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ENSEÑANZA Y NACIONALISMO INTELECTUAL AL FINAL DE LA COLONIA


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2012  •  1.331 Palabras (6 Páginas)  •  789 Visitas

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“ENSEÑANZA Y NACIONALISMO INTELECTUAL AL FINAL DE LA COLONIA”

El siglo XVIII fue un periodo de auge para la Nueva España. La población indígena se había recuperado después de la catástrofe demográfica de los dos siglos anteriores, en ese momento la sociedad novohispana centra una actitud de nacionalismo en el culto a la virgen de Guadalupe y la exaltación de las culturas indígenas prehispánicas.

LA EDUCACION INDIGENA

Durante el siglo XVIII el objetivo de la enseñanza proporcionada a los indios cambio. Después de la conquista el fin primordial era instruir a los indígenas la fe católica, a mediados de este siglo se promovió el establecimiento de escuelas de castellano en los pueblos de indios para que, además de hacer más precisa la enseñanza de la doctrina cristiana se facilitara el nombramiento de sacerdotes diocesanos.

Por una parte los indios se oponían a la idea de mandar a sus hijos para que aprendieran una lengua diferente, por lo mismo se oponían a la obligación de financiar la escuela con los fondos comunales, mientras que los frailes criollos se daban cuenta de que al aprender los indios el castellano sería más fácil que se llevara una cedula de 1749 para la secularización de las doctrinas, para remplazar el clero regular con sacerdotes del clero secular.

El 1782 se modificó una nueva cedula que omitió cualquier mención de la supresión de las lenguas nativas y recomendó los medios más suaves para que los padres envíen a sus hijos en la escuela para enseñarlos a leer, escribir, además de la doctrina cristiana. Al final del siglo XVIII se formularon reglamentos para cada pueblo de indios según la ordenanza de intendentes y a las poblaciones principales se les asignaron salarios a los maestros.

EFECTOS DE LA EXPULSION DE LOS JESUITAS

La expulsión de 500 jesuitas significo el cierre de colegios en 21 ciudades, para llenar el vacío dejado por la expulsión de los jesuitas, los franciscanos y los agustinos abrieron colegios, en un edificio de los jesuitas y con los fondos de su patronato, en 1792 se abrió una universidad en Guadalajara y varios de sus colegios se convirtieron en casas de correcciones para sacerdotes remisos.

LA ENSEÑANZA DE LAS PRIMERAS LETRAS.

Desde el siglo XVI, se enseño en las ciudades novohispanas a leer, escribir, contar y la doctrina cristiana. Se les permitió a los maestros de cualquier raza ejercer el magisterio. El la capital habían 34 sitios designados para las escuelas particulares. En dos conventos de frailes, de mercedarios y betlemitas, niños asistían gratuitamente. El ayuntamiento de la ciudad de México, consternado por la cantidad de jóvenes vagabundos, ordeno que los conventos de frailes y parroquias establecieran escuelas gratuitas de doctrina cristiana y de lectura. El ayuntamiento ejercía supervisión sobre la educación básica; financiaba a las escuelas municipales; vigilaba y promovía las escuelas de la iglesia; y hacia cumplir las ordenanzas de los maestros particulares.

La enseñanza de las niñas era rudimentaria: la doctrina cristiana, labores de costura y a veces la lectura, raramente se les enseñaba escritura. En algunas ciudades había escuelas dirigidas por betas (no monjas) bajo la supervisión del obispo. En la cuidad de México la mayoría de las escuelas o “amigas” como se le llamaban a las escuelas particulares de niñas, eran mujeres laicas. Luego el colegio de indias ofreció institución gratuita a indígenas. La fisonomía educativa cambio radicalmente cuando la escuela de las vizcaínas, patrocinada por la cofradía de vascos y con maestras laicas, añadió a su colegio internado una escuela pública.

LA ACADEMIA DE LAS BELLAS ARTES.

En 1781, a sugerencia del director de la Escuela de Grabado en la casa de Moneda, el virrey aprobó la apertura de una academia de pintura con 300 alumnos. En 1786 llegaron cuatro profesores de España para remplazar a los mexicanos, quienes fueron empleados como ayudantes. Surgieron problemas porque los maestros peninsulares desatendían las labores educativas porque se dedicaban a sus propios trabajos artísticos en casa, donde se aprovechaban del trabajo de sus discípulos.

Otros profesores vinieron de España sin cumplir con los estatus de la Academia que estipulaban que fueran seleccionados por el virrey entre una terna de

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