poder a líderes nacionales que no deseaban otra cosa que el título de antiimperialistas, socialistas y amigos de la URSS. El enemigo no era en estos países el capitalismo, si es que existía, sino los intereses locales precapitalistas y el imperialismo que los apoyaba. La forma de avanzar no era la lucha armada, sino la creación de un amplio frente popular o nacional en alianza con la burguesía y la pequeña burguesía nacionales. Después de 1945, la forma más común de lucha revolucionaria en el tercer mundo fue la guerra de guerrillas: revolución boliviana de 1952 (alianza de mineros y militares insurrectos), la Cuba de Fidel. Estaban a favor de la reforma agraria. En toda América Latina grupos de jóvenes se lanzaron a unas luchas de guerrillas condenadas de antemano al fracaso, bajo la bandera

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