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La Riqueza De Las Naciones

maymedina8522 de Agosto de 2014

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INTRODUCCION

La riqueza de las naciones es un tratado que combina la moneda con la historia, la lógica con la teología. Su tesis económica es simple y puede resumirse en tres principios: a) Que, como ser económico, el hombre tiene el impulso natural del lucro; Que el universo esta ordenado de tal manera que los empeños individuales de los hombres se conjugan para componer el bien social; que el mejor programa consiste en dejar que el proceso económico siga su propi. Smith creía en un Dios Supremo que había ordenado el universo como un mecanismo perfecto donde todo funciona y que resulto, por imagen y semejanza, bueno. Esta premisa atraviesa las paginas de La riqueza, desde las reflexiones sobre el trabajo más elemental (Libro I) hasta la disertación sobre las funciones del Gobierno (Libro IV), a quien, supuesto el orden primigenio, no le toca otra tarea que mantenerlo. Para Adam Smith, la mejor política económica no precede del Gobierno sino de la acción espontánea de los individuos. El libro III y el IV abren el temario a cuestiones históricas de evolución y comercio, pero, por el recurso constante de ilustrar sus ideas con ejemplos cercanos en el comercio europeo, del propósito central de La riqueza de las naciones resulto también un mosaico de la época.

Cualquiera que sea el nivel de aptitud, destreza y sensatez con que el trabajo se ejercita en una nación, la abundancia o la escasez de su abastecimiento anual dependerá necesariamente, mientras exista tal nivel, de la proporción entre el numero de quienes anualmente se emplean en una labor útil y el de quienes no lo están de esta manera. El numero de obreros útiles y productivos, como veremos mas adelante, se halla siempre en proporción a la cantidad de capital empleada en darles ocupación y a la manera particular como este se emplea. En consecuencia, el Libro segundo trata de la naturaleza del capital, de la manera como se ha ido acumulando gradualmente, y de las diferentes cantidades de trabajo que pone en movimiento, según las distintas maneras de emplearlo.

Libro primero

CAPITULO I De la división del trabajo

Generalmente se cree que tal division es mucho mayor en ciertas actividades económicas de poca importancia, no porque efectivamente esa división se extreme mas que en otras actividades de importancia mayor, sino porque en aquellas manufacturas que se destinan a ofrecer satisfacciones para las pequeñas necesidades de un reducido numero de personas, el numero de operarios ha de ser pequeño, y los empleados en los diversos pasos o etapas de la producción se pueden reunir generalmente en el mismo taller y a la vista del espectador. Por el contrario, en aquellas manufacturas destinadas a satisfacer los pedidos de un gran numero de personas, cada uno de los diferentes ramos de la obra emplea un numero tan considerable de obreros, que es imposible juntarlos en el mismo taller.

El importante trabajo de hacer un alfiler queda dividido de esta manera en unas dieciocho operaciones distintas, las cuales son desempeñadas en algunas fabricas por otros tantos obreros diferentes, aunque en otras un solo hombre desempeñe a veces dos o tres operaciones. He visto una pequeña fabrica de esta especie que no empleaba mas que diez obreros, donde, por consiguiente, algunos de ellos tenían a su cargo dos o tres operaciones. Pero a pesar de que eran pobres y, por lo tanto, no estaban bien provistos de la maquinaria debida, podían, cuando se esforzaban, hacer entre todos, diariamente, unas doce libras de alfileres

En la agricultura, el trabajo del país rico no siempre es mucho más productivo que el del pobre o, por lo menos, no es tan fecundo como suele serlo en las manufacturas. El grano del país rico, aunque la calidad sea la misma, no siempre es tan barato en el mercado como el de un país pobre. En primer lugar, el progreso en la destreza del obrero incrementa la cantidad de trabajo que puede efectuar, y la divisi6n del trabajo, al reducir la tarea del hombre a una operaci6n sencilla, y hacer de esta la única ocupación de su vida, aumenta considerablemente la pericia del operario.

En segundo lugar, la ventaja obtenida al ahorrar el tiempo que por lo regular se pierde, al pasar de una clase de operación a otra, es mucho mayor de lo que a primera vista pudiera imaginarse

El hombre adquiere una mayor aptitud para descubrir los métodos mas id6neos y expedites, a fin de alcanzar un propósito, cuando tiene puesta toda su atención en un objeto, que no cuando se distrae en una gran variedad de cosas. Debido a la división del trabajo toda su atención se concentra naturalmente en un solo y simple objeto.

CAPITULO II

Del principio que motiva la división del trabajo

Es la consecuencia gradual, necesaria aunque lenta, de una cierta propensión de la naturaleza humana que no aspira a una utilidad tan grande: la propensión a permutar, cambiar y negociar una cosa por otra. No es nuestro propósito, de momento, investigar si esta propensión es uno de esos principios innatos en la naturaleza humana, de los que no puede darse una explotación ulterior, o si, como parece más probable, es la consecuencia de las facultades discursivas y del lenguaje

Las diferencias más dispares de caracteres, entre un filósofo y un mozo de cuerda, pongamos por ejemplo, no proceden tanto, al parecer, de la naturaleza como del habito, la costumbre o la educación. En los primeros pasos de la vida y durante los seis u ocho primeros anos de edad fueron probablemente muy semejantes, y ni sus padres ni sus camaradas advirtieron diferencia notable. Poco más tarde comienzan a emplearse en diferentes ocupaciones. Es entonces cuando la diferencia de talentos comienza a advertirse y crece por grados, hasta el punto de que la vanidad del filosofo apenas encuentra parigual.

CAPITULO III

La división del trabajo se halla limitada por la extensión del mercado

Así como la facultad de cambiar motiva la división del trabajo, la amplitud de esta división se halla limitada por la extensión de aquella facultad o, dicho en otras palabras, por la extensión del mercado. Cuando este es muy pequeño, nadie se anima a dedicarse por entero a una ocupación, por falta de capacidad para cambiar el sobrante del producto de su trabajo, en exceso del propio consume, por la parte que necesita de los resultados de la labor de otros

CAPITULO IV

Del origen y uso de la moneda

El hombre subviene a la mayor parte de sus necesidades cambiando el remanente del producto de su esfuerzo, en exceso de lo que consume, por otras porciones del producto ajeno, que necesita. El hombre vive así, gracias al cambio convirtiéndose, en cierto modo, en mercader, y la sociedad misma prospera hasta ser lo que realmente es, una sociedad comercial. Cuando comenzó a practicarse la división del trabajo, la capacidad de cambio se vio con frecuencia cohibida y entorpecida en sus operaciones. Es de suponer que un hombre tuviera de una mercancía mas de lo que necesitaba, en tanto otro disponía de menos.

El primero, en consecuencia, estaría dispuesto a desprenderse del sobrante, y el segundo, a adquirir una parte de este exceso. Mas si acontecía que este ultimo no contaba con nada de lo que el primero había menester, el cambio entre ellos no podía tener lugar.

Uno no puede ser mercader, ni los otros clientes, con lo cual todos pierden la posibilidad de beneficiarse con sus recíprocos servicios. A fin de evitar inconvenientes de esta naturaleza, todo hombre razonable, en cualquier periodo de la sociedad, después de establecida la división del trabajo, procuro manejar sus negocios de tal forma que en todo tiempo pudiera disponer, además de los productos de su actividad peculiar, de una cierta cantidad de cualquier otra mercancía, que a su juicio escasas personas serían capaces de rechazar a cambio de los productos de su respectivo esfuerzo.

CAPITULO V

Del precio real y nominal de las mercancías, o de su precio en trabajo y de su precio en moneda

el valor de cualquier bien, para la persona que lo posee y que no piense usarlo o consumirlo, sino cambiarlo por otros, es igual a la cantidad de trabajo que pueda adquirir o de que pueda disponer por mediación suya. El trabajo, por consiguiente, es la medida real del valor en cambio de toda clase de bienes. El precio real de cualquier cosa, lo que realmente le cuesta al hombre que quiere adquirirla, son las penas y fatigas que su adquisición supone

aunque el trabajo es la medida real del valor en cambio de todos los bienes, generalmente no es la medida por la cual se estima ese valor. Con frecuencia es difícil averiguar la relación

proporcional que existe entre cantidades diferentes de trabajo. El tiempo que se gasta en dos diferentes clases de tarea no siempre determina de una manera exclusiva esa proporción. Han de tomarse en cuenta los grados diversos de fatiga y de ingenio. Una hora de trabajo penoso contiene a veces mas esfuerzo que dos horas de una labor fácil, y más trabajo, también, la aplicación de una hora de trabajo en una profesión cuyo aprendizaje requiere el trabajo de diez años, que un mes de actividad en una labor ordinaria y de fácil ejecuci6n. El trabajo es su precio real, y la moneda es, únicamente, el precio nominal. De acuerdo con esa acepci6n vulgar puede decirse que el trabajo, como los otros bienes, tiene un precio real y otro nominal. El precio real diríamos que consiste en la cantidad de cosas necesarias y convenientes que mediante el se consiguen, y el nominal, la cantidad de dinero. El trabajador es rico o pobre, se halla bien o mal remunerado, en proporción

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