Fue Una Vez...

El tiempo hace su obra en todos los dominios de la vida. Todavía hay que ser consciente de eso y confiarle. Esto necesita mucha paciencia. Hace su obra sin saberlo nosotros y devuelve las cosas y los seres a sus plazos justos, es importante comprenderlo. Así es como se granjean la serenidad, el interior tranquilo. Haz le confianza es darse bases sólidas para continuar avanzando.

Fue una vez, en un barrio de Haití, Salto-de-Agua, vivía una adolescente de edad de dieciséis años del nombre de Guerline. La zona era fresca y arbolada.

Cuando la familia de la niña quería cocinar y se necesitaba agua; era a ella quien fue encargada de ir a buscarlo en el río no lejos de su casa, como es en algunos barrios de Haití.

Le gustaba ir a la fuente donde encontraba a la inmensa mayoría de sus amigas. Era para ellas cada momento de divertirse, comer frutas, hacerse confidencias y bañarse porque no había grande cosa que hay que hacer en el sector para distraerse.

Varias veces, encontraba a Ederson, el hijo del vecino de edad de diecisiete años que le gustaba bien. Cuando era el caso, ellos también iban acompañados juntos, charlaban y comían frutas. Cuando tenían aguacates, se sentaban en una roca gruesa para acompañar a sus aguacates con casabe. Así su amistad se cambió en un sentimiento tierno. No se retrasaban demasiado juntos para no descontentar a sus padres que no habrían visto bien su historia de amor, considerándoles demasiado jóvenes.

Un día, sin embargo se pararon sobre la roca para comer naranjas. Comiendo, se enviaban las semillas cerca de ellos sin tener cuidado verdaderamente con sus gestos. Sin darse cuenta, un naranjo acaba de crecer sin que lo hayan sospechado. Algún tiempo después, Guerline fue a la fuente, esta vez, no debía quedarse demasiado porque su madre la encargó de ayudarle a la cocina. Queriendo pasar un momentito con su enamorado antes de volver, vació su recipiente de agua por tierra. Y en este momento percibió el naranjo que estaba muy contento de ser quitado la sed porque la lluvia no había caído después mucho tiempo. En seguida, se acordó el momento en que juntos habían comido naranjas y dieron: "vamos a continuar regando este pequeño árbol, nuestro amor crecerá con él. Mientras viva bien no dejaremos de amarnos."

En lo sucesivo, le aportaba agua cada día. Los años pasaron, el naranjo lo aumenta en el mismo tiempo que su amor, como lo habían deseado. Sin embargo, cuando Ederson tuvo terminado su bachiller, pensó que verdaderamente debía comenzar a trabajar para obtener la mano de su enamorada. Así como no podía hacer su estudio universitario en el país, se iba en la República Dominicana para asegurarse de su futuro mientras que Guerline quedó en una universidad del país.

Guerline lloró mucho pero comprendió que la salida de Ederson era razonable, entonces se consoló y esperó.

Cinco años

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