Resumen De Artes

La función de los coleccionistas de arte

Grande fue mi sorpresa al ver el título El arte de robar en una nota publicada el domingo 29 de julio, donde se menciona mi nombre, cuando en mi vida es fundamental el arte de dar. Recientemente he creado en Buenos Aires una fundación a la que he donado la colección de arte precolombino, que se menciona; asimismo, doné el local y otras de mi autoría. Es visitada casi a diario por grupos de distintos museos, universidades, colegios y particulares tanto extranjeros como locales y así seguirá siendo aun después de mi muerte.

La fundación también se dedica a la publicación de estudios sobre arte precolombino y etnográfico. En este momento está por publicar un estudio sobre metalurgia pre-hispánica en el noreste argentino y un catálogo sobre el arte Mapuche. Asimismo, he donado al Estado uruguayo una colección de pinturas y esculturas de los artistas más importantes y fundacionales de ese país. Se visita desde hace dos años en la ciudad de Maldonado.

Es un grave vacío no tener un Estado que se interese en la cultura, no existe una política cultural que supere las políticas partidarias. Necesitamos una legislación que valore la importancia de los museos y colecciones privadas de arte precolombino, tal como sucede con otras ramas del arte. No debemos olvidar que la mayoría de los museos del mundo han sido creados por fundaciones o instituciones sin fines de lucro, como el Smithsonian, de Washington. Las leyes actuales son obsoletas, pues fueron creadas a principios del siglo XX y supuestamente el Estado, que tendría que ser custodio de nuestros tesoros arqueológicos, es el principal desinteresado.

En vez de atacar a los coleccionistas privados, habría que revisar los inventarios de los museos públicos aquí y en el interior, para saber el destino de muchas de las principales piezas arqueológicas del país. En el interior los museos son saqueados a diario y las mejores piezas se venden en el exterior o circulan en el mercado local ofrecidas a veces por empleados de los propios museos. Incluso algunos arqueólogos están en contra de los coleccionistas desde los diarios y revistas y por atrás ofrecen piezas a la venta.

La colección Di Tella duerme en los húmedos sótanos del Museo de Bellas Artes, la colección Muñiz Barreto, en los sótanos del Museo de La Plata, la colección Hirsch, que gracias a la gestión del canciller Di Tella, es hoy propiedad del Ministerio de Relaciones Exteriores, está en cajones, sin tener un destino cierto. Con un Estado ausente y una legislación obsoleta, los coleccionistas locales intentan impedir la salida masiva de las piezas más importantes al mercado exterior. La responsabilidad mayor es del Estado y de las Instituciones públicas, que critican las iniciativas privadas y no hacen nada por defender el patrimonio de todos los argentinos. Quiero finalmente citar

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