Caso Harvard EL Bulli

El restaurant el Bulli, tiene una serie de condimentos que lo hacen único desde sus inicios, independientemente del renombre y el hecho que esté de moda en los últimos años, el haber sido reconvertido de mini golf con carne asada a un restaurant sofisticado con platos elaborados, la ubicación, el diseño único y cogedor, la voluntad de sus dueños originales de enviar a sus chef a conocer platos regionales, el haber sido galardonado con la estrella Michelin, todo esto ya lo hacían muy especial.

Luego con los cambios en la cocina quedando Adriá como único chef y la enseñanza que aprendió a partir de su asistencia a la conferencia del chex Jacques Maximin en donde se da cuenta que “Crear” es simplemente “no copiar”, esto le dio el puntapiés inicial con lo cual El Bulli innovaría el negocio, la creación constante de platos y nunca más la mera repetición de recetas conocidas, de este modo recuperó la segunda estrella Michelin.

Marketta Schilling se retiró del negocio y Adriá junto a su socio compraron el restaurant.

La cercanía de un evento deportivo mundial como lo son los juegos olímpicos que se celebraron en la cercana ciudad de Barcelona en 1992 le dieron mayor notoriedad internacional recibiendo constantemente halagos de los más renombrados especialistas del arte de la cocina.

Adriá, fiel a la premisa de “no copiar” continuó refinando sus platos su intención era que los comensales experimentaran con sus platos una experiencia “holística”, se enfocaba en los cinco sentidos creando nuevas texturas en las comidas. Pero lo que realmente lo diferenció, fue la implementación de nuevas técnicas y métodos como el de la “desconstrucción”, que básicamente consistía en desmenuzar cada plato hasta sus componentes constituyentes y después recombinándolos y alternándolos. Otro método novedoso fue el del minimalismo en la cocina y la creación del laboratorio El Bulli.

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