Galeano. La escuela al revés
Enviado por virginiapincay • 22 de Noviembre de 2015 • Ensayo • 2.610 Palabras (11 Páginas) • 240 Visitas
Ensayo del libro “patas arriba. La escuela del mundo al revés”
Eduardo Galeano en su libro Patas Arriba explica que el mundo actual es “un mundo al revés“, ya que la corrupción es algo común que no se castiga. En la sociedad actual donde la corrupción, la desigualdad en todos los aspectos, la intolerancia, el racismo, la injusticia social, el narcotráfico, el poder de los medios de comunicación son de lo más frecuente en nuestra vida cotidiana
“el instinto asesino, es virtud humana cuando sirve para que las empresas grandes hagan la digestión de las empresas chicas y para que los países fuertes devoren a los países débiles, pero es prueba de bestialidad cuando cualquier pobre tipo sin trabajo sale a buscar comida con un cuchillo en la mano”. Esto que dice el autor lo podemos ver con los Estados Unidos de América, quien ha demostrado la efectividad de esa estrategia en los últimos 100 años al saquear los recursos de los países tercermundistas.
Como dice el autor “nunca nadie en la historia de América latina ha sido obligado a devolver el dinero que robó”. Pero claro, y esto en todo el mundo, el mayor problema es que “los políticos sin escrúpulos no hacen más que actuar de acuerdo con las reglas de juego de un sistema donde el éxito justifica los medios que lo hacen posible, por sucios que sean”.
Pero estas personas que delinquen siempre son los más poderosos y se aprovechan de los menos afortunados, y son estos últimos los que siempre pagan, y los ricos nunca pisaran la prisión ya que ellos son los dueños de las llaves de la cárcel
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La vida para nosotros está rodeada de violencia, corrupción e inseguridad, y se nos hace tan normal que nos hemos conformado y no hacemos nada para cambiar la situación a un ámbito más favorable, solo nos dedicamos a sobrevivir en este mundo, nos preparamos de la mejor manera para así tratar de tener un nivel de vida adecuado. Vivimos solo preocupándonos por nosotros mismos.
Pero esta violencia llega a nosotros en mayor parte por los medios masivos de comunicación, y es la televisión el medio más consumido por la población – ya que en una casa puede faltar la comida, pero no una televisión – Galeano nos dice “La publicidad, ¿estimula la demanda o, más bien, promueve la violencia? La televisión nos ofrece el servicio completo: no sólo enseña a confundir la calidad de vida con la cantidad de cosas sino que, además, brinda cotidianos cursos audiovisuales de violencia”.
El ser humano es por naturaleza morboso, de ahí que los programas de televisión con contenido violento son los más vistos por la población actual, siendo estos programas los que nos hacen ver más normal al mundo en el que vivimos.
Los noticieros están plagados de notas acerca de la inseguridad y la violencia del país, pero la verdad es que las vemos con indiferencia, porque como ya se mencionó ya es parte de nuestra vida. La verdad es que estamos mal informados y es que a la televisión – y cualquier otro medio masivo de comunicación – no le interesa si estamos informados o no, mejor dicho, solo nos presentan la información que el Estado quiere que veamos.
Ahora los medios, los medios masivos de comunicación, justifican los fines de un sistema de poder que impone sus valores en escala planetaria. El Ministerio de Educación del gobierno mundial está en pocas manos. Nunca tantos habían sido incomunicados por tan pocos.
La cibercomunidad naciente encuentra refugio en la realidad virtual, mientras las ciudades tienden a convertirse en inmensos desiertos llenos de gente, donde cada cual vela por su santo y está cada cual metido en su propia burbuja.
Los medios dominantes de comunicación están en pocas manos que son cada vez menos manos, y por regla general actúan al servicio de un sistema que reduce las relaciones humanas al uso mutuo y al mutuo miedo.
Los mass media de difusión universal han puesto por las nubes el precio de la libertad de expresión: cada vez son más los opinados, los que tienen el derecho de escuchar, y cada vez son menos los que opinan, los que tienen el derecho de hacerse escuchar.
Aunque los dinosaurios de la comunicación simulan competir entre sí, y a veces hasta se golpean y se insultan para satisfacción de la platea, a la hora de la verdad el espectáculo cesa y, tranquilamente, se reparten el planeta.
Ahora bien, Eduardo Galeano dice “La economía mundial exige mercados de consumo en perpetua expansión, para dar salida a su producción creciente y para que estas a su vez no se derrumben en sus tasas de ganancia, pero esto también exige brazos y materias primas a precio bajos, para abatir sus costos de producción. El mismo sistema que necesita vender cada vez más, necesita también pagar cada vez menos.” Siendo esto un factor importante para que existan las desigualdades sociales, principalmente entre los países ricos y los países pobres.
El consumismo se ha hecho algo convencional, ahora con la globalización mucho más. La publicidad y comunicación de masas incitan al público a adquirir productos innecesarios para su sobrevivencia, pero necesarios para su ego. Los países más afectados por el consumismo, son aquellos que se ubican en el sur de América; paradójicamente, los países que tienen más dificultades para obtener un buen PBI per cápita.
El consumidor ejemplar sólo se baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión. Sentado ante la pantalla chica, pasa cuatro horas diarias devorando comida de plástico. Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Todos pueden entender en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite.
La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar?
Expulsados por la agricultura moderna de exportación, y por la erosión de sus tierritas, los campesinos invaden los suburbios. Ellos creen que Dios está en todas partes, pero por experiencia saben que solo atiende en las grandes urbes.
La prensa propaga noticias más amarillas y sensacionalistas conforme pasan los años, las masas se preocupan por trivialidades y asuntos policiales, a la muerte la vemos todos los días.
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