Educación física Y Actividad Musical Dos Facetas Complementarias
ismaxx_19929 de Junio de 2014
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FUNDAMENTOS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y EL DEPORTE
Educación física y actividad musical
Dos facetas complementarias
Ismael Sánchez Martín
Grupo C, 6R
ÍNDICE
1. El ritmo en el ser humano
2. Convivencia música y deporte: teorías filosóficas
3. Prejuicios sobre la inconveniencia de la práctica deportiva en el músico.
4. Los músicos son como los deportistas
5. Importancia de la música en la Educación Física
5.1 Sistematización del uso de la música en las clases de Educación Física
6. Un ejemplo de la importancia de la educación física en el músico: la técnica pianística.
7. Los estudios musicales en España
8. Entrenamiento del pianista.
9. Aprendizaje de dos partituras con y sin entrenamiento previo
9.1 Método de trabajo:
9.2 Representación gráfica de los resultados.
9.3 Análisis de los resultados
9.4 Conclusiones
10. Bibliografía
1. El ritmo en el ser humano
Antes de correr y de andar, antes de nacer incluso, la vida de los animales se manifiesta con la música imprescindible y necesaria que los va a acompañar hasta el último día. Los latidos del corazón marcan nuestro ciclo vital como seres humanos, pero también como animales mamíferos que somos. La diferencia con el resto de los animales consiste en que, al parecer y gracias a la razón, nuestra especie es la única que llega a saberlo: sabemos que cuando deje de latir nuestro corazón se acabará nuestra vida. Quién sabe, a lo mejor hay animales que también son conscientes de ello a su manera, pero hasta ahora la ciencia gusta de considerar al ser humano como el único ser inteligente. Según los resultados de un estudio publicado en el año 2009 en la edición digital de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) , los bebés recién nacidos son capaces de detectar el ritmo de la música. Los autores de la investigación, del Instituto de Lógica, Lenguaje y Computación de la Universidad de Ámsterdam en los Países Bajos, afirman que estos descubrimientos sugieren que la 'iniciación al ritmo', es innata o posiblemente se aprende en el útero. Parece ser, pues, que el ritmo se hizo al mismo tiempo que el cuerpo. La misión de la razón será por lo tanto protegerlo, manteniendo la armonía si quiere alargar la vida en óptimas condiciones.
La sociedad del bienestar, con la cultura basada en el cuidado del cuerpo, ha prolongado la esperanza de vida del llamado “primer mundo” por encima de los 82 años en los varones y de 84 en las mujeres según las últimas estadísticas realizadas en España. En el año 2020 uno de cada cinco españoles tendrá más de 64 años. Es nuestro deseo –y la justificación de este trabajo en última instancia- encontrar en aquella “razón de la sinrazón” cervantina el sentido de la vida y devolverle “al César lo que es del César”. Quiere decir esto que no nos queda más remedio que atender a nuestro ritmo interno, mimarlo para que nos acompañe el máximo tiempo posible. Sin descartar la herencia genética, la adopción de hábitos saludables en el comer diario siguiendo la dieta mediterránea, llegamos a la conclusión primitiva: no hay que olvidar que nuestra primera casa fue el útero materno; en ella nos originamos al son del ritmo cardíaco de nuestra madre. Es por ello por lo que defendemos la esencia musical del ser humano con el fin de prolongar nuestra calidad de vida mediante el ejercicio de nuestro cuerpo en sintonía con los latidos de nuestro corazón.
2. Convivencia música y deporte: teorías filosóficas
La importancia de la música en el deporte fue ya reconocida por Platón en su República con estas palabras: … el que mejor sepa combinar gimnástica y música y aplicarlas a su alma con arreglo a la más justa proporción, ese será el hombre a quien podamos considerar como el más perfecto y armonioso músico, con muchas más razón que a quien no hace otra cosa que armonizar entre sí las cuerdas de un instrumento.
Platón defendía la prioridad de la música como disciplina necesaria en la educación y anterior a la gimnasia, la cual debe ser dirigida por ella, pues tiene por objeto el conocimiento y el amor a la belleza. Tanto la música como la gimnasia son necesarias para el alma, no solo para el cuerpo. Pero la educación de la música sin la gimnasia se queda endeble y la educación solo en la gimnasia embrutece. Lo ideal para Platón, por lo tanto, se basa en la complementariedad de ambas disciplinas.
Más recientemente, Huizinga , defiende lo que él llama “la diferencia gozosa”. Sostiene que el factor lúdico imperante en el juego también aparece en las formas musicales, incluso desde tiempos lejanos como en la Grecia de Platón y las artes músicas, que incluían “al canto y al acompañamiento musical, la danza, […] todo lo ‘músico’, en este sentido, se halla en íntima conexión con el culto, sobre todo con las fiestas, donde se explaya con su función propia.” (1984: 184). En la cultura griega, la música se encontraba enmarcada por un orden no visible y lejos de una lógica pragmática del mismo modo en que el juego, en su sentido más primitivo, no formaba parte de las necesidades inmediatas del hombre en la vida diaria; en ambos casos, tales características resultaron coincidir en cuanto a sus normas, representadas por el ritmo y la armonía con que cuenta el hombre (a diferencia por ejemplo de los animales), que no se pueden tocar y sin embargo son la esencia de estos fenómenos: “a nosotros, hombres, se nos ha dado […] la diferencia gozosa de ritmo y armonía. Con toda la claridad deseable se establece una relación directa entre la música y el juego.” (Íbid: 185).
La música y el deporte constituyen dos manifestaciones del arte y de la libertad donde el esfuerzo equivale a progreso y las emociones generan nuevas expresiones hacia el infinito. Son dos muestras del romanticismo, dos prácticas públicas donde se despliegan y verbalizan abiertamente los sentimientos. Según Caillois (1986: 41-42), en la clasificación que realiza sobre tipos de juego, menciona uno llamado Mimicry, los juegos de representación o simulacro, una interpretación que se puede utilizar para explicar la esencia del juego y la música casi por igual.
Otro nexo se da pensando en el deporte como un lenguaje retórico en que se manifiesta el reflejo de ciertos grupos, de los que provienen y los que le dan vida llevándolo a la praxis; así es como nos encontramos a la música interpretada por la semiótica . Umberto Eco habla de códigos musicales: semióticas formalizadas, sistemas onomatopéyicos, sistemas connotativos y denotativos, etc. (1978: 21-22). En este sentido la notación musical de la actualidad proviene de antiguas claves de gestos que “capturaban” e interpretaban fenómenos de tipo cinésico y paralingüístico, dicho de otra manera, las formas primitivas de comunicación que dieron origen a todo tipo de lenguaje empleado hoy en día. De modo que la concepción de la música fue una especie de transmutación de lenguajes primarios, no necesariamente verbales, a un campo hasta ese momento sin explorar.
3 Prejuicios sobre la inconveniencia de la práctica deportiva en el músico.
A pesar de que la relación existente entre el movimiento corporal y la música data de tiempos remotos, la conciencia de la necesidad de la práctica deportiva en los músicos es bastante reciente. El miedo a perder la sensibilidad o la destreza que se exige a un concertista ha estado en la base de esta separación.
Los primeros instrumentos musicales que conocemos fueron un silbato y una flauta. Suponemos que el hombre o la mujer que hace 10.000 años fabricara dichos instrumentos lo hizo en un intento por imitar el trino de un pájaro, pero es posible que el sonido fuera también un modo de observar sus alas y ¿por qué no?, puede que reparara en que la naturaleza le había dado el soplo, los brazos y las piernas, pero con ellos no podía volar. Tanto ese primer Sigfrido, como Wagner, con el hombre tallando la flauta para infundirle su aliento mágico, como Stradivari e el siglo XVIII, creando violines de sonido insuperable, o Cristofori, cuya mente imaginó el pianoforte, todos ellos estaban obsesionados por el sonido, sin embargo, ninguno contempló la capacidad lesiva de la postura y de la repetición gestual que condicionaba el hecho de tocar el instrumento. Obviamente, en aquellos tiempos se ignoraban los conocimientos que hoy nos aportan la Biomecánica, la Ergonomía, y la Anatomía Humana aún no se había extendido como lo haría con Leonardo de Vinci en el siglo XVI. Los métodos de ensayo de aquellos grandes clásicos debieron ser memorables. ¿Cómo se debió sentir el pequeño Paganini ensayando hasta la extenuación para lograr pasajes impensables para cualquier niño violinista? ¿Y Schumann? ¿Cómo lograría la independencia de sus dedos en su teclado portátil?
Los genios debieron pagar el precio de la genialidad a costa del esfuerzo sobrehumano, dejándose la salud en el intento, pues no pocas patologías derivan de tantas horas de ensayo; no obstante, los grandes clásicos son un espejo donde muchos músicos se siguen mirado y aún existe la tendencia a la imitación, incluso en lo que no debiera ser imitado. Ya no tiene sentido caer en los mismos errores que ellos cometieron. Es como si los actuales corredores de maratón se inspiraran
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