EDUCAR Y CUIDAR, DOS TERMINOS INSEPARABLES. Claudia Gerstenhaber.

EDUCAR Y CUIDAR, DOS TERMINOS INSEPARABLES. Claudia Gerstenhaber.

Los estudios hace tiempo nos han revelado que el tipo y la calidad de la asistencia infantil proporcionada tanto en el ambiente familiar como en las instituciones, son factores cruciales para el desarrollo cognitivo y emocional; sin embargo, sus implicancias están lejos de ser incorporadas a la vida cotidiana de las instituciones.

Históricamente, estas instituciones de adaptaban muy poco a las necesidades de los bebes, pero últimamente pasaron del modelo de guardería (guardar a los niños), a una propuesta educativa en la cual lo asistencial se integra y se resignifica desde una perspectiva pedagógica.

Se ha comprobado que, el ingreso de los niños a las instituciones materno-infantiles está directamente vinculado con los horarios de trabajo de los padres y el tiempo de permanencia en las instituciones dista mucho de ser un tiempo beneficioso para el niño, ya que la mayor parte de los niños pasan 8 horas o más en la institución.

¿Hablamos de riesgos?

John Bowly (1951) analiza la influencia adversa que el cuidado maternal inadecuado durante la primera infancia tiene que sobre el desarrollo de la personalidad. Plantea una importancia en cuanto a la aguda aflicción de los niños que se ven separados de aquellos a quienes conocen y aman. También indica que a una institución parece resultarle difícil proporcionar cuidados maternos de la calidad y cantidad esperados en un ambiente familiar.

Se debe poner en cuestionamiento que le sucede al niño cuando no recibe los cuidados adecuados, cuando sus necesidades emocionales no son respondidas, como así también, acerca de los riesgos para tratar de comprender mejor en qué consisten y como se construyen estrategias para garantizar un espacio de crecimiento que brinde seguridad emocional al niño.

Investigaciones de James Robertson, han tenido el propósito de contribuir al mejoramiento de las prácticas en las instituciones dedicadas al cuidado de niños. Observaciones confirman que en circunstancias en las cuales se priva al niño de un vínculo estable que le provea cuidado maternos, con el tiempo llega a actuar como si los cuidados maternales y el contacto con los seres humanos no tuvieran mucho significado para él. Manteniéndose alejado de las personas, evita ser tratado de un modo hostil, es decir, que tiene miedo de sentirse apegado por temor a otro rechazo. Los autores infieren, que en la medida que le provean al niño institucionalizado cuidados sustitutos maternos se lograra garantizar el apego con la figura real de la madre.

Robertson afirma que lo que habitualmente se consideraba como una consecuencia directa de la separación, es causado por el sistema de cuidados inapropiado: no es la separación de la madre en sí misma la que es nociva, sino que tipos de cuidados se le proveen al niño en ausencia de la madre. No se trata de sustituir a la figura real de la madre, sino cubrir el vacío de función materna en la que se encuentra el niño.

La teoría del apego

 Bowly desarrolla con profundidad la teoría del apego para explicar mejor los fenómenos vinculados a las relaciones tempranas del niño con las figuras de crianza.

Ainsworth se dedica a investigar los problemas del apego y la separación en un estudio en el cual observa las respuestas de los niños sometidos a una situación de prueba en un entorno que les resulta extraño. Allí observa falta de interés o ambivalencia, hasta inhibición para explorar la situación extraña en presencia y luego en ausencia de sus padres. Hallazgos muestran que existe una relación directa entre un apego seguro con la madre y la manifestación de seguridad en sí mismo para abordar situaciones nuevas y entablar nuevos vínculos.

La teoría del apego muestra que cierto tipo de dependencia es necesaria para el desarrollo de la confianza en sí mismo. Esta conducta de apego se activa frente a determinadas situaciones.

Bowly define al apego como “cualquier forma de conducta que tiene como resultado el logro de la conservación de la proximidad con otro individuo claramente identificado, al que se considera mejor capacitado para enfrentarse al mundo”.

Los chicos muestran apegos preferenciales, hay jerarquías de preferencias, pero si se encuentran en una situación extrema y no hay una figura conocida disponible a quien acudir, aceptan incluso a un desconocido amable. Por lo que se puede afirmar que hay apegos múltiples que se manifiestan en diversas circunstancias, pero un apego duradero está limitado a unos pocos.

La forma en que reacciona un niño ante la separación de un vínculo de apego o figura proveedora de cuidados carece estar relacionada con la sensación de un aumento de riesgo. Es decir, toda separación de un vínculo de apego es vivida como si aumentaran los riesgos, aunque no haya ningún peligro real.

Cuando un niño no ha podido establecer apegos porque no encuentra un adulto sensible que le dé una respuesta adecuada, surge una sucesión de etapas, que pueden desembocar en un estado de desapego. Puede ser que el niño no logre manifestar conductas de apego en forma temporal, pero si la incapacidad de manifestar apegos permanece, es preocupante.

En los casos en que los niño son objeto de cuidados maternos insensibles, las consecuencias son deplorables. Aumenta el temor del niño a perder a su madre, aumentan sus demandas en relación con la presencia de ella y también su ira ante las ausencias.

Contribuciones de la teoría del apego a las prácticas pedagógicas

En cuanto a la teoría del apego se pueden inferir algunas cuestiones que son relevantes para mejorar las prácticas cotidianas, y esta mejora puede operarse desde una comprensión surgida de una reflexión. Toda reflexión requiere herramientas teóricas que nos permitan ver y hacer una lectura para discriminar los factores que inciden en cada institución y comprender las posibles causas y luego formular hipótesis explicativas.

Las investigaciones acerca de la teoría del apego nos ayudan a organizar mejor la tarea en la medida en que nos permiten encontrar respuestas a preguntas como: ¿Qué es más nocivo o que es más complejo para el niño: que un vinculo se rompa o que no se establezca? A esto se le presto escasa atención y presenta un gran interés teórico y una enorme importancia para la práctica y la organización institucional. Toda organización de la tarea será diferente si pensamos que el factor nocivo es la imposibilidad de establecer vínculos de apego y no la ruptura de un vínculo.

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