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Consumidor Mexicano Moderno


Enviado por   •  8 de Octubre de 2012  •  4.847 Palabras (20 Páginas)  •  777 Visitas

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La evolución del comportamiento del consumidor mexicano. Efecto de la globalización

Mercadotecnia Global Revista de Mercados y negocios internacionales

http://www.mktglobal.iteso.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=442&Itemid=128

Eva Conraud Koellner : evac@quijote.ugto.mxevac@quijote.ugto.mx 

Profesora de la licenciatura en Comercio Internacional de la Universidad de Guanajuato

Resumen

Como consecuencia de la apertura comercial de México con la firma de 12 tratados de libre comercio desde los años noventa, el consumidor mexicano está cambiando hacia un modelo cada vez más parecido al modelo norteamericano. Sus rasgos culturales tradicionales compiten con los efectos de la globalización y se observa una evolución en su proceso de decisión de compra hacia un comportamiento cada vez más exigente en cuanto a diversidad, calidad e información del producto disponible en el mercado. Como resultado de este análisis, determinaremos quince puntos clave para describir al nuevo consumidor mexicano.

A fin de participar en la internacionalización económica, México adoptó regímenes de apertura y desregulación para atraer a inversionistas extranjeros, bajo la gestión de Carlos Salinas de Gortari. Hoy en día, México cuenta con 12 tratados de Libre Comercio, 6 acuerdos de complementación económica y 23 Acuerdos para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones.

Sin embargo, las mismas empresas multinacionales, la extensión de franquicias de cadenas norteamericanas, los precios del petróleo, las guerras, la televisión por cable, la concepción de la moda acentúan la pérdida de soberanía del mexicano sobre su forma de actuar y pensar para ceder frente a un modelo común de ciudades.

Aunado a la globalización económica, política o informático, surge también la globalización de la sociedad. Ya no existe país, persona o lugar que no sea afectado por el fenómeno de la interculturalidad. Poco a poco, vemos como la globalización, alias la occidentalización del mundo empieza a diseminar modelos culturales del occidente. Al entrar en la aldea global, los pueblos colonizados, como en este caso México, son vistos y juzgados exclusivamente a través de las categorías de conocimiento y de la experiencia de los occidentales (Flores,  en Corral y Díaz-Durán, 2002) y originan de forma paulatina una distorsión de las tradiciones, valores y creencias de los pueblos. Por ejemplo, el primero de noviembre en México, Día de los Muertos, compite peligrosamente contra las fiestas de Halloween. En teoría, el modelo de globalización fomentado por Norteamérica admite la pluralidad del mundo y de las tradiciones, en la práctica la niega a veces al momento de difundir su modelo de sociedad y de producción como las únicas deseables para la condición humana.

Vemos que la globalización a la norteamericana y al occidental es inevitable, tanto para el mexicano que para los demás países y observamos como la globalización va modificando los niveles culturales, diversifica la información, y permite el seguimiento de fenómenos importantes. Poco a poco, la globalización articulará los pueblos entre ellos de forma única y homogénea.

Pero también estar globalizado quiere decir estar más y mejor informado de muy distintos hechos, y provoca reacciones similares frente a la premier de una película (Harry Potter), al interés mórbido de visualizar la muerte de Saddam Hussein, a la elevación de celebridades al rango de santos modernos (princesa Diana), a modelos de juegos para los niños (Nintendo), al modelo de niña bonita (Barbie).

La tecnología es como la religión de fines de siglo XX y principios del siglo XXI. En las nuevas generaciones sentarse frente a una computadora para chatear, contestar y enviar correo electrónico releva de una adicción a una droga legalmente aceptada y hasta impuesta desde los modelos educativos.

Esta interacción entre lo local, lo regional, lo nacional y lo global, sugiere analizar la evolución del comportamiento del mexicano, y si esta lo está llevando a parecerse cada vez más a un modelo de consumidor de países globalizadores, como los Estados Unidos por ejemplo. Habrá que determinar que tanto esta reivindicando el consumidor mexicano su propio modelo de consumo, o si, como su historia lo ha mostrado, se someterá al modelo de consumo norteamericano.

Cultura mexicana tradicional

En la sociedad mexicana, la dinámica del comportamiento de la familia es diferente incluso a la de otros países de América Latina, independientemente del ciclo de vida en el que se encuentre (niño/adolescente; adulto joven; soltero; pareja joven; madurez; nido vacío; viudez), el proceso, desde la decisión y hasta la realización de la compra es responsabilidad del ama de casa. Aunque ella es la que toma las decisiones, sus gustos y necesidades siempre quedan subordinados, en primer lugar a las demandas familiares y en segundo al gasto (Ramírez, 2007).

Los hijos ejercen un alto poder de influencia sobre los hábitos de compra, recreación y dinámica de la familia. Es por ello que son sometidos por parte de los fabricantes a un fuerte bombardeo promocional y publicitario. En el segmento infantil de la población mexicana, el mercadólogo encuentra un terreno fértil para llegar al realizador de las compras, el ama de casa.

A diferencia de otras culturas, el hombre mexicano es un consumidor menos participativo en cuanto a las compras que se realizan dentro del hogar, pues incluso algunas adquisiciones de artículos de uso personal son decididas y realizadas por el ama de casa. Su comportamiento es diferente en lo que se refiere a la compra de servicios o bebidas en donde él tiene mayor injerencia.

Por lo que generalmente queda fuera de las responsabilidades del hogar. No sólo la mayoría de las decisiones de compra recaen sobre la mujer, sino también la educación y crianza de los hijos. A cambio, este proveedor material exige atenciones y muestras de agradecimiento de los miembros de la familia (Ramírez, 2007).

En la sociedad mexicana, la influencia que ejerce la familia sobre el patrón de consumo, no sólo se limita al núcleo como tal, papá, mamá e hijos, sino también a la familia extensa; por ejemplo suegros, hermanos o cuñados. Para el mexicano es de suma importancia tener la aprobación familiar y sentirse aceptado. Le preocupa mucho “el qué dirán”, situación que se acentúa en sociedades más cerradas como por ejemplo en la provincia, y se manifiesta aún más en las clases sociales bajas, ya que no es raro encontrar casos en que una familia, cohabita con sus parientes cercano (Ramos, 2008).

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