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El Guardian Entre El Centeno


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2013  •  1.479 Palabras (6 Páginas)  •  432 Visitas

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Resumen:

El presente ensayo es un análisis de los factores que intervienen a la hora de decidir sobre nuestro proyecto de vida, como se redescubren las capacidades y las virtudes en el espejo de los lectores o interlocutores. En otras palabras, como inconscientemente nos vemos permeados a escribir y describir nuestras experiencias sobre un problema como es el sentido de la vida en la juventud a la hora de escoger un rumbo determinado en el área profesional.

Palabras Claves:

Proyecto de vida, leer, escribir, elegir, decidir, sexualidad, perdón, deserción académica.

No tenía miedo de escoger, lo

que en verdad le aterraba era el hecho

de que escoger, significaba abandonar un camino.

Cuando se reescribe aparentemente no hay como dar inicio. Las ideas que antes parecían claras se pierden y se hace un esfuerzo por recordar. Con frio en los pies cómo método para estar despiertos y un silbido que te hace imaginar la letra de la canción, te da el esfuerzo para hablar no sé, si de una manera científica sobre la decisión y la conciencia de saber que ser; como si fuera tan fácil y necesario. Y es que no es por miedo, cuando digo con inseguridad, que hablar de un tema como el proyecto de vida aparentemente aparece como un tema cliché, vanidoso y muy pretencioso. En un aparte de la obra de J.D Salinger, Holden en un acto de conciencia si se puede llamar así, dice a su hermana Phoebe: “¿Sabes que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? […] me imagino a un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan […] yo sería el guardián entre el centeno”. Cuando lo leí sucedió algo que Saramago en llama: la pausa necesaria; es interrumpir la lectura “y es que el lector al levantar la mirada, se está mirando a sí mismo”; este ensayo está en primera persona sufro también de no saber cómo contar las cosas, “si en primera o segunda persona, o inventando formas que al final no servirán de nada” y es que me da cierta rasquiña de no saber cómo contar cuando escucho a Jaime Jaramillo en su discurso ¿Cómo leer poesía desde el nadaísmo?, que en uno de sus dilemas plantea si el escritor quiere escribir para el lector o solo divulgar asuntos personales y familiares, pero bueno, en esta ocasión yo quiero ser lector también. Volviendo al tema que en realidad nos atañe, me surgieron dos formas de abordarlo la primera, cuando descubrí, que el escoces Robert Burns había sido una chispa en el fondo de las preguntas por el sentido del hacer, del decidir, del ser. Al leer todo el poema que en dos ocasiones repiten “gin a body meet a body”, y al ver las fotografías por google de los campos de centeno, entiendo como alguien puede pensar realmente en el sentido de la vida; la concepción romántica, es más de Hollywood, acá en Colombia los centenos cambian, talves eso me ayude a pensar que mi proyecto de vida cambia constantemente como seres dinámicos que somos, y que la música puede ser el éxtasis también detonador del ensueño de ser o no ser. Si me preguntaran, por mi sueño, por lo que en verdad me gustaría ser si pudiera elegir; sería ser gaitero en una canoa, ayudando a atravesar el rio a las personas que necesitaran ir al otro lado. Tonto, yo creo que sí. Locura. Si lo pensamos rudamente nuestro problema está en la forma de desear. Como decía Estanislao Zuleta. Deseamos mal. Le tenemos miedo a la dificultad a no saber qué diablos ser en la vida y la cuestión es que muchas veces no nos importa y cuando nos importa genera una amarga sensación de desazón suprema por no saber qué. Espero no contradecirme porque bien es sabido que en muchos escritos lo que dice de la mitad para atrás no coincide con lo que dice de la mitad para adelante. Y es que el problema es grave cuando nos enfrentamos a nosotros mismos, porque podríamos ponernos tantas máscaras a la hora de saber que querer ser, que cuando en verdad nos miremos a un espejo para saber quiénes somos y para donde vamos, nos quitaremos a la fuerza la máscaras autoimpuestas, con tanto dolor que se nos desgarrara la piel también. Yo creo

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