Los romanos
12385967427 de Enero de 2015
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Los romanos[editar]
Algunos historiadores ahora debaten acerca de la existencia de un asentamiento proto-romano, arribando a sostener la posibilidad de que haya existido un municipium que habría sido destruido por Lucio Cornelio Sila.
Sin embargo, la historia conocida de Florencia comienza tradicionalmente en el año 59 a. C. con la fundación por parte de los Romanos de una villa llamada "Florentia" y destinada a los veteranos del ejército. Según algunos historiadores la ciudad habría sido fundada por precisas razones políticas y estratégicas: en el año 62 a. C., Fiesole era una cueva de catilinarios y Cayo Julio César quiso una avanzada a solo 6 km para controlar las vías de comunicación. En el año 59 a. C., la estructura de la ciudad estaba ya bastante definida en sus componentes estructurales clásicos del castro (fortificación), esto es dos vías que se intersecaban y dividían en dos partes distintas el antiguo campamento militar.
La ciudad cesariana tenía el diseño clásico previsto por los agrimensores romanos: cuadrangular y subdividida a su interior por siete calles. Entorno al campamento militar romano comenzaban en tanto a ser construidos todos aquellos edificios que caracterizan las ciudades romanas: un acueducto (del Monte Morello), un foro (en la actual Plaza de la República), termas (al menos dos establecimientos), un teatro y un anfiteatro, mientras el territorio circundante era racionalizado con el parcelado de las áreas cultivadas. Existía también un puerto fluvial. Tomó cuerpo así una verdadera y propia ciudad y dado su origen militar, fue dedicada a Marte, que fue el primer patrono de Florencia.
En el año 285 d. C., Diocleciano, durante el reordenamiento del Imperio Romano, estableció en Florencia la sede del Corrector, esto es del comandante de la legión, que era responsable por toda la Tuscia, debido a la madurada importancia estratégica de la ciudad en el panorama regional. Los comerciantes orientales (entre los cuales una notable colonia establecida en Oltrarno apenas pasado el puente) portaron el culto de Isis primero y a continuación, a partir del siglo II, el cristianismo.
No quedan monumentos visibles del periodo romano porque Florencia tuvo un rápido desarrollo durante el periodo sucesivo y la Florencia medieval construyó y alargó la romana y se le sobrepuso. Hoy sin embargo afloran del subsuelo construcciones como por ejemplo el complejo termal descubierto en Plaza de la Señoría.
Pero el monumento más reconocible es el del anfiteatro que, si bien invadido por casas medievales de las cuales despuntan residuos de la primigenia construcción, mantiene todavía su forma elíptica; no por casualidad la calle que lo circunda fue bautizada Via Storta (esto es torcida)
Época Paleocristiana[editar]
Los primeros evangelizadores en Florencia arribaron probablemente del Oriente junto a los comerciantes sirios, griegos y carios. Tradicionalmente los historiadores medievales, como Giovanni Villani, atribuyeron la evangelización a los discípulos de San Pedro apóstol, cuales los oscuros san Frontino y San Paulino de Treveris. Y durante la persecución de Decio del año 250 es colocada la decapitación del mártir San Miniato, santo celoforo porque habría recogido su cabeza y caminó hacia el monte donde hoy surge la basílica a él dedicada.
Si estas leyendas son privadas de cualquier testimonio histórico, está en cambio documentada por el hallazgo de antiquísimas lápidas la presencia de cristianos en la zona de la iglesia de Santa Felicitas, dedicada a una santa cuyo culto estaba difundido en el Mediterráneo oriental.
En el año 313 es acertada la presencia de un primer obispo Félix, presente en Roma en tiempos del Papa Melquiades, y en el 393 San Ambrosio de Milán visitó la ciudad y fundó la iglesia de San Lorenzo entonces fuera de los muros.
Un decenio después, Florencia tenía un primer pater patriae, representado por el obispo San Zanobio, que organizó la Diócesis de Florencia y animó la resistencia de los florentinos contra la invasión de los godos, los cuales asediaron la ciudad pero fueron providencialmente derrotados por la llegada de Estilicón, el gran general del Emperador Honorio (405 - 406).
Según estudiosos como Lope Peña, en aquel periodo la ciudad se estaba despoblando: la villa romana encontrada bajo la Plaza del Domo estaba ya dividida en habitaciones más modestas antes de ser abatida para dar espacio a la platea episcopis. La hipótesis es que los latifundistas prefirieron abandonar Florencia para defenderse de un fisco demasiado pesado y para evitar que les fueran impuestas cargas administrativas que comportaban también la asunción de responsabilidades personales en la recaudación de las tasas.
Guerra Gótica[editar]
Florencia, como gran parte de Italia, terminó en manos de los godos del Rey Teodorico el Grande sin resistir. Durante las dos guerras góticas es ocupada por los romanos de Belisario en el año 541 y a continuación saqueada y devastada por Totila en el 550 antes de ser reconquistada por los bizantinos guiados por Narsés.
El ejército de Justiniano encontró una ciudad en ruinas y despoblada. Los bizantinos fundaron la iglesia de San Apolinar, hoy destruida, en honor del santo por ellos particularmente venerado.
Los Longobardos[editar]
En el año 570, la ciudad pasó a manos de los longobardos, los cuales eligieron Lucca como centro principal del área toscana. Florencia quedó fuera de los tráficos más importantes, y sufriría la decadencia. Resale propio a los longobardos la devoción de San Juan Bautista, típica de los pueblos de reciente conversión.
Entre el final del s. VIII y el principio del IX, después de dos siglos de decadencia completa, la ciudad ve el inicio de una nueva renacida, con una primera, tímida recuperación de las actividades económicas y un incremento demográfico, causado más que nada por la urbanización de gentes del condado espantadas por las periódicas correrías barbáricas.
Época Carolingia[editar]
Carlomagno estuvo al menos dos veces en Florencia: en el año 781, de regreso de Roma, y en el 786, cuando escucha las quejas de algunos monjes contra el duque longobardo Woodibrand. La presunta refundación de Florencia de parte del gran emperador es una hipótesis descartada, pero sostenida con énfasis por los cronistas antiguos, así como las lápidas que recuerdan su presencia en la colocación de la primera piedra de la iglesia de los Santos Apóstoles. De hecho la nueva dominación significó solo la sumisión a un duque franco en vez de longobardo y se debe esperar al menos hasta la época de Lotario I para asistir a un signo históricamente probado de renacida. En el 854 los condados de Fiesole y de Florencia fueron unidos y fue erigida Florencia como residencia del conde.
Iniciaba así el proceso asimilado por los florentinos al de "madre" e "hija" que llevó a la gradual crecida de importancia de Florencia respecto a Fiesole. Si en la ciudad y en los alrededores andaban surgiendo numerosas iglesias, el monaquismo en ciudad se veía solo con pequeñas instituciones de escaso relieve. Fue solo con la fundación de la Abadía florentina en el año 978 por Guillermo de Toscana que Florencia tenía una abadía benedictina que fuese también un centro de irradiación cultural. El hijo de Guillermo, Hugo de Toscana en tanto había signado otro fundamental suceso para Florencia: erigida como capital de la Marca Toscana, se tomó una revancha sobre Lucca que hasta entonces había sido la capital política de la región.
El Mille[editar]
El símbolo de la renacida ciudadana puede ser indicado con la fundación de la basílica de San Miniato al Monte, avenida en el año 1013 con la presencia del obispo Alibrand y con el beneplácito de Enrique II del Sacro Imperio Romano Germánico. La iglesia de los legendarios arcos, de los capiteles corintios y de la bella fachada en mármol blanco y verde signó, con el monasterio anexo, un ápice del románico en Toscana.
En el año 1055 se realiza el Plenario de Florencia con la presencia del Papa Víctor II y el Emperador Enrique III, que condenó la simonía y el concubinato del clero, inspirado por el movimiento de reforma querido por San Juan Gualberto. Sus seguidores se encontraron con los del simoniaco obispo Pietro Mezzabarba delante del monasterio de San Salvio, con la Prueba de fuego sostenida por Pietro Ígneo, que constriñó al obispo a la dimisión (1068).
Pocos años antes el marqués Godofredo de Lorena erigió la ciudad como su capital, y entre el 1059 y el 1061 llegó a la silla de San Pedro por primera vez un obispo florentino: Gerardo de Borgoña, que devino el papa Nicolás II.
El Cento[editar]
Si la obra de San Juan Gualberto había signado un primer golpe al clero corrupto, el problema no estaba sin embargo resuelto, y en toda la península comenzaron a formarse grupos de villanos que se rebelaban a la autoridad del clero: los llamados patavinos. Los encuentros entre herejes patavinos y el clero y, por primera vez, entre el embrión de güelfos y gibelinos (sostenedores respectivamente del papado y del poder imperial) fueron sin embargo frenados por la condesa Matilde de Canossa: ella logró el equilibrio de la península del Piamonte al Lacio, e hizo de mediadora entre los intereses opuestos. En Florencia tenía ella un castillo poco fuera de los muros (vecino a la iglesia de San Lorenzo) y su sola presencia ocasional bastó a sedar las rivalidades ciudadanas, al menos hasta su muerte,
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