Capacitación, real importancia

Capacitación, real importancia

Cuando las organizaciones implementan un programa de capacitación suelen caer en errores al no considerar las capacitaciones como una inversión sino como un gasto, por tal motivo, por ejemplo, es el área de capacitaciones una de las primeras en sufrir recortes presupuestarios si las finanzas no andan bien en la compañía

Pensar en la capacitación como una inversión, lleva necesariamente a desarrollar un proceso que requerirá análisis e involucrará a distintas personas, de diversas áreas de la empresa, como por ejemplo, el responsable de un área, personal del departamento de recursos humanos y el usuario final.

Reconocer la necesidad, definir las especificaciones del producto o servicio que satisfaga la necesidad identificada, buscar proveedores, analizar propuestas, seleccionar al proveedor, generar la compra y evaluar los rendimientos de la inversión, debiese aplicarse tanto para la compra de una nueva máquina, como al implementar un programa de capacitación.

Sin embargo, en la práctica, los criterios utilizados en las decisiones de capacitación, son muy diferentes de las que se adoptan en otras inversiones, por ejemplo, se suele hablar de cursos intensivos para no distraer de sus funciones al personal durante periodos de tiempo muy extensos, sin considerar si esta medida es conveniente para el proceso de aprendizaje. En cambio,  al incorporar una nueva maquinaria o implementar un nuevo software, se toma el tiempo necesario para estar seguros de que funcionará correctamente y no se realiza un proceso a la rápida.

Del mismo modo, al finalizar la capacitación, quienes participaron en ella, vuelven a sus funciones cotidianas intentando poner en práctica lo aprendido, es en esta etapa, que el realizar un adecuado seguimiento en cuanto a dificultades presentadas al aplicar lo aprendido o la utilización real de los conocimientos adquiridos, es tan importante, como evaluar el aumento de la producción al incorporar la nueva máquina en la planta. Es decir, en ambos casos, se debe evaluar el rendimiento de la inversión.

En la experiencia planteada por usted, el ente encargado de asignar las becas, claramente no está considerando el fin último de los programas de capacitaciones, sino más bien está cumpliendo con asignar un “número de becas”, para entregar un dato estadístico o justificar un egreso de dinero, malgastando los recursos.

¿Falencia en las políticas públicas? de tratarse de fondos gubernamentales entregados a alguna institución, sin la debida fiscalización, ¿manipulación de datos estadísticos que se desean mostrar? ¿objetivos desvirtuados?. Lo cierto es que se trata de recursos mal empleados, pues la capacitación es una excelente herramienta para el desarrollo, pero para la optimización de los rendimientos de la inversión, es preciso un correcto reconocimiento de las necesidades de capacitación, identificando las fortalezas y debilidades de los individuos a ser capacitados y en base a estos antecedentes, diseñar programas de capacitación a la medida de las necesidades, los que consideren contenidos útiles para el receptor, metodologías apropiadas, duración de los cursos suficientes, etc. sin olvidar que se está realizando una inversión, de la cual se debe obtener los máximos beneficios en post del logro de los objetivos corporativos o del Estado.

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