ENSAYO: ELOGIO DE LOS JUECES
Enviado por Betito1006 • 4 de Julio de 2014 • 2.091 Palabras (9 Páginas) • 669 Visitas
EL ELOGIO DE LOS JUECES
El escritor manifiesta su creencia en el derecho; encarnado en el hombre que representa el juez y a su manera, lo idolatra y le establece un homenaje dentro del escrito.
El autor de la obra comienza haciendo una narración de la vida del abogado ante un juez, la creencia de la imparcialidad con la que puede emitir una decisión, ya sea por elementos humanos o defectos al momento del desarrollo de un procedimiento, y que por desgracia puede tener dicha autoridad, así mismo la contraposición a dicho pensamiento, la objetividad y falta de profesionalismo con la que emite sus decisiones, sin importar las circunstancias antes mencionadas.
Trata de igual forma la superioridad con la que se observa a la autoridad (juez), sin embargo no se deja de observar a éste como una persona que puede impartir justicia sin importar la habilidad de los abogados, siempre apegado a la legalidad de sus actos, en algún momento la sentencia puede o no adaptarse a la verdad, hecho que en la vida del abogado es reclamado con frecuencia ¿la verdad se reproduce en una sentencia? Así mismo señala en su obra, en algún momento, de forma un tanto aceptable que el juez es el derecho hecho hombre.
Cabe hacer la precisión que la presente obra y ejemplos son tomados de los juicios orales, si los cambios que regularmente se dan entre los comportamientos, lenguajes y gesticulaciones que tienen los litigantes, señalando que el comportamiento observado fuera y dentro de un juzgado son diferentes y se pregunta ¿sí con el cambio de actitudes sería tomado en cuenta más por los tribunales?
De igual forma que la actitud del litigante debe ser consciente y razonable, dominar los nervios y no dejar que el rival hablando de la contraparte en un juicio se apodere de su control, por el contrario debe responder las ofensas con amabilidad, lo anterior se puede interpretar como en no perder la cabeza y la objetividad en un asunto y mucho menos que los cambios de tesitura de voz o de sentido den la razón del de posante, lema que puede y debe ser tomado en consideración en la vida del litigante, no obstante no debemos de dejar de observar que el abogado que tenga la razón no necesita gritarla si no con plena convicción demostrarla ante cualquier tribunal.
Se acerca en la narrativa a quienes señalan, entre otras cosas el desacuerdo que tienen con algunos abogados, que lejos de defender una causa retan en conocimientos a los mismos jueces, causando molestia a éstos, que dice no adolecen de conocimientos y lejos de enseñar algo saben que las supuestas lecciones son tendientes a salvar su caso.
Lo anterior es comprensible si ponemos en un plano de desigualdad al abogado con la autoridad, ya que de ante mano se encuentran en diferentes planos y condiciones, dice que es mejor comenzar declarando la conformidad con éste que contradecirlo en su argumentación.
El autor señala en el desarrollo de su obra enumera una serie de diferencias entre el abogado y los jueces, siendo una de ellas la experiencia, que sólo da la edad, remarca tal diferencia al referir el sistema ingles en donde los más ancianos ocupan puestos mayores en los tribunales, el abogado puede exigir más ingenio y más fantasía que la un juez, en cambio señala que el juez necesita carácter del cual adolece el abogado, para determinar el caso concreto.
Continúa enumerando otras diferencias, que por sí se crean y que pueden ser desde aquellas, sutiles como la ubicación física de los jueces en relación con la de los abogados, que en varios países siempre van colocados por encima de éstos, “arriba en los estrados que los lugares bajos de los abogados”, lo anterior no tendría relevancia aparente si no es que como algunos jueces esa diferencia de altura lo crea también de conocimientos, lo que aún más los engrandece es la misma forma de dirigirnos a ellos como en nuestro sistema “su señoría”, calidad que de antemano pone en evidente diferencia con el abogado postulante.
En su obra de igual forma hace alusión a la figura del ministerio público y lo pone en un dilema, ya que tiene que mantener y defender la acusación como un abogado defensor y como guardador de la ley imparcial como un juez.
En otro punto de ésta lectura el autor tomo un tema al cual denomina oratoria forense y que para el punto en el cual nos encontramos del estudio de los nuevos juicios orales sería de suma importancia poner topes a éstos, en el entendido que dicha oratoria, es aquella en la que los abogados alargan sus discursos siendo que en pocas palabras pueden y deben hacer notar su verdad a la autoridad judicial, sin distraer en absurdos y aburridos diálogos carentes de forma y contenido.
En ese orden de ideas y de total acuerdo con él, se debería implementar en cada escuela de derecho una clase específica de técnicas de la oralidad, así pues señala con gran oportunidad el autor que debería existir en toda facultad de derecho ejercicios sobre los discursos orales, señala que haría ejercicios sobre asuntos en donde, primero el alumno tarde una hora en explicar el caso, al día siguiente media hora y al siguiente la mitad del tiempo, haciendo su examen fina en una aula llena de alumnos que no tienen nada que ver con el propósito del ejercicio y si en el menor tiempo puede hacer comprender el caso a la audiencia, esta será su examen final.
Denota como acertado el diálogo del abogado, la brevedad y claridad de su exposición, hecho que sin duda daría efectividad a la oralidad de los procedimientos judiciales, lo cual sería como un apostolado de los abogados litigantes, de igual forma el abogado ideal será el que consigue hablar en audiencia con la misma sencillez y la misma franqueza con que hablaría al juez si se lo encontrase en la calle, sin más que una plática de hombre a hombre.
Argumentos todos ellos que deberían de ser tomados en cuenta hoy que nos encontramos en el umbral de la aplicación de los nuevos juicios orales y que no existe métodos para su desahogo.
Se idealiza lo que sería un gran abogado, no obstante se hace alusión que el abogado el cual el cliente
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