ENSAYO DE ELOGIO A LOS JUECES
Enviado por • 29 de Octubre de 2013 • 2.342 Palabras (10 Páginas) • 4.519 Visitas
“ELOGIO DE LOS JUECES”
Al realizar este trabajo, es obligatorio hablar de PIERO CALAMANDREI, como el hombre que tuvo diferentes fases dentro de la sociedad como jurista, político y periodista, pues a través de diferentes etapas visualizó de forma diferente el significado del derecho; nacido en Florencia en 1889, considerado como uno de los grandes procesalistas europeos del siglo XX, como abogado tuvo un gran éxito que lo hizo elevó por su calidad técnica e integridad y mismo que se distinguió por su compromiso con la libertad y la legalidad, que lo convirtió en un defensor de los valores.
En su obra el “Elogio de los Jueces”, realiza un detallado análisis de la relación que prevalece y debe existir entre la abogacía y los encargados de administrar justicia, es decir entre el abogado y el juez, ya que pone claros ejemplos de la relación existente entre ambos, y la manera de ver desde su distinta expectativa cada una de sus funciones y por su puesto las deficiencias de cada una de las partes.
Hace mucho énfasis en el desconocimiento total de los elementos que se encuentran obligados a conocer los juristas y la importancia de la oratoria forense, que es fundamental para la expresión de ideas, argumentación y expresión de alegatos en una controversia judicial, siendo todo ello en conjunto la base de la que se desprende la función del abogado, pues la defensa puede tener como consecuencia un triunfo o un fracaso de cualquier asunto en el cual aun encontrándose creyente de tener la razón plena, puede salirse de control si no se expresa de manera precisa los argumentos reales y legales en que se funda.
Así, con el presente trabajo se tiene como objetivo estudiar a las partes que intervienen en un juicio (abogados postulantes y funcionarios judiciales), a partir de los razonamientos que realiza el autor del libro que es materia de este ensayo. Todo ello implica que nuestra sociedad mexicana logre obtener mejores abogados y mejores administradores de justicia.
OPINIÓN.
En el presente ensayo debemos de comenzar diciendo que el autor realiza y aborda la fe que debe existir en los juzgadores, ya que, la justicia no es un fenómeno que aparece naturalmente, sino que hay que perseguirla cuando las situaciones concretas lo ameriten. Explica el autor que existen abogados que en los tribunales buscan la justicia pero tratan de realizarla a su manera, toda vez que algunos no aplican la técnica jurídica, sino manías y corrupción, buscando favorecer solo los intereses particulares y de su representado, independientemente que le asista o no la razón, caso contrario existen abogados que el autor conoce como príncipes del foro, que son aquellos postulantes con técnica depurada, honestidad, elocuencia y una trayectoria y reputación merecidas en el ámbito en que se desenvuelven.
De la misma forma señala que existen impartidores de justicia que, atienden a los intereses particulares sobre el asunto a resolver y entonces resulta intrascendente que el conflicto sea resuelto por alguien que carece de capacidad para realizarlo, con tal de que, por lo menos, lo haga con imparcialidad, de igual forma cabe resaltar que los funcionarios judiciales están obligados a buscar primordialmente la verdad material y resolver el caso de mérito conforme al conocimiento obtenido en el proceso; con la finalidad que la sentencia se ajuste a la realidad, es decir, debe aplicar el derecho, o de lo contrario se convierte en letra obsoleta.
La urbanidad o la discreción son sinónimos que se encuentran intrínsecos en la labor de un Tribunal, ya que, si bien es cierto, un juez tiene fallas y/o desaciertos en su fundamentación y motivación de sus resoluciones, ello no implica que sea el resultado del dolo o corrupción, pero en la práctica si se ha llevado a cabo esta actividad. Sin embargo, la regla de urbanidad no es unilateral, sino que también el juez debe respeto al abogado, ya que el abogado defiende su ideal que es la justicia. Por lo tanto el actuar del juez debe ser discreto, para efecto de que llegue a la conclusión deseada por sus propios medios, siguiendo los elementos concretos de la acción, los medios probatorios tendientes a acreditarlos y, al final, llegando a una conclusión generada por su propia convicción.
Hay que resaltar que nuestro autor maneja ciertas semejanzas y diferencias entre los jueces y abogados, algunas positivas y otras negativas. En primer lugar el abogado se distingue por la experiencia, en la que el juez supera al abogado, quien es joven, mientras que él se encuentra proveído de la formalidad que le otorga la edad. El abogado, es joven, por su propio carácter es el apoderado apto para atacar o defender y mientras tanto, el juzgador con su experiencia adquirida por los años, se ubica en la posición para resolver las controversias. Asimismo el autor señala que un abogado nace y el juez se hace, por lo tanto, se puede asegurar que el abogado y el juez, en algún momento, se colocaron en la misma circunstancia, pues su origen es el mismo.
La diferencia en el abogado es su carácter, energía y decisión para mantener una actitud y resistencia a las contradicciones de la contraparte; por otro lado, en un juez lo que se busca o desea es la imparcialidad, en la búsqueda del equilibrio. Aunque las funciones de ambas partes se desenvuelven en un mismo espacio, siendo estas diferentes y complementarias para que un tribunal pueda ser un recinto donde, efectivamente, se pueda impartir justicia.
Es importante también hacer mención, que la oratoria forense se puede entender como la forma de expresar las ideas, argumentos y alegatos en una controversia jurisdiccional, y la cual obedece a tendencias imperantes en un determinado tiempo y espacio, siendo esta la columna vertebral de la acción del abogado, pues es la característica de la defensa, que puede conllevar el triunfo o fracaso de un asunto el cual aun creyendo tener una razón plena, puede escapar de control si no se expresan de manera admirable los argumentos reales y legales en que se funda. En concordancia con Calamandrei, el estudio jurídico es la vía correcta para acelerar el pensamiento; la nuevas ideas que las hacen más accesibles al abogado, quien deberá expresarlas con la mayor fluidez posible y prestando especial atención a la esencia del argumento.
La inmovilidad de los jueces en la audiencia pública se considera palpablemente incorrecta o inadecuada, ya que esto propicia un entorpecimiento del juzgador en el Tribunal. Sin embargo, la resolución de esto no es una carga obligatoria para los abogados. Aún en el supuesto de que eso acontezca, solo el juez debe ser considerado responsable, pues es el titular de la experiencia. De ciertas relaciones entre los abogados y la verdad,
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