La Microhistoria En La Historiografia
marielawaigadt28 de Marzo de 2012
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A modo de introducción.
Siguiendo la propuesta de la Cátedra Historia del Tiempo Presente, la duda acerca de la posibilidad de conocer es uno de los signos más contundentes de estos tiempos.
Así, la critica de la Modernidad forma parte de la Modernidad misma, en una combinatoria de pesimismo y de optimismo que caracterizan el pensar de finales del siglo ; el conocimiento histórico participa de la crisis de la Modernidad y puesta en duda de la cognoscibilidad de la historia ha abierto debates en el campo de las Ciencias Sociales, donde lo que se discute es la posibilidad misma de construir un proyecto social desde lo diverso y de la historia misma como narrativa comprensiva de la contradicción y la diversidad.
Nos interesa abordar el abanico de construcciones teóricas que caracterizan la crisis de la Modernidad manifestado en los nuevos modos de escribir historia, mas específicamente la Microhistoria.
Al respecto Levi expresa, ”En los años 70, cuando era militante político percibí, junto con otras personas, que había una lectura social muy genérica. En el caso de las solidaridades sociales, se tenía percepción, por ejemplo, que los obreros eran de izquierda, lo que no es necesariamente cierto. El problema era ver si los conceptos un poco automáticos de las solidaridades sociales que se utilizaban debían ser modificados a través de otras formas de análisis. Para mí, el nacimiento de la microhistoria es científico y político al mismo tiempo. Yo creo que la visión de la micro historia y la práctica de la historia hoy va más en la dirección de describir más dinámicamente. No se puede fotografiar un momento. La cultura y los hombres se organizan pero en desorden. El papel de los historiadores hoy es el de describir conceptualmente, el desorden. Como dice el gran antropólogo Federick Barth, hay que procurar conceptualizar el desorden.
Me parece que el historiador debe hacer lo posible para trasmitir a otros investigadores la idea de que hay que mirar a la sociedad como una configuración dinámica, sin imponer un orden artificial a una realidad que es caótica” . Siguiendo esta linea partiremos para la realización de este trabajo, a partir del libro de Guinzburg, titulado El queso y los gusanos. La cosmovisión de un molinero en el siglo XVI es publicado en Italia, en 1976.
Reflexiones historiográficas
Para comenzar diremos que, desde los años setenta la creencia de que un acercamiento racional y objetivo al pasado permitía recobrar el significado auténtico del pasado fue puesta severamente en duda. La historiografía se vio sacudida por nuevas corrientes, como así también por un conjunto de epistemologías y metodologías congregadas en torno al nombre de posmodernismo, aglutinando en un mismo concepto, el cúmulo de corrientes intelectuales que, en el campo de las ciencias sociales, pretendían romper radicalmente con la tradición. De esta manera se postulo la necesidad de acercarse a los documentos como textos, dejando de considerarlos como simples fuentes neutras desde una perspectiva intencional o ideológica.
Siguiendo a Levi "no es casual que el debate sobre la microhistoria no se haya basado en textos o manifiestos teóricos. La microhistoria es por esencia una práctica historiográfica, mientras que sus referencias teóricas son múltiples y, en cierto sentido, eclécticas. El método se interesa ante todo por los procedimientos concretos que constituyen la obra del historiador, la microhistoria no es susceptible de definirse por relación con las microdimenciones de sus temas y no posee un cuerpo de ortodoxia."
El postmodernismo reta a los historiadores a analizar a los textos históricos desde una nueva perspectiva, llevándoles a dudar de los «hechos objetivos» supuestamente transmitidos por ellos, les corresponde pues, una nueva forma de pensar lo temporal que altera los problemas de la legitimidad y el cambio.
De esta manera, el historiador no es capaz de reconstruir el pasado sino simplemente de volverlo a hacer presente (re-presentarlo), puesto que el camino al pasado no es directo, porque se produce a través de la mediación de los textos y de los iconos. Lo más característico de esta nueva tendencia es que postula una recuperación del relato y la narración en la historia. Al tiempo que, se retoman unos temas que habían sido desechados por ilegítimos y se utilizan unos documentos que hasta ahora habían sido considerado residuales o complementarios: el trasfondo histórico de las narraciones de ficción, la historicidad de las imágenes y de los símbolos, los vestigios arqueológicos o los documentos inquisitoriales.
Ya no se trata tanto de distinguir lo verdadero de lo falso en los textos, sino de analizar las relaciones entre el texto y el contexto. Se parte de la idea de que esas narraciones tienen una intencionalidad concreta. Se huye de una lectura ingenuamente racionalista y positivista de las crónicas, buscando una interpretación que tenga en cuenta sus simbologías, sus mitos, sus medias verdades y sus elocuentes silencios.
Se atribuye a las crónicas una «lógica social del texto», según la expresión acuñada por Gabrielle M. Spiegel: los textos históricos son al mismo tiempo producto de una sociedad y agentes de esa misma sociedad – tienen una función pasiva y otra activa. De este modo, se abarca la dimensión histórica de los textos —el contexto desde el que fueron articulados— y su dimensión literaria.
Por lo que se puede decir que la Microhistoria no constituye una técnica y menos una disciplina; en realidad debe ser comprendida - como un síntoma: como una reacción a un momento particular de la historia social que ella propone reformular. El mismo Levi apunta hacia algunos rasgos comunes que dan sentido al trabajo micro histórico: una respuesta a la incapacidad de los paradigmas estructuralistas, funcionalistas y marxistas para responder adecuadamente a los problemas económico-sociales, políticos-ideológicos y culturales planteados, renuncia a la predicción, al establecimiento de esquemas teóricos previos que sometan los hechos desde el "a priori" de la experimentación, y, por ello, descarta la atribución de una dirección preconcebida a los fenómenos históricos estudiados. Su objetivo será el intento de comprensión e interpretación –no de explicación bajo leyes generales- de la acción y conflictos humanos en su doble autonomía e inscripción en sistemas sociales normativos. Se entiende lo social como conjunto complejo de relaciones cambiantes dentro de contextos en permanente readaptación. La micro historia busca analizar los funcionamientos y a través de éstos generalizar conclusiones, especialmente para producir preguntas y respuestas que puedan ser comparables en otros contextos.
Escala, microhistoria y análisis
Según Giovanni Levi “En la microhistoria la reducción de escala se usa para entender la historia general. Se parte de que es posible al reducir el grado de escala y observar cosas aparentemente más generales. Esto podría ilustrarse si vemos como se emplea el microscopio. A través de éste, podemos ver cosas que antes no eran visibles al ojo pero que existían. Podemos poner un ejemplo más histórico: las migraciones. Para estudiarlas es necesario entender ¿quién emigra? La pregunta clásica de la cantidad de emigrantes no es una interrogante interesante para el historiador. Las preguntas de quién emigra y quién no emigra se convierten en problemas de la micro historia, pues para contestar estas interrogantes es necesario observar el problema en el ámbito familiar, en el ámbito de los rangos de hermanos y los ciclos de vida de la familia por sólo citar algunos casos ”.
Se intenta reconstruir, a partir de una situación particular, normal en tanto que excepcional, la manera a través de la cual los individuos producen el mundo social, por sus alianzas y sus enfrentamientos, a través de las dependencias que los vinculan o de los conflictos que los oponen. Se mueve metodológicamente en una escala reducida a través de una reconstrucción de actividades individuales que configuran coyunturas, a partir de las cuales es capaz de desplazarse a una escala estructural en la que se articulan esas actividades.
De esta manera, siguiendo lo antes expuesto, podemos decir que justamente en los años setentas va conformándose, en torno de la revista Quaderni Storici, un grupo que será el “núcleo duro” del proyecto intelectual de microhistoria italiana, y cuyos representantes principales han sido Eduardo Grendi, Giovanni Levi, Carlo Poni y Carlo Ginzburg.
Este último, se ha orientado, desde sus primeros trabajos, hacia el campo de la historia cultural. Él va a plantear que cuando se analiza el complejo universo de la cultura popular el problema que inmediatamente aparece es que esa cultura de las clases populares, durante siglos e incluso milenios, no encuentra registro escrito, dado que esas clases populares no supieron leer ni escribir hasta el siglo XIX. Es bien sabido que los procesos de alfabetización masiva de las clases populares son un hecho bastante reciente, que se remonta apenas a un siglo y medio o dos.
Un modelo de historia crítica para el análisis de las culturas subalternas
Pero si las clases populares no sabían leer ni escribir, ¿cómo se rescata el punto de vista que tenían sobre los procesos que se están estudiando? Ginzburg va a insistir mucho en que él no quiere saber lo que la clase dominante pensaba que era la cultura popular, porque eso es lo que ha sido toda la vida el folclor y la visión folclórica de las clases poderosas sobre las clases subalternas, sino que su
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