El sentido
Enviado por Carlos Urrea Rengifo • 10 de Julio de 2019 • Tarea • 1.286 Palabras (6 Páginas) • 80 Visitas
El sentido
Era un día nublado por la tarde, la vida no me sonreía sin embargo tampoco me era cruel, su indiferencia era… cautivante, mis rutinas eran majestuosas, tenía todo calculado y eso me daba cierta calma.
Todas las mañanas me decía:
Bien, repasémoslo de nuevo; Despertar, desayunar, revisar los correos del negocio...
¡¿Que se supone que estoy haciendo?!
No era una persona realmente paciente ni mucho menos, pero mi éxito se debía a esa búsqueda compulsiva por el control.
El día de la verdad llegaba, y no voy a mentir, tenía cierta sensación nerviosa, después de todo, tengo 33 años, mi madre nunca vio a un nieto y yo me empeñé toda mi vida para lograr algo… significativo. Siendo realistas, simplemente quería sentir que todo lo que había invertido se hacía real y me era reconfortante el saber todo el esfuerzo que habría puesto en el trabajo.
Soy un hombre ya maduro, centrado, exitoso en su medida y… cansado, cansado de vivir como lo hago ahora, cansado de recordar cada momento ese trágico día en el que deje ir a la mujer que amaba, todo por verme a mí mismo acá, frente a un escritorio… esperando un aumento?
*El día cada vez más nublado correspondía a una tormenta, una tormenta que cambiaría la vida de muchos y quitaría la de otros*
Asomé por la ventana y vi gotas singularmente grandes, acá no era tan común ver las calles mojadas, en cierta forma era agradable después de un día lleno de la brisa exagerada del verano.
Mi jefe entro por la puerta, se sentó rápidamente en su escritorio y con una mirada fija casi como si se tratase de una maquina me arrancó toda mi vida hasta entonces, después de todo no calificaba para la ascensión, en ese momento mi corazón se hizo pedazos toda mi vida llena de esfuerzo y dedicación subyugada a la decisión de una persona que apenas conocía. Ese día no terminaría bien…
Regresé a mi hogar que de hogar no tenía ni la menor pizca de la palabra y tirado en mi sofá no pude evitar pensar en todo lo que perdí, esa noche mi casa se veía más abandonada que nunca.
¿De qué me servía tener una casa genial si… estaba sola? Me preguntaba constantemente.
Esto no se trataba de la típica soledad trivial, yo estaba rodeado de amigos, de compañeros, pero la perdida de mi madre, la perdida de mi novia, ¿debería de haberme acostumbrado a esta vida siendo hijo único?
Cuando estaba empeñado por conseguir algo lejano, no me daba cuenta que a lo mejor era más feliz cuando tenía menos… estando con quienes amaba.
De todas formas, era el momento de dormir y no quería pensar más en el tema.
El día siguiente me desperté titubeante, ya nada valía la pena, las noticias eran siempre las mismas, ni si quiera valía la pena revisarlas, abrí la puerta de mi coche y conducí hasta olvidar todo el pesar que me atormentaba, el alcohol nunca fue de mi agrado pero en esta situación tenia cierto encanto.
Ya estando por la carretera principal de mi ciudad, logre ver como el risco aledaño tenia cierto color tan… ¿pastoso?, O era ¿denso?, ¿esa sería la palabra adecuada?, no importaba.
Presioné por alguna razón el acelerador, la velocidad de la carretera era mágica, treinta y tres años frente a un volante sin razón de ser, supongo que no es la combinación perfecta, y entonces, en un acto inmediato… choqué. No recuerdo más allá de eso.
Y entonces me encontré aquí, en una cama, sin saber cómo llegue, sin duda la respuesta no podría ser cuanto menos sorprendente sin embargo no la hallaría nunca. Me levante de la cama y el dolor en mi cabeza era completamente insoportable, sentía ardor en mi rostro y entonces frente al minúsculo espejo situado adelante de la cama vi la cicatriz en mi mejilla izquierda, en ese momento por alguna razón no me llamó la atención en lo más mínimo y proseguí a investigar la casa, las paredes eran de un blanco grisáceo, era escalofriante, las rendijas de las puertas y ventanas estaban oxidadas, los techos agrietados y recuerdo haber escuchado bien el sonido chirriante de algún objeto cuando de repente entre en una habitación de un azul pastel, en aquel cuarto había un armario, que por alguna me llamaba a la curiosidad, no sé si era su aspecto no tan descuidado en contraste con la casa o si fuese por su tamaño tan particularmente pequeño, al parecer es el cuarto de un niño me dije y continué hacia el armario con el sentido de abrirlo, al hacerlo me invadió una fuerte impresión de terror, por un segundo no me ideé que había alguien ahí pero lo había, era una niña de como diez años que al instante de abrir las puertas se despertó y me miro con temor y de inmediato le pregunté, ¿Dónde estaba? ¿Quién era ella?, la niña no soltó una sola palabra y quebró en lágrimas, no sabía que hacer, sin embargo por alguna razón un impulso se gestaba en mi presente, sentía la necesidad de protegerla… de calmarla, y lo hice. Unas horas más tarde
con la niña al lado mío, continué con las preguntas que un tiempo atrás le había preguntado, la niña en un tono tímido no me respondió y a su vez me pregunto que si era de acá, claramente me causo cierta impresión ya que había vivido aquí toda mi vida, sin embargo le respondí que si, y entonces como si no hubiese escuchado mi respuesta, aclaro mis dudas de antes, me dijo que ella no sabía que se suponía que fuese este lugar, que no sabía donde estaba que solo vino aquí para resguardarse de la inundación, yo sorprendido le pregunta que de cual inundación estaba hablando, y sin decir nada me llevo hacia la ventana de la habitación aledaña y mire ese paisaje tan decadente, las calles estaban repletas de agua y lodo como si hablase de la altura de un hombre adulto o incluso más, impactado le pregunte que si ella me había traído a este lugar y me respondió que ella ni si quiera sabía que yo estaba aquí, ¿era acaso eso posible?
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