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UNO


Enviado por   •  4 de Mayo de 2014  •  Informe  •  1.369 Palabras (6 Páginas)  •  285 Visitas

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UNO

Brian Blake, acurrucado a oscuras, rodeado de humedad, con el miedo atenazándole el

pecho y un dolor punzante en las rodillas, piensa que si tan sólo tuviera otro par de

manos podría taparse los oídos y tal vez mitigar el ruido que hacen las cabezas

humanas al ser aplastadas. Desgraciadamente, Brian sólo tiene dos manos y ahora

mismo las necesita para taparle las orejas a la niña que tiene al lado, dentro del

armario.

La niña, de siete años, no deja de temblar entre sus brazos, se estremece con

cada ¡chas! que se produce fuera de forma intermitente. Y luego viene el silencio; sólo

se oye el ruido de las pisadas pegajosas en el suelo cubierto de sangre y una oleada

de susurros crispados procedente del vestíbulo.

Brian tose otra vez. No puede evitarlo: lleva días luchando contra ese condenado

catarro, esa molestia obstinada que no logra quitarse de encima y que le afecta las

articulaciones y le provoca sinusitis. Le pasa todos los años en otoño, cuando llegan a

Georgia los días fríos, húmedos y sombríos. La humedad le cala los huesos y absorbe

toda su energía, le roba el aliento. Y ahora nota la penetrante puñalada de la fiebre

cada vez que tose.

Un nuevo ataque de tos lo obliga a doblarse con un movimiento seco. Resuella

mientras sigue presionándole las orejas a la pequeña Penny. Sabe que con tanto ruido

atrae la atención de todo lo que hay al otro lado de la puerta del armario, por los

rincones de la casa, pero no puede hacer nada. Al toser, ve estelas de luz, minúsculas

filigranas de fuegos artificiales que surcan sus pupilas ciegas.

El armario, de apenas metro y medio de ancho por uno de fondo, está oscuro

como un pozo y apesta a naftalina, heces de rata y madera vieja. Hay unas fundas de

plástico para abrigos colgadas que en la oscuridad le rozan la cara. Su hermano

menor, Philip, le dijo que podía toser en el armario. Que ahí dentro podía toser todo lo

que le saliera de los cojones, aunque atrajera a los bichos. Pero que más le valía no

pasarle el catarro a su niña. De lo contrario, Philip le abriría la cabeza.

El ataque de tos pasa.

Instantes después, nuevas pisadas torpes que alteran el silencio en el exterior del

armario: otra de esas cosas muertas que entra en la zona de matanza. Brian le aprieta

más las orejas a Penny, que se estremece ante otro movimiento de la Sonata del

Cráneo Aplastado en Re menor.

Si tuviera que describir el barullo que le llega desde fuera de su escondite, Brian

Blake se remontaría a los días en que tuvo una tienda de música que fracasó y diría

que las cabezas que reventaban sonaban como la sinfonía de percusión que

seguramente tocarían en el infierno: como un ocurrente descarte de Edgard Varèse o

un místico solo de batería de John Bonham, con versos y estribillos que se van

repitiendo... La pesada respiración de los humanos, las pisadas arrastradas de otro

cadáver semoviente, el silbido de una hacha, el golpe seco del acero al hundirse en la

carne...

Y un final apoteósico: el ¡plaf! del peso muerto, húmedo, contra el parquet

pringoso.

El cambio de ritmo en la acción le produce otro escalofrío febril que le recorre la

espalda. Vuelve a hacerse el silencio. Ahora que los ojos ya se le han acostumbrado a

la oscuridad, Brian distingue el primer reguero de espesa sangre de arteria colándose

por debajo de la puerta. Parece aceite de motor. Aparta suavemente a su sobrina del

charco que se extiende y la coloca junto a las botas y paraguas alineados a la pared

del fondo.

Los bajos del vestido vaquero de Penny Blake tocan la sangre. La niña retira la tela

rápidamente y frota la mancha como si el mero hecho de absorber la sangre pudiera

infectarla.

Otro ataque de tos convulsa hace que Brian se incline. Trata de combatirlo

tragándose las punzadas como de cristales rotos que siente en la garganta seca y

rodea a la niña con los brazos. No sabe qué hacer ni qué decir. Quiere ayudar a su

sobrina, susurrarle algo que la tranquilice, pero no se le ocurre ni una sola cosa que

pueda hacerlo. El padre de la niña sí sabría qué decir. Philip sí. Siempre sabe qué

decir. Philip Blake es el tipo que dice las cosas que todo el mundo desearía

...

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