Análisis del contexto de las organizaciones

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Análisis del contexto de las organizaciones

1. Introducción.

El auge de la tecnología y particularmente de la inteligencia artificial y las TIC´s, la pandemia por Covid-19, las migraciones masivas, las nuevas exigencias y gustos de los consumidores, la multiculturalidad y otros acontecimientos de actualidad nos refuerzan que en el dinámico mundo empresarial, las organizaciones enfrentan una multitud de desafíos que van más allá de la simple gestión de recursos y cumplimiento de metas y objetivos. El éxito y la sostenibilidad de una organización dependen en gran medida de su capacidad para comprender y gestionar eficazmente tanto su contexto interno como externo. Esta es la premisa de la que parte el presente ensayo en el cual se explorará brevemente la importancia del contexto en las organizaciones, analizando varios aspectos clave que influyen en su funcionamiento y cultura.

1. Aproximación al concepto de contexto.

El término organización no tiene un significado unívoco. Algunos autores (Nekane, --) sostienen que el vocablo en mención puede recibir tres acepciones: a. Como función directiva, esto es un conjunto de actividades que conllevan planificación, organización [aunque esto se torna tautológico], ejecución y control, integrando todas ellas un proceso general de gestión; b. Como teoría, es decir, como una disciplina o teoría que se centra en el estudio de las organizaciones en el sentido que se indicará infra; c. Como entidad, esto es como un conjunto de personas que cuenta, además, con los medios necesarios y adecuados que se relacionan entre sí y funcionan para alcanzar una finalidad determinada que puede ser tanto lucrativa (como sucede en el caso de las empresas) como no lucrativa (Bueno, 1996). A esta última acepción nos referiremos en lo sucesivo.

Por tanto, en el escenario planteado, si consideramos a la organización como el establecimiento y agrupación de actividades y recursos necesarios que interactúan entre sí a través de una coordinación horizontal y vertical para el cumplimiento de determinados objetivos y metas (Schvarstein, 2001), su análisis no puede prescindir de la consideración del contexto circundante.

Importa destacar que cuando hablamos de contexto nos referimos a todo el conjunto de circunstancias variables y asuntos que están relacionados con un fenómeno observado (Vanegas, 2013). Así, en el caso de las organizaciones, el contexto se conforma del universo de elementos intrínsecos y extrínsecos que inciden en sus dinámicas, procesos, resultados y en su existencia misma (dado que pueden constituir un impulsor para su éxito o incluso erigirse como un factor detonante de su disolución).

Particularmente, de conformidad con la norma ISO 9000:2015 “El contexto de la organización son los factores que influyen en el propósito, objetivos y sostenibilidad de la organización. Considera factores internos tales como los valores, cultura, conocimiento y desempeño de la organización. También considera factores externos tales como entornos legales, tecnológicos, de competitividad, de mercados, culturales, sociales y económicos.” Significa entonces que las organizaciones son sistemas que se integran en un entorno complejo en el que convergen múltiples actores y factores que también inciden a nivel interno. Desde luego, comprender y gestionar estos elementos permite a las organizaciones adaptarse a los cambios, fomentar un ambiente positivo y mejorar su rendimiento general.

En ese orden de ideas, algunos elementos que forman parte del contexto interno de las organizaciones son el modelo de gestión, la cultura organizacional, la estructura organizativa, el capital humano, el liderazgo, la comunicación interna, el clima laboral, los sistemas y procesos, la innovación y la tecnología.

1. El contexto interno de las organizaciones.

Toda organización cuenta con una “cultura organizacional” que puede definirse como un patrón de las creencias y expectativas compartidas por todos y cada uno de sus miembros. Estas creencias y expectativas producen normas que, poderosamente, forman la conducta de los individuos y los grupos en la organización (Schwartz y Davis, 1981). Así, forman parte de dicha cultura la misión, visión y valores, los cuales determinan el rumbo y expectativas a corto y largo plazo de la organización, sus bases o fundamentos éticos y legitiman su propia existencia.

La cultura organizacional puede concebirse como el tejido conectivo que une a los miembros de una organización para cumplir un fin común. La definición, socialización e identificación de sus miembros con los valores compartidos, las normas y las creencias inciden (positiva o negativamente) en el comportamiento de aquéllos, la toma de decisiones y los resultados obtenidos.

De hecho, constituye “el patrón de supuestos básicos que un determinado grupo ha inventado, descubierto o desarrollado en el proceso de aprender a resolver sus problemas de adaptación externa y de integración interna, y que funcionaron suficientemente bien a punto de ser consideradas válidas y, por ende, de ser enseñadas a nuevos miembros del grupo como la manera correcta de percibir, pensar y sentir en relación con estos problemas” (Schein, 1983). Nótese cómo la cultura organizacional tiene una incidencia interna y externa para las organizaciones.

En adición, en el contexto empresarial, coexisten factores tanto racionales (reflejados en las metas y objetivos de la organización) como emocionales (tales como intereses individuales, compromisos personales y vínculos emocionales entre individuos y grupos) (Etkin, 2006). Las organizaciones se configuran como entidades sistémicas con una innegable dimensión social, dado que las decisiones tomadas por la dirección organizativa impactan tanto positiva como negativamente en los intereses de individuos o grupos. Esta dinámica subraya la importancia de medir de manera objetiva los resultados obtenidos por la organización y la proporción correspondiente a cada miembro del talento humano que la compone.

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