LA Caverna
Enviado por ilianaBerlanga • 26 de Agosto de 2012 • 5.446 Palabras (22 Páginas) • 334 Visitas
Título: La caverna
Autor: José Saramago
Editorial: Alfaguara
La Caverna es una aproximación desde la literatura para invitar a pensar en lo que plantea dilemas tan profundos para todos los seres humanos, cuando desde las lógicas del mercado, del consumo y del pragmatismo, se generan nuevas formas de relaciones, de concepción del mundo, de las personas, de los animales, de las cosas, que sin darnos cuenta, plantean al hombre la "naturalización" de un estado esclavo de vida, en la que como en la obra de Platón, algunos logran salir de la caverna y se dan cuenta, caen en la cuenta a tiempo, que es posible otro modo de vida, desde otra lógica distinta a la que se impone y aparece tan evidente.
El libro es un poco aburrido, revuelve un poco las ideas principales, pero creo que la trama es buena, el final es inesperado y nos hace analizar como vemos la vida sin profundizar.
Nos narra la historia la vida de un alfarero, se dedicaba a realizar piezas de barro, en especial vajillas. Un día como de costumbre subió a su furgoneta con camino al centro, de copiloto iba su yerno, Marcial Gacho, que trabajaba en el centro como guardia de seguridad. Cipriano Algor, protagonista de la historia, llevaba sus piezas de barro al almacén donde se vendían y de paso llevaba a su yerno al trabajo, el cual estaba nervioso creyendo que su llegada sería tardía, recorrieron el camino en silencio, mirando el paisaje que no era bello en realidad, había unas cuantas fábricas que Cipriano no les veía mucho futuro, el paisaje era gris, sin vegetación alguna, solo unas cuantas casas ya abandonadas con el tejado medio caído y con algunas hierbas a su alrededor. Llegando a la ciudad, si es que se le podía llamar así, Cipriano le comentó a su yerno que no era tarde, en realidad llegaron con diez minutos de anticipación. El yerno bajó de la furgoneta, diciéndole seriamente a su suegro. Hasta dentro de diez días. Se puede decir que Marcial vivía prácticamente en su trabajo, casi no podía convivir con la hija de Cipriano, de nombre Marta Isasca, pero aun así continuaban con esa relación.
Cipriano se dirigió al almacén donde tenía que hacer una larga fila para entregar su mercancía, pero manejó lento, admirando el nuevo edifico enorme que se estaba construyendo. Al llegar al almacén, como de costumbre estacionó la furgoneta, pero se percató que era el comerciante número trece en espera, así que decidió esperar que alguien llegara para poder ser el número catorce y no desafiar sus supersticiones. Esperó su turno y al llegar a la puerta de entrada le dijeron que solo descargara la mitad de su mercancía. Cipriano no comprendía la situación. Preguntó los motivos de dicha decisión y la respuesta que le dieron que ojalá nunca hubiera escuchado fue, su mercancía ya no se vende como antes, es mejor que deje solo la mitad de la carga y no vuelva a traer más hasta que el almacén se lo solicité. El motivo de dicha decisión fue que se empezó a comercializar una vajilla hecha de plástico, imitando al barro, siendo más económica y duradera.
Cipriano estaba enfurecido y triste, muchas ideas se le vinieron a la mente, qué haría ahora con su mercancía, a qué se iba a dedicar, él no quería ser mantenido lo que le restara de vida por su yerno, aunque sabía que tarde o temprano el matrimonio dejaría de vivir a las afueras de la ciudad y tendría de dos, vivir solo o irse con ellos, la segunda idea le parecía nefasta.
Llegó a su casa deprimido, pero sin querer contarle a su hija lo sucedido. Se sentó a almorzar y sin más ni más le soltó la noticia a Marta quien ya veía venir esta situación. Ella no quería ver a su padre triste y trataba de darle ánimos, los cuales no rendían fruto alguno. Llegó la noche y Cipriano se percató que a las afueras de su casa permanecía un perro, refugiándose de la lluvia, la cual era una calabobos, ni tan fuerte ni tan suave, decidió llevarle un plato de comida, sin saber que el perro se quedaría por un buen tiempo con ellos, haciéndoles compañía. Su hija pensó que el perro podría ser una buena distracción para su padre, quien lo llamó “Encontrado”, un buen nombre para un perro que huyó de casa y fue hallado por quien sería su nuevo amo. Aun así Cipriano fue a la mañana siguiente en busca de alguien que reclamara al perro, porque a él le hubiera gustado que sí estuviera en la situación del anterior dueño, querría que alguien se lo devolviera. Pasó a visitar a Isaura Estudiosa, a quien el día anterior le había prometido llevar un cántaro hasta su hogar porque el de ella se había roto, Isaura era una mujer viuda recientemente y Martha le daba unas pequeñas indirectas a su padre para entablar una relación con aquella viuda, a lo cual el padre no le prestaba atención. Le llevó el cántaro y al ver al perro y platicar de la historia en cómo llegó hasta la casa de Cipriano, ella le sugirió que dejara de buscar al dueño, por algo escapó, quiere otro dueño y ahora es usted, le comentó Isaura. Cipriano accedió a quedarse con encontrado y partió nuevamente a su casa. Al llegar notó que Martha hablaba por teléfono con su esposo, sabía que él podría tener noticias en cuánto a la mercancía, si querían más o simplemente se resignara a dejar de producir piezas de barro. Habló con su yerno y este le dijo que al parecer ya no podría seguir vendiendo, la mercancía o les interesa o ya no, le dijo, pero le dejó entrever que tal vez tenían algo de esperanzas y que no se desilusionara aún.
Al colgar, Marta le dijo a su padre que había pensado en alguna idea, Cipriano no mostró mucho interés pero aun así escuchó a su hija: Si ya no quieren vajillas y piezas inútiles, tenemos que fabricar otras cosas, un poco más innovadoras, como muñecos. Su padre al principio no creyó que fuera buena idea. Es una aventura que va a acabar mal, También acabó mal lo que no era aventura. Cipriano Algor miró a la hija en silencio, después tomó un poco de barro y le dio la primera forma de una figura humana. Por dónde empezamos, preguntó, Por donde siempre hay que empezar, por el principio, respondió Marta.
Cipriano y su hija empezaron a pensar qué forma tendrían los muñecos, de dónde sacarían dichos modelos cuántos harían, había demasiadas preguntas y poca acción.
Marta recordó las enciclopedias que tenían abandonadas en la casa, demasiado viejas ya para su uso científico, pero no para encontrar modelos que pudieran utilizar para su nuevo proyecto. Fueron por todas las enciclopedias y comenzaron a buscar imágenes que les fueran de utilidad.
Asomados sobre las viejas y amarillentas páginas, respirando el olor húmedo durante años recluido, sin el toque del aire ni el aliento de la luz, en la espesura blanda del papel, padre e hija aprovechan
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