LOS VALORES Y SU ROL EN EL NUEVO LIDERAZGO

LOS VALORES COMO BASE DEL LIDERAZGO EMPRESARIAL^[a]

LOS VALORES Y SU ROL EN EL NUEVO LIDERAZGO

Determinar cuál es la fuente del liderazgo  ha sido un tema concurrente de investigación desde mediados del siglo pasado. Y es que la importancia de un buen líder como factor decisivo para el éxito de las organizaciones se ha venido incrementando ante las presiones de la mayor competencia y un entorno cada vez más cambiante.

Definir rasgos de nacimiento comunes entre los grandes líderes fue un primer intento para explicar la razón por la que pocas personas se distinguen al momento de guiar a otras personas hacia  la consecución de grandes objetivos.  Es innegable que la extroversión, la afabilidad o la estabilidad emocional resultan muy importantes para un buen liderazgo, pero son sólo componentes de un todo.  Tiempo después,  las teorías conductuales plantearon la idea de que “los líderes no nacen, se hacen”,  y a través de las investigaciones de las universidades de Ohio y Michigan nos mostraron estilos de liderazgo orientados a la producción o a los empleados. Posteriores investigaciones  (Fiedler y otros) propusieron que ningún estilo garantiza el éxito por sí solo, sino  que la situación que atraviesa la organización determinará la efectividad del líder  (teorías basadas en la contingencia).

Es con el desarrollo de la teoría del liderazgo transformacional cuando se propone que el verdadero  líder trasciende el papel de guía para el cumplimiento de las metas y se convierte en una auténtica fuente de inspiración para sus seguidores; estableciendo una visión poderosa,  preocupándose por ellos y llevándolos a desarrollar sus competencias para beneficio personal y de la organización. La creación de compromiso y confianza de los seguidores  se convierten en cualidades básicas para este tipo de liderazgo, al potenciar el rendimiento individual y grupal de los miembros de la organización.

La inclusión de valores como la confianza y el compromiso en la ecuación de la “fórmula para el éxito” es, a mi juicio,  un punto de partida importante para definir el perfil del nuevo líder. Las sociedades han cambiado;  hoy observan más de cerca y son más críticas al juzgar el desempeño de las organizaciones. La responsabilidad social empresarial es un tema central en el debate de todos los países,  y se ha constituido en componente obligado de la visión y misión de toda organización.  Este nuevo entorno condiciona la imagen del líder, quien ya no será reconocido sólo por el logro de metas, sino como un auténtico ejemplo para la sociedad.

Es aquí cuando la ética adquiere un papel preponderante, ya que  resulta casi impensable que una organización anti-ética sea sostenible en el tiempo (basta con ver los casos de Enron y WorldCom). Esta situación plantea un reto para los líderes, ya que deben enfrentar  dilemas éticos en la toma de decisiones con mucha mayor frecuencia que sus antecesores, sin perder la rapidez que demanda  el actual entorno.

Conseguir el éxito mediante prácticas que involucren valores. Hacer realidad  la visión de que la competitividad y la ética son perfectamente compatibles, e incluso inseparables. Predicar   con el ejemplo, tanto en el ámbito de la empresa como fuera de ella.  Hacer que los objetivos de la  persona  y los de la organización vayan juntos y se complementen de forma que definan un camino común para ambos. Todos estos desafíos, impensables hace unos años, son exigencias para el líder de hoy y serán requisitos básicos para el líder de mañana.

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