Inteligencia Emocional En Las Empresas
Enviado por mayracarcovich • 29 de Agosto de 2011 • 1.712 Palabras (7 Páginas) • 1.182 Visitas
La inteligencia emocional en la empresa
‘La inteligencia emocional es dos veces más importante que las destrezas técnicas o el coeficiente intelectual para
determinar el desempeño de la alta gerencia’. Daniel Goleman (Harvard Business Review)
En 1990 dos psicólogos norteamericanos, el Dr. Peter Salovey y el Dr. John Mayer, acuñaron un término cuya fama
futura era difícil de imaginar. Ese término es ‘inteligencia emocional’.
Hoy, a casi diez años de esa ‘presentación en sociedad’, pocas personas de los ambientes culturales, académicos o
empresariales ignoran el término o su significado. Y esto se debe, fundamentalmente, al trabajo de Daniel Goleman.
En los años ochenta, un modelo precursor de la inteligencia emocional (aún sin ese nombre tan explícito) había sido
propuesto por Reuven Bar-On, psicólogo israelí. Y en años recientes, otros teóricos han desarrollado variaciones de la
misma teoría, por ejemplo, el Dr. Hendrie Weisinger, con su interesante obra ‘La inteligencia emocional en el trabajo’.
Pero fue Daniel Goleman, investigador y periodista del New York Times, quien llevó el tema al centro de la atención en
todo el mundo, a través de sus obras ‘La inteligencia emocional’ (1995) y ‘La inteligencia emocional en la empresa’
(1999).
El nuevo concepto, investigado a fondo en estas obras, irrumpe con inusitado vigor y hace tambalear las categorías
establecidas a propósito de interpretar la conducta humana (y por ende de las ciencias) que durante siglos se han
dedicado a desentrañarla: llámense psicología, educación, sociología, antropología, u otras.
¿Qué es inteligencia emocional?
En más de una ocasión nos habremos preguntado qué es lo que determina que algunas personas, independientemente de
su cultura, estrato social o historia personal, reaccionen frente a problemas o desafíos de manera inteligente, creativa y
conciliadora. Nunca antes se había considerado incorporar en el análisis un concepto tanto o más importante que el
cociente intelectual, como lo es la inteligencia emocional.
¿Por qué algunas personas tienen más desarrollada que otras una habilidad especial que les permite relacionarse bien
con los demás, aunque no sean las que más se destacan por su inteligencia?
¿Por qué unos son más capaces que otros para enfrentar contratiempos, o superar obstáculos y ver las dificultades de la
vida de manera diferente?
El nuevo concepto que da respuesta a éste y otros interrogantes es la inteligencia emocional, una destreza que nos
permite conocer y manejar nuestros propios sentimientos, interpretar o enfrentar los sentimientos de los demás,
sentirnos satisfechos y ser eficaces en la vida, a la vez que crear hábitos mentales que favorezcan nuestra propia
productividad.
Otras habilidades que caracterizan a la inteligencia emocional son: suficiente motivación y persistencia en los
proyectos, resistencia a las frustraciones, control de los impulsos, regulación del humor, desarrollo de la empatía y
manejo del estrés.
Es notable lo que se ha avanzado, en sólo diez años, en cuanto a la investigación de la inteligencia emocional en
distintos ámbitos del quehacer humano: educación, salud, familia y empresa. Pero antes de detenernos en la esfera de
esta última, conviene que, para comprender mejor la importancia del tema, echemos un vistazo al extraordinario mundo
–biológico y psicológico– de las emociones.
El vasto y misterioso mundo de las emociones
La emoción es definida como un ‘estado de ánimo que se caracteriza por una conmoción orgánica, producto de
sentimientos, ideas o recuerdos, y que puede traducirse en gestos, actitudes, risa, llanto, etc.”.
La palabra emoción proviene del latín motere (moverse). Es lo que hace que nos acerquemos o nos alejemos a una
determinada persona o circunstancia. Por lo tanto, la emoción es una tendencia a actuar, y se activa con frecuencia por
alguna de nuestras impresiones grabadas en el cerebro, o por medio de los pensamientos cognocitivos, lo que provoca
un determinado estado fisiológico en el cuerpo humano.
Charles Darwin fue el primer científico en señalar que las emociones se han desarrollado, en su origen, para preparar a
los animales para la acción, en especial en una situación de emergencia.
Cada emoción está vinculada a elementos fisiológicos precisos: tanto la respiración como el tono muscular, el pulso
cardíaco, la presión arterial, la postura, los movimientos y las expresiones faciales.
Las pautas fisiológicas o musculares habituales comienzan a determinar por sí mismas los estados anímicos.
Los elementos de una emoción son, pues, tres:
1) Una situación, que genera sentimientos, ideas o recuerdos.
2) El estado de ánimo consiguiente.
3) La conmoción orgánica expresada en gestos, actitudes, risa, llanto...
Cuando usted dice: ‘Fulano me sacó de quicio’, supone que la emoción es el resultado directo de un hecho externo: lo
que alguien hizo. Usted toma conciencia de la emoción, pero no de la interpretación automática de lo sucedido. No es
posible reaccionar directamente a un hecho determinado, salvo en circunstancias de peligro; con esta excepción, antes
de reaccionar ante un hecho tenemos que interpretarlo. Los sentimientos no surgen hasta tanto la mente no haya captado
lo que sucedió, y decidido su significado. Esa tarea es realizada por la mente empírica, y la lleva a cabo tan
automáticamente que no nos percatamos de que la mente está funcionando. Todo lo que sabemos es que reaccionamos
emotivamente a algo que sucedió.
Los terapeutas cognoscitivos, como Aaron Beck, Albert Ellis
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