ESCULTURA MODERNA DE GUATEMALA
Enviado por izabeloliva • 12 de Mayo de 2014 • 3.435 Palabras (14 Páginas) • 952 Visitas
ESCULTURA MODERNA DE GUATEMALA
GUILLERMO GRAJEDA MENA
Octubre de 1975
La escultura moderna de Guatemala se inició por el anhelo de reforma artística que tuvieron los componentes del grupo plástico de la Generación del 40, agrupación que se formó en el mes de mayo de 1940, por veinticuatro escritores, diez músicos, tres declamadores, tres pintores y dos pintores y escultores.
En el mes de septiembre de 1941 se dieron a conocer los ideales artísticos de los pintores y de los escultores, en la página literaria de El Imparcial, tal como se había hecho anteriormente con respecto al pensamiento de los literarios y de los músicos, viniendo a concentrarse, estas ideas, con obras realizadas, que se expusieron al público en ese mismo año.
La escultura moderna de Guatemala tuvo entonces su punto de partida, antes no se habían hecho más que tentativas, fue en 1941 cuando unos artistas jóvenes lucharon por lograr nuevas rutas, trabajando obras que rompieran con lo académico.
El estancamiento en lo clásico y en lo clasicista había puesto a Guatemala en un atraso de cuarenta años, o más, en relación con la escultura moderna de Europa; cosa extraña porque nuestro medio tiene una herencia milenaria, muy buena, de estilos artísticos que pueden ayudar a la formación de un lenguaje plástico que se sume al sentir del hombre moderno. En la escultura maya se encuentran muchas soluciones plásticas y estéticas que pueden resolver problemas constructivos, que muy bien se hermanan con el arte moderno, tal como las usadas en el Chac Mol que el escultor inglés Henry Moore tomó como clave para realizar sus figuras reclinadas; también existe mucho material disponible en el terreno etnológico de muestra tierra.
Asimismo es extraño que nos tomaran en cuenta los triunfos obtenidos en el mundo científico, las nuevas tendencias de la arquitectura y de las modas. No tenemos ni un dibujo que nos diga algo respecto a lo que era un ferrocarril, una bicicleta o un automóvil, y sin embargo desde fines del siglo pasado algunas de esos aparatos que estaban en nuestro medio. debemos que llegaban al país varias publicaciones que mostraban los últimos movimientos artísticos, y en las calles de Guatemala, desde los años diez se miraban automóviles, bicicletas y motocicletas; los ferrocarriles iban y venían en nuestros pueblos, desde finales del siglo pasado, y entre los años veinte y treinta los aviadores Jacinto Rodríguez Días, Oscar Morales López y muchos otros, cruzaban el cielo con sus aparatos; amén del microscopio, de las máquinas de los talleres fabriles, de las máquinas de escribir, de la cámara fotográfica, del cinematógrafo, del fonógrafo y de los rayos x que aportaban nuevas formas a la vida diaria.
En el campo literario, desde que Rubén Darío había dicho “De las academias líbranos Señor”, se habían abierto las puertas del modernismo, pero los escultores chapines- los pintores no tanto- estaban aferrados al quehacer antiguo, eran fieles guardianes de lo tradicional. Lo nuevo siempre ha sido una aventura y ellos se habían cortado las alas para no correr riesgos, dentro de lo aventurado del arte moderno, y por otra parte lo hacían para no perder su clientela, la cual, por cierto, era completamente chapada a lo antiguo, pero que al fin de cuentas era la que mantenía abiertos los talleres; por eso vemos que las pláticas de don Jaime Sabartés y las de don Santiago Gonzáles no encontraron asidero en los oídos de los escultores; el pero se la tradición era muy fuerte, y el de la economía también.
Hay dos excepciones: Rafael Yela Günther y Rafael Rodríguez Padilla, quienes lograron salir a otros lares, donde el arte tenía otro ambiente; pudiendo así, con nuevas visiones, trabajar sus obras, aunque sin librarse del todo de los amarres académicos. Muchos de sus trabajos están bien realizados plástica y estéticamente, y muestran algunas nuevas inquietudes, por lo que estos artistas son los eslabones que unen el arte antiguo con el moderno. Se ve, pues, que ellos si oyeron a Sabartés y a Gonzáles.
En los primeros años de este siglo, en otros países, los escultores Gargallo Anchipenko, Gabo, Orloff, Lipschitz, Arp, Moore, Barlach y muchos otros, actuaban rompiendo con el pasado artístico, pero aquí, en nuestro terruño, no se hizo nada parecido, y por eso decimos que es hasta 1941 cuando intencionalmente se termina con el clasicismo y entramos en el arte moderno en escultura.
En el año de 1941 Yela Günther, en la clase de escultura, que tenía a su cargo, haciendo un paréntesis, dio unas indicaciones sobre arte moderno. Desgraciadamente esto se terminó con la muerte del maestro, acaecida al año siguiente, pero algunos de sus discípulos, tomando en serio lo indicado, siguieron investigando por su cuenta.
Y después de unos pequeños ensayos no es sino hasta el año de 1944 en que en fila india camina el grupo de escultores modernos compuesto po Dagoberto Vásquez Castañeda, Guillermo Grajeda Mena, Max Saravia Gual y Arturo Tala García, a cuya fila, n el año siguiente, se unieron Rodolfo Galeotti Torres, Adalberto de León Soto, Eduardo de León y Roberto Gonzáles Goyri.
Los verdaderos padres de la escultura moderna de Guatemala fueron la necesidad y el destino, la necesidad que tenían, los artistas jóvenes, de obtener medios expresivos que estuvieran acordes con su época, y el destino de haber surgido, dichos artistas, en un momento histórico en el que la sociedad guatemalteca buscaba nuevos derroteros políticos, después de muchos años de un estancamiento obligado por una cadena de dictaduras.
Los primeros pasos en la escultura moderna fueron pequeños por la falta de experiencia y porque el terreno estaba bastante árido.
Hoy sabemos, y también fue sabido en aquél entonces, lo del triunfo alcanzado por los artistas mexicanos revolucionarios, triunfo que pudo tomarse en cuenta para trabajar nuestras obras, pero como los resultados obtenido por ellos eran producto e otras vivencias populares, políticas y sociales, aunque muy parecidas a las nuestras, no se usaron entre nosotros; las excepción la hizo Galeotti Torres al acercarse en sus trabajos a las obras del escultor Luis Ortiz Monasterio.
El grupo de artistas guatemaltecos, de nuestro caso, para tomar conciencia de sus propios valores tuvo que echar mano de sus experiencias y así adentrarse en los nuevos rumbos.
Igual al niño que sufre traspiés al dar sus primeros pasos, y en muchas ocasiones, al adulto que al iniciarse en una carrera
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