El Negociador

El mejor negociador de rehenes del Departamento de Policía, Danny Roman, ha sido acusado de asesinato y malversación. Su mundo ha sido destruido por falsos cargos incriminados contra él y ahora debe hacer frente injustamente a una condena de prisión. En una situación desesperada, Roman secuestra a varios rehenes y retiene al jefe de I. A. D. y a su personal a punta de pistola, en un intento de ganar tiempo, demostrar su inocencia y averiguar quién está detrás de esta peligrosa conspiración. Enfrentado a él se encuentra el respetado y metódico negociador Chris Sabian. Cercados por la policía y en una carrera contra-reloj, ambos se enfrentan en una lucha mortal. Tras una serie de giros improvistos y estrategias, Roman y Sabian se ven obligados a contestar a la misma pregunta ¿quiénes son los responsables de esta conspiración?

La historia gira y todo se enreda y se cruza, complicando o liberando datos, y la acción no para.... Si van con alguien, permítanle que le suden las manos, préstenle las suyas para morder más uñas o pidan palomitas extra, porque les garantizo que necesitarán algún catalizador de emociones para poder soportar toda la tensión.

El aire claustrofóbico de un mismo edifico ya se había visto en cintas como Duro de Matar, pero eso no le quita originalidad en cuento a que el elemento se aprovecha al máximo: Chicago se presta para ser una ciudad donde podría pasar algo así (no en vano es el hogar de Los Federales que persiguen a El Fugitivo). Las tomas son cerradas para apoyar el hecho de que se trata de un secuestro, y aquí entra en juego una muy buen edición que logra la continuidad y las atmósferas de cada secuencia. Este factor es digno de crédito, ya que la acción no para nunca. El sonido es bueno, adecuado (no peca de carencia o exceso de explosiones o disparos) y la tensión se da por los giros de la historia y por la forma en la que todo va tomando forma a medida que el círculo inicial se encierra y el tiempo se reduce al mínimo para tomar decisiones: casi se trata de tiempo real, ya que todo sucede al mismo tiempo que lo vemos. El final es quizas obvio en tanto que entran las ideas clásicas sobre la decisión de si el bien debe o no salir victorioso sobre el mal, pero los giros que se toman son sorpresivos, y la secuencia final implica acciones no muy acostumbradas.

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