La Esencia Del Renacimiento: El Despertar Del Hombre Laico
Enviado por patichiappini • 8 de Octubre de 2013 • 425 Palabras (2 Páginas) • 798 Visitas
Cuando por primera vez estudié la historia mundial, en el colegio secundario, fui sorprendido por las extrañas virtudes del ejército turco, que más o menos se sintetizaban así: en 1453 tomaba a Constantinopla y ponía fin, de tal manera, a la Edad Media; inmediatamente, una cantidad de señores se ponían a refutar Aristóteles con pesas que caían de una torre y planos inclinados, o mirando a través del tubo de un telescopio.
Esta doctrina sobre las propiedades del ejército turco es bastante popular y, aunque no sea con tal nitidez, figura en muchos textos escolares. Y hasta tal punto domina en la enseñanza que al doblar el cabo del año 1453 se pasa a otro volumen y a otro año de estudios.
Cuando ya de grande me interesé por la historia de la ciencia, encontré que en aquella época tenebrosa que antecedió a la caída de Constantinopla los europeos habían inventado o reinventado la pólvora, la imprenta, las armas de fuego, la brújula, la pintura al óleo, las catedrales, el molino de viento, el molino de agua, las lentes, el tim6n, la esclusa, la forja de fuelle, la medicina y la cirugía, el reloj mecánico, los fundamentos de la ciencia experimental, los vitrales, los esmaltes, los mapas mate-máticos, la navegación de altura, la industria de los tejidos y del vidrio. ¿Quiénes habían elaborado todo eso?
En general, es peligroso cortar la historia en pedazos. Pero, si debemos buscar el viraje que originó nuestra civilización, hay que buscarlo en la época de las Cruzadas. Es ahí, en las comunas burguesas, donde verdaderamente se inician los Tiempos Modernos, con una nueva concepción del hombre y su destino.
Entre el derrumbe del Imperio Romano y el despertar del siglo XII el mundo occidental se sume en lo que propiamente debería llamarse «edad media». El hombre se sumerge en los valores espirituales y sólo vive para Dios: el dinero y la razón emigran hacia mejores territorios, refugiándose en Bizancio, en el imperio musulmán, entre los judíos. Bajo la doble presión de la ética cristiana y del aislamiento militar, el hombre de Occidente renunció durante seis siglos a las dos potencias que mejor parecen representar los halagos de la materia y del pensamiento, la tentación del espíritu mundano.
Es difícil precisar por qué despierta Occidente. Lo que sucede es el resultado de infinitos factores, desde una ética hasta la belleza de una mujer, desde una estructura económica hasta el poder de convicción de un fanático a caballo. Es muy difícil, y a menudo muy bizantino, establecer las causas últimas de un acontecer histórico; parece mejor
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