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Los recuerdos del porvenir y el surrealismo desde la transculturación


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2015  •  Documentos de Investigación  •  4.338 Palabras (18 Páginas)  •  147 Visitas

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Universidad Autónoma de Nuevo León

Facultad de Filosofía y Letras

Seminario de crítica literaria

Mto. Víctor Barrera Enderle

“El surrealismo en Los recuerdos del porvenir visto desde la transculturación”

Gabriela Alejandra Santoy Hernández

1572145

9no semestre

04 de diciembre de 2014 a Ciudad Universitaria.

A modo de prólogo

El presente ensayo es una especie de revaluación de otro realizado hace casi medio año. Como la palabra revaluar lo sugiere: es y no es el mismo trabajo. Es porque mantengo intactos ciertos pasajes y citas. No lo es porque su propósito fue distinto, entonces afirma, niega o desvela aspectos que anteriormente no había visitado. Es decir, esta vez me medí a través de otros parámetros.

Comencé leyendo Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar del antropólogo cubano Fernando Ortiz en búsqueda de comprender su concepto de transculturación. Concuerdo con él cuando refiere que el choque de mundos –o cosmovisiones– que surgió en Cuba entre los europeos, africanos e indígenas provocó nuevos fenómenos culturales, los cuales afectaron a todos recíprocamente.

También me parece interesante y creo que debería ahondar más al respecto del término <<años-cultura>>, el cual emplea para referirse al cambio de tiempos y realidades que se vivió en la isla:

“Se saltó en un instante de las soñolientas edades de piedra a la edad muy despertada del Renacimiento. En un día se pasaron en Cuba varias edades; se diría que miles de <<años-cultura>> si fuese admisible una tal métrica para la cronología de los pueblos” (Ortiz, 1940: 131).

Empero, fue creciendo en mí la sensación de que Ortiz estaba esencializando tanto la cultura europea como la africana, puesto que dentro de cada una existe lo central y lo periférico, lo cual siempre está en movimiento.

En esta línea entra mi lectura de Transculturación narrativa en América Latina de Ángel Rama. Las fases de pérdida, selección, redescubrimiento e incorporación que el crítico señala  como parte de la transculturación me parecen sumamente acertadas –Al menos aplicadas en obras narrativas–. Así como sus tres niveles: lengua, estructuras literarias y cosmovisión.

La obra de Rama me hizo suponer que si la fase de redescubrimiento es un ejercicio de introspección tanto de la cosmovisión personal del escritor, como de la cultura a la cual pertenece. Entonces, la selección sugiere que éste también cuenta con un vasto panorama de conocimiento  acerca del país nativo como del mundo.

Fue en ese momento que recordé una ponencia que había escrito hace meses acerca de la obra Los recuerdos del porvenir de Elena Garro y las influencias que tuvo en ella el movimiento surrealista.

En dicho trabajo resaltaba cómo habían influido los preceptos surrealistas en su novela, sin embargo después de las lecturas de Ortiz y Rama releí desde otra perspectiva mis propias palabras: ¿Qué fue aquello que Elena seleccionó del surrealismo? ¿Qué incorporó o redescubrió en su propia narrativa?

La primera mitad del siglo XX fue punto de ebullición; el mundo se convirtió en un hervidero de tensiones entre países, tales agitaciones provocaron la erupción de revoluciones, recesiones económicas, consolidaciones o caídas de sistemas. Pero, también, hubo invenciones, renovaciones y descubrimientos. Cual volcán que, después de estallar, transforma su entorno.

En las sociedades se avocó por la modernidad, porque voltear al pasado ya no era una opción –aún supuraban muchas heridas–. Fue necesario buscar, a toda costa, nuevas maneras de re-pensar y re-ver la realidad. Otras formas de caminar en el mundo.

El arte, simiente humano, fue una de las matrices donde se perpetuó esta búsqueda. A través de él fluyeron diversos movimientos artísticos, los cuales ramificaron sus cauces con nombres e ideales propios, por ejemplo, las llamadas vanguardias: impresionismo, expresionismo, fauvismo, futurismo, cubismo, dadaísmo, ultraísmo y surrealismo. Ríos de ismos que brotaron en Europa y se diseminaron alrededor del globo.

 Hacia 1963 se publicó, en México, una novela llamada Los recuerdos del porvenir, escrita por una mujer de desconocido talento y renombrada vida personal: Elena Garro. En aquellos días fue leída y premiada por la belleza de su narrativa, décadas después fue consagrada como pionera del realismo mágico. Desde este matiz suele ser contemplada.

Elena, viajera de mundos, concentró en su singular obra influencias aprendidas de uno de los movimientos anteriormente mencionados: el surrealismo. En su momento, incluso aún, se intenta desentrañar el laberinto de sus páginas a través del lente del realismo mágico, esto escasea un posible oasis de diversas interpretaciones.  

Esta investigación se propone hallar cuáles son los elementos que Garro seleccionó del surrealismo francés ¿Dónde germinaron las semillas de este movimiento en su novela?

Cabe añadir que no se pretende instaurar una re-lectura más, ni condicionar la comprensión de la obra a dictados externos, sino explorar zonas subterráneas que se encuentren presentes en la literatura de Garro, y descubrir cómo las tradujo a su propio mundo, a su propia significación de la realidad.

  1. Elena, relámpago inasible

“Según una famosa metáfora,                                                                                                                                     el novelista derriba la casa de su vida para, con los ladrillos,                                                                                construir otra casa: la de su novela” Milan Kundera

En el horizonte de los escritores mexicanos la figura de Elena Garro ha sido campo de estudio para muchísimos biógrafos e intelectuales. En ella se inspiraron autores como: Elena Poniatowska con Paseo de la Reforma,  Carlos Fuentes con Las dos Helenas, Bioy Casares con El sueño de los héroes y Octavio Paz en Mi vida con la ola. 

La abundancia de obras acerca de su vida opacan a aquéllas que se dedican exclusivamente a estudiar su literatura. La mitificación de su vida, por parte de otros pero también por la misma Garro, fue y es recurrente. También la arqueológica intención de hallar en cada una de sus páginas restos de ella; que sí los hay, eso es innegable, siempre sobrevive algo del autor en su texto, pero ello puede contribuir a una lectura muy limitada.

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