Poder E Instituciones
Enviado por Meli1994 • 26 de Marzo de 2013 • 2.129 Palabras (9 Páginas) • 357 Visitas
PODER E INSTITUCIONES, SU INSCRIPCION EN LAS SUBJETIVIDADES
Una relación entre Derecho y Psicoanálisis
INTRODUCCION
El presente escrito arriba, desde las disciplinas del Derecho y el Psicoanálisis, el
interrogante acerca de cómo y de qué manera se inscriben las instituciones y el poder en
las subjetividades.
Interrogante que abre otros interrogantes:
En qué forma y a través de qué técnicas se inscriben el poder y las instituciones
en la subjetividad de los hombres.
Qué lugar ocupa el deseo (deseo de lo Inconciente) respecto de dicha
inscripción.
Cómo la experiencia psíquica fundamental (relación padre-niño en la que este
último constituye la autoridad) introduce al sujeto en el campo de la Ley y el
Poder.
Cómo se transporta el fenómeno existente en las relaciones jurídicas familiares
-donde hay un terreno ligado al amor y al temor, en el que bajo la figura del
padre lo inconciente se revela- a la sociedad, a la política y a las características
del poder.
En pos de visibilizar dichas cuestiones, se transitará por las nociones de:
- Discurso jurídico como discurso del poder.
- Técnicas de “hacer creer”. Mito fundante.
- Discurso del orden e imaginario social.
- Poder y deseo.
- Relación entre Derecho y Psicoanálisis.
- Triangulación edípica, castración, marcación jurídica.
- Captación amorosa de sujetos.
- Super-yo de la clínica y super-yo de la cultura. DESARROLLO
Enrique Kozicki, en Discurso Jurídico y Discurso Psicoanalítico, retoma a
Pierre Legendre para plantear que el discurso jurídico es el discurso del poder por
excelencia que domina y hace transitar al género humano mediante técnicas de “hacer
creer”. Existe así un manejo de las creencias, manipulación de las mismas para indicar
el objeto de amor, captando el deseo inconciente.
Esta operación sobre las creencias está sostenida por el mito fundador, en el cual
la persona del Pontífice encarna la Ley, sustituto del Ausente, del gran Otro. Y es en ese
nombre del Ausente que e Pontífice asegura la sumisión y la censura, amor del Jefe y
del Censor. La palabra del Pontífice es objeto de amor y ciencia rigurosa que acompaña
la función dogmática. El pontífice ocupa el lugar del Poder.
Más tarde, el orden laico borra al Pontífice, deviniendo el derecho político,
colocando en su lugar al Estado y al Padre de Familia como custodios de la sociedad
civil. De esta manera, el Estado es ahora la Ley, aquel lugar inaccesible donde reside el
Poder.
Ana María Cabanillas, en Aproximaciones al discurso jurídico, cita también a
Pierre Legendre en tanto recurso para explicar que el poder controla y como
consecuencia manipula el deseo de los otros. Se plantea entonces una dinámica en la
que es necesario ejercer un poder en cuanto a control del otro y donde ese mismo poder
que se ejerce produce angustia por el control que estable. Frente a esto, el poder debe de
ser mitificado y lo hace en base a dos elementos que permiten su instrumentalización,
elementos que, de alguna manera, diluyen la sensación de coacción que se establece a
través de la manipulación: el Orden (discurso del orden) y el Imaginario Social.
El discurso del poder queda así sostenido por un discurso del orden y por el
imaginario social que le permiten su perpetuación.
Enrique Marí, en Derecho y Psicoanálisis: Teoría de las ficciones y función
dogmática, desarrolla el concepto de dispositivo del poder en el que convergen, por un
lado, la construcción de un discurso del orden que asigna al resultado social en una
dada relación de fuerzas, una propiedad natural o divina: la de ser un orden necesario
Para el provecho del mundo. Por otro lado, la inserción del discurso del orden en
montajes de ficción, soportes mitológicos y prácticas extradiscursivas que apelan y
manipulan al psiquismo humano que pueden identificarse bajo el rótulo de imaginario
social, en el que se vuelven materialmente posibles las condiciones de reproducción del
discurso del orden. Por lo tanto, el discurso del orden y el imaginario social convergen en el
dispositivo del poder, del que constituyen instancias distintas pero no independientes.
El elemento que constitutivo del poder en la fuerza, quien lo produce pero que se
frustraría de no articularse con el discurso del orden y el imaginario social, quienes
constituyen las condiciones de reproducción del poder producido., son garantes de la
continuidad del poder conquistado o instituido a través de la fuerza. Así, en el interior
del dispositivo del poder, el discurso del orden y el imaginario social reactualizan la
fuerza transformándola en poder, haciéndolo constante y socialmente transmisible.
Transformada la fuerza en poder el discurso del orden y el imaginario social aseguran la
presencia del poder y los efectos de la fuerza aún estando ausentes.
El discurso del orden apela a la razón, pertenece al ámbito de lo cognoscitivo, al
de la teoría y las representaciones racionales. Desde aquí se legitima, enuncia y justifica
el dispositivo del poder.
El discurso del orden es también el espacio de la ley donde la fuerza halla su forma más
racional de distribución social al apropiarse de las técnicas con que las normas jurídicas
la transmiten bajo el nombre de coerción, coacción y sanción; es decir, con los
mecanismos de obediencia y control social del Derecho.
Así, el espacio de la ley es el espacio de la razón. Ley como fuerza-razón en
tanto transmite comunica fuerza y en cuanto a través de ella se producen operaciones
ideológicas de justificación del poder instituido.
Como se mencionó, el dispositivo del poder necesita para su funcionamiento y
reproducción que la fuerza y el discurso legitimante estén insertos en una estructura de
movilización de creencias discursivas pero también extradiscursivas que se
corresponden con el lugar del imaginario social. Su función es operar en el fondo
común y universal de los símbolos, identificando los más eficaces y convenientes a las
circunstancias de cada sociedad, para hacer marchar al poder. Para que las instituciones
del poder, el orden jurídico,
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