Educación Antigua En La Educación Actual:
Enviado por susana • 13 de Noviembre de 2013 • 4.040 Palabras (17 Páginas) • 981 Visitas
Educación antigua en la educación actual:
Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades
Resumen
La sociedad de nuestro tiempo se encuentra en constante cambio. Un cambio cada vez más acelerado y difícil de controlar en el que la educación ya no está a la cabeza del mismo, sino que depende de las evoluciones y dinámicas políticas y, sobre todo, económica. El cambio educativo que estamos viviendo en estos momentos, el denominado Proceso de Bolonia es una clara prueba de ello, y se origina después de que la iniciativa de unión europea comenzada por Robert Schumann en la segunda mitad del siglo pasado, se haya visto reforzada por la convergencia económica que tiene al Euro como elemento indispensable. Sea como fuere, el presente artículo pretende indagar en uno de los ideales antiguos más relevantes: el de Paideia, para observar cómo éstos condicionaban la educación antigua y poder compararla con la educación actual, especialmente la educación superior. Una educación integral que no sólo se centra en el conocimiento, sino también en la calidad humana de las propias personas.
Palabras Clave
Historia de la Educación; Educación; Paideia; enseñanza-aprendizaje.
Introducción:
A lo largo de la historia, todo pueblo que alcanza un mínimo de desarrollo ha dedicado, aun inconscientemente, parte de sus esfuerzos a que los conocimientos y valores que consideraron como válidos se conservaran y transmitieran de generación en generación, creando una impronta de la sociedad en el individuo. Es decir, desde que el ser humano creyó en su esencia
social ha creído en la educación.
Remontarnos al 35.000 a.C. sería irnos al comienzo de todo, a los tiempos donde el homo sapiens empezó a fabricar instrumentos y a usarlos cada vez mejor; al propio origen del tiempo o, mejor dicho, al origen del tiempo entendido tal y como el hombre lo construyó (Viñao, 2002).
Sería entonces cuando podríamos identificar lo que algunos han considerado el nacimiento de la cultura (Bowen, 1992). Una simple palabra: cultura, que quizá responde a un concepto abismalmente más elaborado. Incluso civilizaciones tan grandes como la mesopotámica y la egipcia no son para muchos merecedoras de poder usar la palabra cultura tal y como la entendemos actualmente y, para comprenderlo y poder acotar nuestro debate, tomaremos como punto de partida la cuna de nuestra sociedad actual: la Grecia antigua.
Los orígenes de la educación de nuestro siglo: el ideal de Paideia Aquí será, sin duda, donde encontraremos un salto histórico cualitativo y los cimientos de nuestra cultura tal y como la entendemos hoy en día. Puntualicemos estas últimas tres palabras. La realidad de nuestro tiempo: social, política, económica… y, por supuesto, educativa, está socio históricamente
Condicionada, es decir, lo que hoy consideramos como aceptable para nuestra sociedad, seguramente no lo será tanto tras varias décadas y, es más, no lo es ya para otros países con otras formas de entender la educación: para ello sólo tenemos que pensar en cómo se educa en una madraza y compararlo con nuestro sistema escolar.
Habiendo dicho esto, nos gustaría centrar nuestro estudio en el que se enseñaba y también discutiremos el por qué, pero prestando especial atención en el cómo y en el quién, para relacionarlo con la actualidad; nos interesa ver la manera en que los alumnos aprendieron y los profesores enseñaron, el papel que jugaron unos y otros a lo largo de la historia de la educación.
Así, respondiendo a cada una de estas preguntas conoceremos un poco más el pasado, entenderemos mejor el presente y, quizá, podremos elegir nuestro futuro.
Muy lejos queda la figura del primer pedagogo (1) que, normalmente era un esclavo de la familia elegido por la confianza depositada en él o por su incapacidad de realizar otras tareas más productivas y, aunque en muchas ocasiones era considerado como parte de la familia, sus funciones se reducían, entre otras pocas, a acompañar al niño de casa a la escuela y viceversa,
llevarle el material, comprobar que se comportara en público como era debido, con buenas maneras y honestidad, que llevara sus ropas con gracia y que estuviera siempre en silencio en presencia de sus mayores. Es decir, el pedagogo de entonces era una mezcla de varias profesiones pues tenía que curar, limpiar, vigilar y, quizá la más importante dentro del incipiente
Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), guiar, entre otras. La enseñanza propiamente dicha, en las escuelas públicas proporcionadas por el estado, corría a cargo del maestro que posteriormente tomaría el nombre de didáskalos, y la metodología utilizada era bastante tediosa y memorística, utilizando como textos de apoyo aquellos que reforzaban por
su contenido la moral de alumno. En el aula no todo se enseñaba a todos, la educación física y la música, pares esenciales del futuro ciudadano, estaban reservadas para las clases sociales más elevadas. Como vemos, para aquellos afortunados a los cuales estaba reservada todo tipo de educación, ésta sigue unos principios armónicos para lograr el equilibrio promulgado por la kalokagathía.
Relacionándolo con el modelo 3P de la enseñanza desarrollado por Biggs (Biggs, 1999, 2005; Biggs y Tang, 2007), uno de los modelos actuales más utilizados en educación, sobre todo en educación superior, podríamos llegar a la conclusión de que este tipo de docencia responde al primer nivel o teoría de enseñanza que, como veremos, es el menos elaborado de los tres
posibles y donde el profesor reconoce la existencia de buenos y malos estudiantes, y su responsabilidad sólo concierne al conocimiento y exposición de contenidos.
El profesor es el experto en los conocimientos, el sabio del escenario, que expone la información que los estudiantes tienen
que absorber y repetir con exactitud, según su capacidad, su motivación e, incluso, su carácter étnico. (Biggs, 2005, p. 40-41)
La cita seleccionada concuerda en gran medida con la metodología utilizada en la antigua Grecia, y que todavía sigue utilizándose irreflexiva e indiscriminadamente en todo el mundo. Será en el Siglo V a.C, más concretamente en su segunda mitad, donde encontramos la primera figura que podría ser calificada como profesionales de la educación, los sofistas. Al tildarlos de profesionales y teniendo en cuenta las diferencias sociales de la época, no es raro ver que su función no comprendía la formación de los ciudadanos de la polis, sino la formación de los que gobernarían a todos ellos, aristócratas de alta cuna a los cuales el simple hecho de su existencia merecía las mejores enseñanzas. Quizá sería algo parecido, si podemos utilizar este adjetivo, a los profesores de enseñanza superior
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