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PRADA Y PREJUICIO


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2013  •  3.300 Palabras (14 Páginas)  •  246 Visitas

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PRADA Y PREJUICIO

PRADA Y PREJUICIO

Para mis niñas del psiquiátrico de AD.

Aquí lo tenéis, espero que os guste.

De vuestra Panda.

PRADA Y PREJUICIO

1

Es una verdad universalmente conocida que una adolescente de

viaje en Inglaterra con sus compañeros de instituto debería pasarlo a lo

grande. Al menos eso era lo que yo creía. En vez de eso me siento

desgraciada. Me llevó dos semanas convencer a mi madre de que era lo

bastante responsable como para venir a este viaje, en vez de pasar el resto

del verano con mi padre. Después tardaron ocho días en expedirme un

pasaporte, y en sólo veinticuatro horas ya me he arrepentido. Éste es primer

día en Londres, y en vez de estar viendo el Palacio de Buckingham, el Big

Ben o el Támesis, estoy sentada en el café Belgaro dentro del hotel,

deseando que alguien quien sea se dé cuenta de que existo.

El objetivo de este viaje era visitar todos los monumentos

importantes de Londres como preparación para la clase de Historia

europea. El mes que viene empiezo mi segundo curso en el instituto, y se

supone que será el año en el que “perfilaremos” nuestras solicitudes de

admisión para la universidad. O eso decían los folletos

El año pasado jamás me sentí tan desesperada como me siento

ahora. Katie mi mejor amiga, y yo nunca quisimos formar parte del grupo

de las zombis “megaguays”. De hecho, nos divertíamos burlándonos de

ellas. Cuando nos entregaron los anuarios la primavera pasada, pintamos

bigotes en las fotos de las chicas populares y escribimos entre comillas las

tonterías que dirían en clase.

Pero entonces Katie se mudó a otro lugar, y sin ella a mi lado me

es casi imposible convencerme de que soy feliz en el grupo de los

marginados. ¿Cómo voy a serlo cuando soy la única de ese grupo?

Todo empezó cuando llamé a Katie durante el almuerzo,

parloteando por el móvil. No tenía ni idea de que la esnob de Trisha Marks

había entrado en el lavabo. Lo oyó todo, incluso como le decía a Katie que

las animadoras eran algo así como las meretrices de la corte de nuestros

días. Como podéis imaginar, aquello no le cayó muy bien a Trisha. Sobre

todo cuando buscó la definición de “meretriz” en su iPhone de última

generación. Ahora me odian prácticamente todas y cada una de esas

agita—pompones, cabezas huecas del instituto.

En ese momento suena la campanilla de la puerta, y al alzar la vista

veo, para mi espanto, a tres de mis compañeras de clase entrando en la

cafetería. Ángela, una rubia larguirucha, va cargada con no menos de tres

bolsas, todas con sus elegantes asas de cordón y los logotipos de Chanel,

Gucci y Armani.

Su mejor amiga, Summer, menudita y delgada, la sigue en silencio,

como si fuera su sombra, con una bolsa de Juicy en la mano y el oscuro y

ondulado cabello cayéndole sobre los hombros. Mindy, la tercera, tiene el

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aspecto de la típica adolescente americana: lleva el pelo castaño recogido

en un moño descuidado, y viste unos vaqueros rotos y una camiseta rosa

de tirantes con adornos de encaje. Comentan algo que no alcanzo a oír y las

tres se ríen.

Viéndolas, parece que están pasándoselo tan bien en este viaje

como yo había soñado que lo pasaría. Puede que estas tres chicas no sean

las más populares del instituto, pero entran dentro de esa categoría.

Además, Ángela Marks es la hermana pequeña de Trisha, la animadora la

diabólica, y ha jurado defender su honor. O, lo que es lo mismo, mirarme

con desdén y darme de lado a pesar de que nos asignaron como compañeras

de viaje. Es culpa suya que no pueda abandonar el hotel sin romper la regla

de oro de la señora Bentley: salir siempre acompañados; no ir jamás solos a

ninguna parte. Bla, bla, bla.

Y ahora van a verme aquí, sumida en mi aflicción como una

perdedora. Me encojo en el asiento de cuero del reservado, y ruego para

que las grandes hojas de la palmera que hay junto a la mesa basten para

ocultar mi rostro. No puedo dejar que me vean sentada en ese lugar, con

dos vasos de Coca Cola vacíos delante de mí, como si llevara aquí todo el

día.

Las actividades en grupo no empiezan hasta pasado mañana.

Iremos a visitar museos y palacios, y haremos recorridos turísticos por la

ciudad en autobuses de dos pisos. No sé si entonces las cosas mejorarán, o

simplemente se pondrán peor. A veces me siento más sola rodeada por mis

compañeros de clase que cuando yo soy mi única compañía.

¿Qué por qué pensé que las cosas serán diferentes en este viaje? Se

supone que ésta iba a ser mi oportunidad de cambiarlo todo. Imagino que

pensé que si estábamos a miles de kilómetros de casa, mi reputación de

“rarita” quedaría atrás también. Me equivoqué.

Lo cierto es que no creo que sea humanamente posible que Ángela

y yo lleguemos a ser amigas. Después de todo lleva los mismos genes que

Trisha; hasta comparte con ella esa sonrisilla desdeñosa que asoma a sus

labios cuando alguien la irrita.

Mindy, en cambio, está conmigo en varias clases de nivel

avanzado, y el año pasado fuimos varias veces compañeras de laboratorio

en química. Si yo fuese un poco más abierta quizá ahora seríamos amigas.

Parece guay, pienso cuando mira a Summer y pone los ojos en

blanco, aprovechando que Ángela está distraída. Si hubiesen asignado a

ella como compañera en ese viaje, no me habría dado de lado. Tengo que

conseguir q Ángela acepte mi presencia, aunque sea a regañadientes, y así

tal vez podamos ir en grupo las cuatro. Y con un poco de suerte quizá hasta

podríamos intercambiar las compañeras.

Ajenas a mi presencia, oculta como estoy por la palmera, las tres

amontonan sus bolsas en el asiento del reservado de al lado. No puedo ver

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qué están haciendo, pero imagino a Ángela cogiendo el menú e intentando

decidirse entre la ensalada de espinacas sin aliño, o un vaso de agua. Estoy

segura de que es anoréxica. Siempre será más fácil que aceptar eso que el

...

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