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Enviado por   •  11 de Febrero de 2015  •  1.027 Palabras (5 Páginas)  •  222 Visitas

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ENSAYO

LIBRO: EL ALMA DE LA TOGA

AUTOR: ANGEL OSSORIO Y GALLARDO

EDITORIAL: PORRUA S.A. DE C.V.

INTRODUCCION:

Una vez leído este compendio de pensamientos y afirmaciones, la pregunta es: ¿Acaso es un Manual de Conducta hacia los Abogados o más bien dirigido a los Licenciados en Derecho, para regir sus conductas para el buen desempeño de su carrera?. Así lo creo o lo pienso.

En nuestra sociedad, existen muchos Licenciados en Derecho, que faltos de toda ética profesional, humanismo y deseosos de “triunfar”, y me refiero no al triunfo que en lo profesional pudiera entenderse; sino el triunfo económico que desafortunadamente, en nuestro País, da muestra de un logro hacia el mismo abogado, como para la sociedad en general, tienden a faltar al sentido común y al arte de ejercer el Derecho.

CUERPO.

Urge reivindicar el concepto de abogado, el título universitario no es de abogado, sino de Licenciado en Derecho, que autoriza para ejercer la profesión de abogado, porque la formación cultural es absolutamente distinta de la profesional, reunir en una sola mente la elevada serenidad y la astucia, ya que la misión del abogado se expresa por medio del arte; el fomento de la paciencia para con el cliente, el respeto para el

tribunal, la cordialidad para los compañeros, la firmeza para el pensamiento y la consideración para él de los demás; esto sin caer en la mansedumbre, la humillación y el amor propio. La rectitud de la conciencia es mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos, por lo que ha de ser, bueno, firme, prudente, ilustrado y tener pericia.

El tesoro de ser abogado, consisten en la fuerza de las convicciones, la definición de la justicia, el aliento para sostenerla, el noble estímulo para anteponerla al interés propio, el sentimentalismo lírico para templar las armas del combate y la liberación de la ira con el más eficiente antídoto que es el desdén.

El Derecho no establece la realidad, sino que la sirve, lo que al abogado importa no es saber el Derecho, sino conocer la vida. El derecho positivo está en los libros. Se buscan, se estudian y en paz. Pero lo que la vida reclama no está escrito en ninguna parte, justicia no es fruto de un estudio, sino de una sensación. La pugna entre lo legal y lo justo no es invención de novelistas o dramaturgos, sino producto vivo de la realidad. El Abogado debe estar bien apercibido para servir lo segundo, y esto no es estudio sino sensación.

La Abogacía no se cimienta en la lucidez

del ingenio, sino en la rectitud de la conciencia. Esa es la piedra angular.

Y es aquí donde se desprende el de aceptar o repeler un asunto, pugna entre la moral y la ley, malo será que erremos y defendamos como moral lo que no lo es; pero si hemos equivocado de buena fe , podemos estar tranquilos, que se ha confiado la solución del conflicto al criterio y no al estudio, se debe resolver en el sentido que la moral nos marque.

Nunca ni por nada es lícito faltar a la verdad en la narración de los hechos, considerando que nosotros no existimos para nosotros mismos, sino para los demás.

El abogado está obligado a

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