“Un anuncio es el arte de enamorar a los consumidores.”
Enviado por Aroa Bonastre • 1 de Marzo de 2016 • Trabajo • 3.244 Palabras (13 Páginas) • 373 Visitas
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“Un anuncio es el arte de enamorar a los consumidores.”
Aroa Guillén Bonastre
Grado en Publicidad y Relaciones Públicas
Grupo 3
El discurso característico de la sociedad moderna es el publicitario, que es el que defiende los intereses de la burguesía, es decir, los intereses económicos.
La palabra “spot” en sus comienzos significaba un anuncio publicitario para la rádio. Sin embargo, con la llegada de la televisión, se comenzó a utilizar también para designar a los anuncios de este medio.
Los orígenes de la publicidad -
Los orígenes de la publicidad se remontan al siglo XVIII con la Revolución Industrial del Reino Unido (1750 - 1840), sentando unas bases económicas, y con la Revolución Francesa (1789), proporcionando las condiciones ideológicas, sociales y políticas que permiten acabar con los gremios y los privilegios reales.
Anterior a estos acontecimientos sólo se pueden considerar anuncios dispersos que aparecen fundamentalmente con el desarrollo de la prensa periódica. La prensa se convierte así en compañero inseparable de la actividad publicitaria desde el momento que se gestiona bajo criterios empresariales. Más tarde, la publicidad como carácter empresarial comienza con el nacimiento de las primeras agencias de publicidad.
En el siglo XIX se inicia un periodo de cambios debido a la Revolución Industrial de Gran Bretaña. Con el liberalismo se defiende la no intervención del Estado en la vida industrial y se favorece la explotación de mujeres y niños como mano de obra barata. La necesidad de la libertad de expresión de los medios favorece una relación perfecta de la publicidad como financiador, pues la venta de ejemplares no es suficiente. Grandes tiradas por adelantos técnicos permiten abaratar costes. Más tirada lleva a más audiencia y así más interés publicitario de las empresas que incrementan sus inversiones. En definitiva, el panorama por el aumento de movimiento de compra-venta, la diversificación de productos, el crecimiento de la competencia y el excedente de productos, provoca que la publicidad sea una fórmula válida para dar a conocer la oferta e influir en la demanda.
Es en este siglo cuando surgen los grandes grupos mediáticos como Bennet, Pulitzer o Hearst. Comienzan a surgir las marcas para la identificación y diferenciación de los productos, llevando consigo la venta por unidades en lugar del habitual granel. Surge así la publicidad moderna, teniendo como germen el capital burgués. Inglaterra es, por consecuencia, el país pionero en la modernización económica, por lo que será aquí también donde se fragüe el origen de la publicidad.
Aunque la prensa adquiere cada vez mayor presencia, el cartel sigue siendo, junto a las tarjetas comerciales, el medio publicitario más usado, y los medicamentos patentados posiblemente los productos más publicitados.
En 1841, en Estados Unidos, nace la publicidad moderna con los agentes de publicidad que buscan financiación para los periódicos contratando anuncios para estos. El primero es Volney B. Palmer, que empieza a trabajar con exclusivas. Sus métodos son imitados por competidores en aumento, tanto es así que ya en 1861 hay ya en Estados Unidos una treintena de empresas que venden en exclusiva espacios publicitarios de los periódicos. La relación que inicia con los editores y la forma en que se le recompensa por sus servicios determinan un patrón que todavía existe (aunque inicialmente es un 25%), si bien la actual agencia de publicidad representa ahora el interés de sus clientes y no el de los periódicos, como hacía Volney B. Palmer.
Es en la segunda mitad de este siglo cuando se dan las circunstancias para consolidarse la publicidad como actividad profesional, como también se considera el comienzo del periodismo moderno. Algunas de las primeras agencias nacen alrededor de los medios e imprentas, en segundo plano, pero la contínua profesionalización hace que tomen importancia e incluso surjan de forma especializada. Así, las primeras agencias norteamericanas ya no serán como las europeas de principio de siglo.
En el siglo XX, cuando se cumplen 18 años del cine, Georges Méliès realiza la película publicitaria.
Desde finales del XIX y los primeros años del XX, Francia y Alemania se convierten en los focos europeos del desarrollo publicitario, que actúan como puerta de la entrada de lo que llega desde Estados Unidos.
En España, en los primeros años del siglo XX, se sufre una decadencia económica como consecuencia de la pérdida de las colonias. Mientras, fuera de España, el cine empieza a tener éxito y se comienzan a producir las primeras películas publicitarias. Los continuos inventos en ésta época son noticia: La radio, el automóvil, el avión... Son años también de disturbios sociales por los movimientos obreros que coexisten con los sufragistas, que reclaman el derecho al voto femenino en el Reino Unido, Estados Unidos y otros países más adelantados que España.
También en España la cartelería está en su máximo esplendor desde 1890 hasta la decada de los 20. La litografía a color ya está implantada. La publicidad en prensa apenas tiene relevancia al ser accesible sólo a las clases pudientes. El impulso que supone el modernismo en las artes gráficas de Cataluña y los concursos convocados por firmas como Anís del Mono, Codorniu o Gal, hacen que participen pintores e ilustradores de la época: Ramón Casas, Federico Ribas, Salvador de Penagos... La temática está muy diferenciada: Alimentación, bebidas y tabaco por un lado; productos farmacéuticos por otro y cosmética e higiene en un tercer grupo. Aún así, no se ha de olvidar la importancia de los que publicitaban espectáculos, con mención especial a los toros y a los deportes. La repercusión internacional que obtienen algunos de estos artistas, especialmente Ramón Casas, hace que se sitúe como el primer gran momento de la historia de la publicidad española. Décadas después llegarán los otros. El primero de la mano de los Estudios Moro, en los años 60 y, el segundo, en los años 80, con la década de oro de la publicidad española, que sitúo a la creatividad de nuestro país, como tercera potencia mundial.
Años 50 -
Antes de los anuncios de televisión, en el cine ya se producían películas publicitarias, y en España llegaron de la mano del empresario belga Jo Linten en el año 1952, quien formó la productora de cine publicitario Movierecord.
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Aporta modos de operar de otros países y su capacidad organizativa. Importa de Inglaterra los “filmlets”, películas de 15 segundos aproximadamente que se sonorizan aparte y que buscan sustituir a las dispositivas; y de Francia los “prefabricados”, películas de 7 metros, 5 de las cuales son para una situación genérica y el resto para los datos del anunciante. El mismo prefabricado sirve para distintas marcas, permitiendo el acceso al cine a aquellas de escaso presupuesto.
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