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El Valor De Educar. Ensayo Completo


Enviado por   •  13 de Octubre de 2014  •  5.289 Palabras (22 Páginas)  •  793 Visitas

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ENSAYO DEL LIBRO “EL VALOR DE EDUCAR”

DE FERNANDO SAVATER

Capítulo 1 “El aprendizaje humano”

Introducción

El primer capítulo del libro “El Valor de Educar” propone un acercamiento a la naturaleza del proceso de educación en los seres humanos, su importancia en el desarrollo de la cultura y el papel fundamental que ha tenido en el devenir de la humanidad, haciendo fuerte hincapié en la esencia meramente humana que todo esto implica, y cómo la educación nos separa definitivamente de cualquier especie.

Desarrollo

Cuando Savater indica que el hombre necesita de la educación para llegar a ser completamente humano, toca inmediata y certeramente uno de los puntos clave de la antropología: el estudio de la cultura. Ciertamente, a decir de los antropólogos, la cultura es la parte del mundo que construye el hombre (material o inmaterialmente), y que es transmisible gracias a la educación y el aprendizaje. Así pues, el concepto de “Neotenia” con el que comienza el primer capítulo, adquiere mucho sentido cuando lo complementa con la idea de que la enseñanza toma valor cultural cuando es impartida de persona a persona: esto es, que los conocimientos que adquirimos de los otros traen ya un antecedente histórico que se remonta al principio de los tiempos; en esto se basa el progreso de la humanidad y es también lo que nos diferencia de cualquier especie existente. Así como el autor compara el proceso de aprendizaje de un mono con el de un niño, podemos también decir que, a diferencia de los animales, la humanidad no se estanca en un estadio de desarrollo, sino que esa construcción contante del edificio del conocimiento le ha hecho superarse contantemente a sí misma.

Otro punto a destacar es la conciencia que todo aquel que pretenda enseñar debe adquirir de la ignorancia ajena. Esto implica, a mi parecer, un alto grado de responsabilidad por parte de quienes se asuman capaces de emprender esta tarea de manera formal, puesto que, además de la experiencia necesaria para saberse capaces de compartirla, han de echarse a cuestas las carencias de conocimiento de los demás a fin de subsanarlas. Para el caso de la educación informal, en la que todos somos partícipes en algún momento, el compromiso está ya implícito y valiera la pena tomar conciencia plena de él.

Dado que la existencia de los seres humanos siempre está en función de su vida en la sociedad, la educación como valor intrínsecamente humano nos reviste de atributos irremplazables. Según menciona el autor de forma muy acertada, la creación de significados enriquece y da sentido a todo proceso de enseñanza: no sólo aprendemos cosas, sino lo que esas cosas significan; más aún: somos capaces de crear, a través de lo se aprende, nuevos significados para cosas ya existentes. Tal proceso es de incalculable valor y es la base misma de la riqueza cultural. La infinita variedad de significados que el hombre le da y le ha dado a los elementos del mundo constituye no sólo la materia de estudio para etnólogos y antropólogos, sino que, según la reflexión de este primer capítulo, es la esencia misma de la educación y, por tanto, la oportunidad de crear un mejor futuro.

Conclusiones

A manera de conclusión, y retomando incluso lo que Savater comenta en el prólogo, hago mía la opinión de que la labor de enseñar debe abordarse con optimismo. De otra manera, todo lo mencionado en el primer capítulo de la obra perdería sentido: únicamente pensando en el progreso y en la superación de nuestras deficiencias individuales y colectivas seremos capaces de tener éxito al aprender o enseñar. Sólo a partir de la conciencia de la ignorancia propia o ajena, nos pondremos en el camino de ser cada vez más críticos y cada vez más humanos.

Capítulo 2 “Los contenidos de la Enseñanza”

Introducción

En el capítulo 2 “Los contenidos de la Enseñanza”, Savater desarrolla los temas de la sociedad y tiempo como factores primordiales que dotan de sentido a la existencia humana, ligando dichos conceptos con la enseñanza y cómo ésta es, al mismo tiempo, comprensión del pasado y construcción del porvenir. Continúa con un análisis de los conceptos de educación e instrucción, demostrando que se trata de elementos necesarios e inseparables, y que ambas son parte de un proceso en el que la transmisión de los valores contribuirá a una mejor sociedad.

Desarrollo

El autor aborda los temas de la sociedad y el tiempo para demostrar que la existencia de los seres humanos está en función de su entorno, pero no sólo del entorno que configuran sus semejantes en un momento dado, sino también de un entorno temporal, que podría entenderse como aquél que fue creado por las persona que nos anteceden y por el mundo que se heredará a aquéllas que vendrán después. Esta reflexión es de suma importancia, puesto que robustece lo abordado en el primer capítulo: la condición humana no sólo está dada por el aprendizaje, sino por una posición relativa en el momento histórico que a cada uno le toca vivir.

Cuando Savater habla de que “no se nace al mundo sino al tiempo” y liga tal reflexión a la enseñanza, es posible apreciar el proceso educativo como algo que trasciende al individuo, puesto que todo lo que transmitimos y nos es transmitido contiene una carga cultural que resulta de largos procesos históricos.

En lo que respecta al tiempo como legitimador del proceso educativo, el texto menciona también que dicho proceso requiere necesariamente de que quien enseña haya adquirido antes que el aprendiz el conocimiento a ser transmitido. Esto, aunque resulte obvio al principio, nos permite comprender la singular capacidad que tenemos todos para ser maestros en algún momento, capacidad que rompe cualquier barrera de edad o género.

No obstante, el capítulo dos de la obra también toma en cuenta la alta complejidad de la sociedad contemporánea, en la que es materialmente imposible que todos los conocimientos sean transmitidos de forma empírica; así pues, es evidente la necesidad de que exista una educación formal. Se abre así el análisis que diferencia la educación de la instrucción, y de cómo a lo largo de la historia una y otra han tenido diferente peso a ojos de las sociedades, llegando a la conclusión de que ambas son indispensables para la formación integral de las personas: “no se puede educar sin instruir ni viceversa”.

El autor hace notar la falsedad de las posiciones que defienden la importancia de la instrucción sobre la educación. La “lógica utilitaria” que supone que únicamente la instrucción

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