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Proceso historico previo a la profesionalizacion del ts.


Enviado por   •  29 de Agosto de 2016  •  Informe  •  1.709 Palabras (7 Páginas)  •  274 Visitas

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INTRODUCCIÓN AL TRABAJO SOCIAL.

Cátedra: Mag. LILIANA BONAVITA

FICHA DE CATEDRA : J.T.P.  LIC. MARÍA ESTER JURI

Abril 2016

FICHA COMPLEMENTARIA DE LA UNIDAD I  “SOBRE EL PROCESO HISTÓRICO PREVIO A LA PROFESIONALIZACIÓN DEL TRABAJO SOCIAL. En el período que abarca los siglos XVIII y XIX”.

Sin duda alguna rastrear en la historia de la profesionalización del trabajo social, centra su gran nudo de desenlace entre los siglos XVIII y XIX, época donde se estructuraron nuevos  escenarios y prácticas con respecto a la resolución de los problemas sociales, que se desplegaron en Europa radiando estos cambios en la totalidad del mundo occidental.

Fueron las Revoluciones que se originaron en estos siglos, las que generaron un proceso de gran transformación que fueron sedimentando el mundo contemporáneo, en la economía, la política y en la sociedad. Se impone un nuevo orden de la mano de la burguesía donde triunfa el liberalismo económico y político que se produce como consecuencia de la Revolución Industrial en las últimas décadas del siglo XVIII en Inglaterra, consolidando a la alta burguesía o sociedad burguesa, y por otro lado, el estallido de la Revolución Francesa en 1789 libera la gestación de nuevas ideas políticas y sociales, pues a partir de allí se declaran los Derechos Humanos y se enarbola la consigna de igualdad, fraternidad y libertad.

Como consecuencia de la revolución francesa nace la crítica racionalista y el método experimental que conllevaron a una Revolución Científica, que dio comienzo a una etapa de progreso de la tecnología y la ciencia, que involucró el plano de las ideas religiosas como el teocentrismo (Dios como centro del universo), ideas estas provocaron el corrimiento de la religión como principio y fin del universo y fueron desplazadas hacia el antropocentrismo (el hombre como centro del universo) donde se asientan las “luces de la razón” dando fin al oscurantismo medieval. El Iluminismo o Ilustración fue un movimiento heterogéneo  con un fuerte bagaje ideológico que propició conocer el mundo, investigarlo e interpretarlo abandonando todo preconcepto. Esta corriente ideológica también tuvo su soporte en la expansión comercial (capitalismo mercantil) que había empezado a gestarse en el siglo XV con el avance ultramarino de potencias como era Inglaterra, Francia y España (colonización de América y el Caribe, para Latinoamérica se inicia en 1492) que conllevaban el inicio de rutas comerciales, lo que ofrecía nuevas perspectivas y aproximaciones a culturas y realidades humanas diferentes, que contribuyó a modificar puntos de vistas e ideas, que fueron tomadas por pensadores y filósofos, estas ideas influenciaron especialmente sobre la política Europea, abarcando el ambiente cultural de la época.

En Inglaterra la incorporación de la máquina en sectores manufactureros, y la utilización creciente de nuevas fuentes de energía que reemplazaban la fuerza humana, generando en menor tiempo mayor producción, provocaron progresivamente una nueva etapa de crecimiento económico, conocido como la revolución industrial. Este progreso se consolida en las últimas dos décadas del siglo XVIII y hasta mediados  del siglo XIX con la máquina a vapor, energía que se utilizó en el desarrollo de los barcos y  el ferrocarril, el motor de combustión interna, la energía eléctrica, la industria pesada. Las innovaciones en la tecnología incrementaron el volumen de los bienes producidos, así como la expansión de los mercados transformaron estructuralmente el proceso de producción; esta revolución alteró radicalmente la relación de vida económica de aquel mundo sostenido por la agricultura y la tarea artesanal; siendo este proceso de alto deterioro de los trabajadores domiciliarios, también conocidos como artesanos, debido a que las herramientas que ellos iban incorporando para realizar las tareas quedaron en inferioridad de condiciones frente a las máquinas que poseían las fábricas manufactureras; ante la imposibilidad de competir como trabajadores independientes (artesanos) o los que llegaban del campo (tareas agrícolas) a las zonas urbanas en busca de sustento, se vieron obligados a vender su fuerza de trabajo a aquellos que ahora controlaban las medios de producción (clase burguesa o sociedad burguesa). De esta forma, la nueva sociedad industrial visibiliza una nueva manera de producción, una nueva forma económica y una nueva forma de distribuir esa economía en puja y progreso, que poco se acercaban a las ideas que dieron origen a la Revolución Francesa, pues, quien poseía capital y podía acceder a comprar tecnología, a comprar materia prima y tener un espacio físico propio o alquilado, organizaba la producción de acuerdo a sus intereses particulares.

Así como la tecnología desplegaba sus alas, las ciencias también avanzaban no sin generar diferentes tipos de conflictos y consensos entre diferentes actores. Hubo en juego intereses de poder en el ámbito religioso, político, económico y social. Simultáneamente a los hechos sucedidos hubo quienes querían regresar al Antiguo Régimen (volver a las monarquías absolutas), eran los llamados restauradores o reaccionarios, que se resistían a perder los privilegios obtenidos como la nobleza y el clero como institución iglesia, que ya venía perdiendo fuerza y feligreses con la Reforma Protestante.  La alta burguesía, era consciente que no se podía volver atrás, pero que sí podían realizarse algunas reformas sociales, económicas y políticas eran los reformistas o conservadores que iban en busca de un nuevo orden. Mientras que los ideales de igualdad, fraternidad y libertad de la baja burguesía (campesinos pobres) y de los incipientes movimientos obreros (el proletariado), fueron los que encarnaron a los revolucionarios que también como la sociedad burguesa bregaban por un nuevo  orden, aunque con el devenir del  tiempo ambos intereses fueran contrapuestos. En este escenario convulsionado se inicia una nueva división social y del trabajo, que dio pie al desarrollo de problemas sociales y laborales, capital/trabajo, que demandaban mejoras en las condiciones de vida de las clases más desfavorecidas, éstas van a tomar un curso más visible durante el siglo XIX, por la vía del sindicalismo, el socialismo, el anarquismo o el comunismo quienes van a dar cuenta de  estos conflictos. Podríamos resumir que la caída del Absolutismo Monárquico, la tecnología de la revolución industrial, el ideario de la revolución francesa, el inicio y formación del Capitalismo con ideas liberales conllevan a un escenario de surgimientos de dos clases, al decir de Karl Marx antagónicas, por un lado la alta burguesía y por el otro, el movimiento obrero o clase proletaria, ambas clases buscan un cambio, que se inicia con un período revolucionario en la primera mitad del siglo XIX, la Revolución de 1820 y 1830 de carácter liberal en el ámbito de la política y la economía hacían ganar espacio y poder a la clase burguesa acompañado de el avance de la tecnología que conllevaba una fuerte impronta capitalista, de este modo se establecía un orden planetario (países industriales y países proveedores de materia prima y consumidores de productos elaborados) además de provocar una fuerte contradicción donde se evidenciaba que en sus polos de desarrollo crecían las tensiones provocadas por una estructura política, económica y social que desde sus inicios el progreso y el bienestar material solo alcanzaba a una parte de la sociedad y además parecía sustentarse en la miseria y exclusión de grandes sectores de la población que se concentraba en los suburbios de las grandes ciudades, es decir sobre el proletariado. Con el fracaso de la Revolución de 1848 para el proletariado finaliza lo que los historiadores dieron en llamar “la primavera de los pueblos”  o “Año de las revoluciones” que pone fin al ideario de la revolución francesa, no obstante emerge un movimiento obrero o proletariado más organizado, dentro un escenario marcado por la desigualdad donde las nuevas protestas que se irán generando a lo largo de toda la historia de esta clase proletaria va logrando conquistas que van mejorando o reformando su situación en los diferentes procesos socio históricos, que llegan a nuestros días.  Esto significa que los numerosos problemas sociales que derivaron de las revoluciones de los siglos XVIII y XIX no pudieron ser resueltos adecuadamente por las instituciones humanas más antiguas, la familia, el vecindario, la iglesia y la comunidad.

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