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Las Tres Vias De La Etica


Enviado por   •  19 de Agosto de 2013  •  11.455 Palabras (46 Páginas)  •  2.048 Visitas

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CAPÍTULO VI

LAS TRES VÍAS DE LA ÉTICA

El objetivo es mantener la integridad de la especie y no el de modificarla

F. de CLOSETS

Si algo puede ser hecho, debe ser hecho. Y, de todas formas, se hará.

V. PACKARD

Modelar al ser humano en otro tiempo monomorfo.

A. TOFFLER

«¿Debemos hacerlo porque es posible?» Creo que hay casos en los que debemos decir: «no». Es decir, poner un límite.

J. HEBSCH

Siguiendo a Kant, Ropohl («Technik —ein Problem der Philosophie») subraya que la pregunta «¿qué debo hacer?» depende de aquello que soy capaz de hacer. La técnica ha dilatado extraordinariamente nuestro campo de acción —«incluso el aniquilamiento de este planeta está ante nosotros»— y con ello la pregunta ética se ha ampliado también. Es necesario tomar conciencia de cuáles son las consecuencias, incluso lejanas, de nuestra acción técnica. Ropohl concluye que «No debemos hacer todo lo que la técnica nos permite hacer».

La pregunta ética está ligada al futuro y a la tecnociencia de una forma general y concreta. La podemos enunciar de la forma siguiente: «¿Qué vamos a hacer del hombre?».

¿Qué clase de hombre vamos a construir?

Si reflexionamos detenidamente sobre todos los presupuestos que subyacen a todas estas representaciones sobre el hombre encontraremos un punto común a todas ellas: el mismo punto común que subyace a las hipótesis de todos aquellos que trabajan en ámbitos tan punteros como el de la biogenética, la cirugía cerebral, la biología molecular, etc. En todos ellos la hipótesis dominante es que los seres humanos poseen una plasticidad casi infinita.

Los hombres son la materia prima que necesita ser perfeccionada, modificada o, al menos, mejorada, tanto por su propio bien como por el bien de los otros hombres. Las personas maleables son susceptibles de ser también controlables. Así, allí donde en otro tiempo los defensores de la idea de la perfectibilidad humana razonaban en términos morales, los nuevos revolucionarios intentan cambiar a la gente física, afectiva o mentalmente. A menudo, sus esfuerzos son también apoyados por el Estado. Efectivamente, si estos proyectos salen adelante los hombres cambiarán y acabarán siendo algo muy distinto a lo que ahora son. José Delgado, el revolucionario investigador en el campo del cerebro humano, sugiere que la pregunta principal no es «¿qué es el hombre?» sino, más bien, «¿qué tipo de hombres vamos a crear?» [V. Packard, The people Saphers, pp. 20-21].

La consciencia tecnocientífíca muestra, cada vez más, una sensibilidad moral (a la vez esencial, difusa y eminentemente problemática) que gravita alrededor del poder tec-nocientífico necesario para manipular la naturaleza humana. V. Packard pone de manifiesto que en los últimos años muchos biogenéticos, de alguna forma alarmados por las posibilidades de su arte, se han (si puede llamarse así) «convertido», es decir, se han comprometido con una actividad social o moral. También se han multiplicado los comités, comisiones e institutos de bioética o de ética de las ciencias de la vida. En este contexto se sitúa la famosa moratoria a que se han sujetado las manipulaciones genéticas. La idea se debe a P. Berg, de Stanford, pero su principio general (el de un control ético de la ciencia) estaba siendo ya largamente debatido.

Moratorias

Los especialistas de la vida son conscientes de la existencia de un posible riesgo biológico. Debido, quizás —al menos en parte—, a los accidentes que han resultado en estos últimos años de productos utilizados sin cuidado tales como los botes de aerosol, la talidomida o el DDT o el cloruro de vinilo. Muchos especialistas del campo de la reproducción han puesto fin a sus intentos de implantar un embrión, creado en laboratorio, en el útero de mujer, por razones de riesgo evidentes: el de hacer nacer un monstruo del que, legalmente, no se podrían despojar y que podría, además, atraer la atención pública.

En 1974 biólogos moleculares del mundo entero se pusieron de acuerdo para aceptar una moratoria (sin precedentes en la historia) para algunos tipos de manipulaciones genéticas. Combinando diferentes tipos de genes animales con algunos tipos de bacterias, estuvieron a punto de crear formas de vida hasta hoy desconocidas. Algunas de estas formas de vida, particularmente peligrosas, eran susceptibles de reproducirse. Paúl Berg, de la Universidad de Stanford, era probablemente uno de los punteros en la investigación mundial en esta materia. Él fue quien animó la campaña de la moratoria y quien, más tarde, empujó con fuerza para definir las reglas acerca de lo que era aceptable y de lo que no lo era. El sentimiento de malestar, de Berg llegó a un punto culminante cuando otros investigadores comenzaron a tomar contacto, cada día, con su equipo para pedir materiales biológicos. «Yo les preguntaba lo que querían hacer —cuenta—... Algunos de ellos tenían en su mente experimentos horribles y ni la menor idea de las posibles consecuencias.»

En lugar de hacer que cesaran este tipo de proyectos de investigación escribió a muchos de sus colegas para invitarles a unirse a él y redactar la carta (desde ese momento histórica) que abogara en favor de una moratoria para algunos tipos de experimentos con ADN recombinante. Esta carta se publicó en dos de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, Nature (Inglaterra) y Science (Estados Unidos). La moratoria sugerida ha sido realmente respetada —tanto como ha durado— en el mundo entero, o casi fV. Packard, The people Saphers, p. 305].

¿Inutilidad y peligro del control ético de la ciencia?

El entremetimiento de la ética en el trabajo científico se asemeja a la arbitrariedad de la censura de que gozaban los tribunales de la Inquisición (aunque sin una referencia trascendental). Sin embargo, esto es algo bastante inútil: si hay un dominio donde hace estragos (a la larga) una rigurosa selección darwiniana, es en el dominio de las ideas científicas. Bien entendido, el acatamiento de una deontología profesional es menos una cuestión moral que de provecho: el investigador que fabrica los resultados es, tarde o temprano, eliminado de la competición. Deshabilitado por conducta deshonesta. Querer prescribir el respeto a la verdad es comportarse como si se tuviera miedo a que la verdad no se imponga: sin embargo, la verdad en el dominio científico ¿no es lo que se impone a fin de cuentas, lo que resiste todos los embites críticos? Un darwiniano no debería temer que la especie más apta no sobreviviera, ya que la especie prueba su aptitud sobreviviendo.

Esta reflexión, sin embargo,

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