Consultoria Coppel
Enviado por pako.chavez.tej • 7 de Febrero de 2015 • 2.267 Palabras (10 Páginas) • 514 Visitas
UBICACIÓN GEOGRAFICA
Tienda: Villa de Álvarez
Domicilio: Av. María Ahumada De Gómez #371
C.P. 28988
Teléfono: (312) 31-1-55-18
Horario: Lun-Dom 10:00am a 20:00pm
ANTECEDENTES DE LA EMPRESA
El fundador de Coppel es Don Enrique Coppel Tamayo, quien nació en Mazatlán, Sinaloa. Al terminar la primaria, se dedicó a trabajar 3 años en una imprenta y en 1939, a la edad de 17 años, abrió su primera tienda llamada “El Regalo”. Su madre fue quien le aportó el capital inicial de $5,000.00, producto de la herencia de una tía. Al principio vendía cristalería, pañuelos y artículos para regalo. Sus 2 hermanos le ayudaban y uno de sus hermanos, el cual trabajaba en un Banco, era el contador. Era la vieja usanza que los clientes contaban con la facilidad de apartar sus artículos y Don Enrique en una bicicleta se encargaba de ir a cobrar sus vales.
2 ó 3 años después, una tía lo invitó a ir a Culiacán a poner ahí una tienda igual. En ese momento se estaba construyendo la primera presa del Estado y se iba a abrir al riego una gran superficie, por lo que se esperaba mucha prosperidad. Así que Don Enrique fue a Culiacán, rentó un local por la calle Rosales e inició su segunda tienda.
Antes, todo lo que vendía, se lo enviaban de México, pero a partir de la segunda tienda fue que empezó a ir hasta Dallas, Texas a comprar mercancía. Le fue bien en ésta segunda tienda y se quedó a vivir en Culiacán. Cerró la tienda de Mazatlán, pues no la podía atender bien. En 1974 se casó y 2 años después invitó a su padre, Don Luis a que le ayudara con la tienda, ya que iba muy bien. Don Luis fue comerciante toda su vida, trabajó en una casa alemana en Mazatlán, era muy buen administrador y su orden le ayudó mucho.
La tienda de Culiacán vendió al principio regalos, después ultramarinos (latas, comestibles, fruta, jamones, etc.) hasta tortas, que entregaba a las oficinas personalmente. Un tiempo fue imprenta y luego vendió equipos de oficina marca Rémington. Hasta entonces el crédito que daba era de un mes, pero con la distribución de radios Philco, empezó a dar un año; mismo que le daba el fabricante. Luego, con el mismo sistema, empezó a vender relojes Haste y Steelco, así como bicicletas y muebles, los cuales recibía por tren desde México y Guadalajara.
Se cambió a un local un poco más amplio por la calle Ángel Flores, cerca de Catedral y a los años decidió remodelarlo, así que rentó temporalmente otro local por la misma calle, a 2 cuadras. Pero, en tanto que realizaba los arreglos a su local, notó que ubicado en el nuevo local le iba muy bien y tenía muchos clientes nuevos así que, haciendo caso a su clientela, decidió quedarse con las 2 tiendas.
Don Enrique contaba que él se fijaba mucho en la competencia, los observaba y copiaba muchas cosas que hacían bien y así fue mejorando su negocio. Tanto fue así que después de unos años abrió una tercera y cuarta tiendas, hasta llegar a siete tiendas en la misma ciudad. Sentía que si contaba con demanda en ese lugar y aún podría encontrar cosas por mejorar para atender eficientemente a su clientela, no necesitaba abrir en otra ciudad. Además cada tienda le traía una clientela nueva.
Al principio le daba crédito a los conocidos, luego a los no tan conocidos. Con el tiempo a todo mundo. Se dio cuenta que la gente de menos recursos, pagaba mejor y era más agradecida que la clase alta, así que se enfocó nada más a este sector. Muy rara vez era necesario recurrir a los servicios de un abogado para cobrar una cuenta. Normalmente si uno no podía pagar, le pedía el artículo de vuelta. Se usaba que todos dieran aval, pero el aval nunca pagaba, sólo ayudaba a localizar al cliente, en caso de que se extraviara.
La gente humilde pagaba muy bien, era más cumplida y responsable, sin embargo, nadie les daba crédito. Se convertían en clientes a crédito de por vida, ya que les era muy difícil ahorrar para comprar de contado. La disciplina del ahorro era escasa. No pedía requisitos, confiaba en las personas y examinaba la responsabilidad que éstas demostraban con sus cuentas.
Don Enrique disfrutaba mucho su trabajo, el detalle al acomodar, las pláticas con los vendedores, con los proveedores, ponía mucho esmero en la limpieza. Su férrea disciplina y estrategia lo llevaron a poder crecer a un ritmo acelerado, pero la falta de financiamiento lo limitaba; ese fue su gran problema muchos años. Los banqueros eran muy duros; veían que el negocio tenía gran potencial de crecimiento en ventas, pero aun así lo limitaban. Con el tiempo fue creando unos ahorros y llegó después de muchos años a no deber. Dice que eso lo hizo muy feliz.
En 1970 ya era el principal mueblero de la ciudad y decidió incursionar a la ropa. Diseñaron un sistema muy novedoso que, prácticamente, es el mismo hasta la fecha. Dieron tarjetas de crédito a los clientes, usando computadoras PC para llevar el control (fue de los primeros en el mundo en hacerlo) y abrieron en la tienda 2, la primer tienda de ropa de Coppel. Con los años se fueron ampliando las demás tiendas para ofrecer también la venta de ropa.
Don Enrique es una persona muy disciplinada, trabajadora, recta, consciente y sensato. A base de mucho esfuerzo y sacrificio creó las bases del negocio. Una de sus cualidades más destacadas es que considera que las cosas nunca son perfectas, siempre les falta algo, siempre se pueden hacer mejor, pero hay que buscarlo todos los días, todos los meses, todos los años.
En 1981 Don Enrique decide pasar la propiedad y el mando del negocio a sus hijos. Decisión sumamente difícil, pero acertada. Nombra a su hijo Enrique, Director; quién ya venía trabajando en Coppel desde 1970. Con el apoyo de sus hermanos, Enrique inicia el crecimiento.
En 1980 Coppel tenía 11 tiendas, para 1990 ya tenía 30 tiendas y para el 2000 ya eran más de 100. La situación del país en esos 20 años fue muy cambiante, iba de crisis en crisis, lo cual afectaba tremendamente al negocio. Pero gracias a los cimientos que dejó Don Enrique y la estrategia del nuevo Director, el negocio progresó, a pesar de las adversidades. Pero también gracias al equipo de personas que formaban la empresa.
Al principio de los 80’s no había seguridad ni experiencia en el éxito del concepto Coppel en nuevas ciudades, así que primero se probó en ciudades chicas, después en medianas y hasta en los 90’s en ciudades grandes. Afortunadamente hubo muy buena aceptación.
Poco a poco se fueron formalizando las políticas y procesos, tomando como base las enseñanzas de Don Enrique y fue cobrando forma la estructura que actualmente se tiene. Todo ha sido creación de la experiencia del
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