Descartes

Descartes divide el mundo de las cosas finitas en dos campos: res cogitans y res extensa, completamente distintos y separados. Esto le obliga a una concepción dualista del hombre, dentro de la tradición platónica. El hombre es un compuesto de dos sustancias completas, cuerpo y alma, extensión y pensamiento, pero que están íntimamente unidas entre sí. El problema como siempre es esa unión. Descartes para ser congruente sostiene la distinción total entre el cuerpo y el alma, pero no duda de la relación entre ambas. El alma no se aloja en el cuerpo (desechamos la opinión platónica o agustiniana). Hay un sentimiento en el hombre que manifiesta la unión entre las dos sustancias. El yo no sólo percibe por ejemplo el dolor, sino que lo siente como suyo. Nos encontramos en el tema de las pasiones, que Descartes define como percepciones que afectan al alma pero no tiene su origen en ella. Son involuntarias, inmediatas y no siempre racionales. La tarea del alma es someter u ordenar las pasiones al dictamen de la razón.

En cuanto a la libertad, distinguidas dos actividades del alma, entendimiento y voluntad, no es ni indiferencia ni arbitrariedad, más bien la elección por la voluntad de lo que es propuesto por el entendimiento como bueno y verdadero. La libertad es la perfección fundamental del hombre y no necesita demostración, pues es evidente. Queda claro, por tanto, que debe haber una comunicación real de sustancias distintas, que de modo poco afortunado, Descartes situó en la glándula pineal7.

Los seguidores de Descartes sustituirán esta curiosa teoría por el ocasionalismo (Malebranche): Dios es el único capaz de mover, la única verdadera causa eficiente. Las criaturas son mera ocasión, para que Dios ejerza su causalidad. Las causas naturales no son verdaderamente causas sino ocasiones que obran por el poder y eficacia de la voluntad divina. Para el hombre resuelve que no causa el movimiento, y por tanto la comunicación entre...

Introducción

¿Qué es el hombre? Es la pregunta fundamental porque sólo el hombre puede plantearse tal cuestión. El hombre siempre ha preguntado por sí mismo, por su esencia.

¿Cuál es el origen de la pregunta? El origen de la pregunta es la admiración y asombro y también el fracaso y la pregunta por el sentido ante situaciones negativas, ante la enfermedad y ante la muerte.

PREGUNTA URGENTE:

En otros tiempos la pregunta sobre el hombre no inquietaba al espíritu, porque se admitía sin controversia la respuesta cristiana.

Todo cambia con la filosofía de la sospecha de Descartes, el empirismo de los ingleses, el criticismo de Kant, el Positivismo de Comte y sobre todo las consecuencias del pensamiento marxista en el que el hombre no es mas que un ser natural y que se realiza en función de factores económicos.

En la actualidad las consecuencias son:

Desconfianza en las posibilidad de la persona para alcanzar la verdad

Se prefiere una verdad débil porque las verdades sobre Hombre, mundo y Dios sólo ha provocado catástrofes.

Ahora se tiene una verdad placentera pero sin esperanza.

1. Objeto material, objeto formal, método, definición

Objeciones a la antropología filosófica.

Así pues, si queremos justificar nuestro estudio tenemos que poner de manifiesto que la filosofía cumple con los requerimientos básicos de toda ciencia, a saber, objeto material, objeto formal y método. Posteriormente ya podremos acercarnos a una definición.

El hombre es alguien concreto y dinámico que no puede (así parece a simple vista) ser reducido a una fría y racional definición metafísica. ¿Puede la filosofía, aplicarse a un ‘objeto’ tan complejo como lo es el hombre, de modo que pueda elaborar un discurso racional y coherente que llegue hasta el ser mismo, hasta el núcleo ontológico de lo que el hombre es?

El sujeto humano tiene conciencia de sí mismo y de sus acciones (identidad) y por la reflexión puede volver (y de hecho vuelve siempre) sobre sus actos para captar la esencia del sujeto que los ha realizado (él mismo). Por esta conciencia de sí mismo y por la reflexión, el hombre es capaz de analizarse filosóficamente sin reducirse a un mero objeto de estudio.

Objeto formal

Nos preguntarnos por el objeto formal, por la razón que identifica y separa a esta ciencia de las demás que estudian también al hombre.

La filosofía del hombre pretende responder a la aparentemente sencilla pregunta por la totalidad del hombre, por el ser del hombre: ¿qué es el hombre? Esto es, la pregunta por aquellos rasgos esenciales que hacen que el hombre sea hombre. Y es claro que las ciencias ya mencionadas no responden a esta pregunta. Así pues, el punto de vista ontológico es el que distingue a la filosofía del hombre de todas las demás ciencias que también se ocupan de él.

Método: fenomenológico-reflexivo.

La primera exigencia para abordar este punto es considerar que si el método debe adecuarse al objeto y no el objeto al método, la pregunta que se nos plantea es la siguiente: ¿existe un método filosófico adecuado para estudiar al hombre de tal manera que, sin reducirlo a mero objeto, podamos llegar a conocer su ser?

El método de la filosofía del hombre no puede ser solo reflexivo para evitar el idealismo, sino es necesario complementarlo.

De ahí pues, que el método más adecuado para la filosofía del hombre sea el fenomenológico-reflexivo. Por la fenomenología se analiza “lo que aparece” en nuestra conciencia a partir de la realidad y por la reflexión buscamos sacar a la luz la relación de esos fenómenos que caracterizan al hombre con el ser, es decir, buscamos la esencia y sentido último de los actos del hombre y, así, la esencia misma y sentido último del hombre en cuanto tal.

Definición

Se llama filosofía del hombre a aquella disciplina filosófica que estudia al hombre entero (objeto material) y establece la existencia y la naturaleza del principio primero de su ser y de su obrar, mediante la reflexión crítica sobre sus propios actos (objeto formal).

2. Vida: noción, naturaleza y diversas teorías sobre el origen de la vida

Es evidente que el primer rasgo característico del hombre que salta a la vista es que el hombre es un ser vivo. Por ello el hombre está sometido en su actuar a las leyes físico-químicas que rigen toda manifestación de la vida.

En la reflexión filosófica acerca de la vida encontramos dos posturas contrarias entre sí:

El mecanicismo, que reduce el hombre a un conjunto complejo de agregados fisico-químicos, de tal manera que con el avance de la química orgánica se pueda producir artificialmente

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