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Inteligencia Emocional.


Enviado por   •  18 de Junio de 2016  •  Documentos de Investigación  •  3.350 Palabras (14 Páginas)  •  236 Visitas

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Inteligencia Emocional

preguntas del temap

¿Qué es la inteligencia emocional?

¿Cómo se afecta la inteligencia emocional en una persona?

¿Qué alternativas existen para regular su Inteligencia emocional?

Preguntas de Investigación

¿Cómo se puede desarrollar la inteligencia emocional en los niños?

¿Cómo se podría vincular a los padres con la escuela?

¿Se pueden modificar los niveles de Inteligencia emocional con ayuda de los padres?

Objetivo

Instruir a los padres de familia sobre la importancia de la Inteligencia Emocional para el desarrollo de sus hijos.

Cronograma

FECHA DE OBSERVACIÓN: 8 de mayo de 2014

Fecha de intervención: 12 de mayo de 2014

  • 9:10 am – se proporcionará una introducción a los padres de familia sobre la realización del taller y los contenidos a desarrollar.
  • 9:20 am – se realizará una actividad de integración en la que daremos tarjetas con el nombre de cada padre.

Marco conceptual

¿Qué es una emoción?

En el sentido más literal, el Oxford English Dictionary define la emoción como «agitación o perturbación de la mente; sentimiento; pasión; cualquier estado mental vehemente o agitado». En mi opinión, el término emoción se refiere a un sentimiento y a los pensamientos, los estados biológicos, los estados psicológicos y el tipo de tendencias a la acción que lo caracterizan. Existen centenares de emociones y muchísimas más mezclas, variaciones, mutaciones y matices diferentes entre todas ellas.

Aunque no todos los teóricos están de acuerdo con esta visión, con base a la teoría realizada por Paul Ekman (de la Universidad de California en San Francisco) sobre cuatro expresiones faciales concretas (el miedo, la ira, la tristeza y la alegría), y que a su vez son reconocidas por personas de culturas diversas procedentes de todo el mundo, algunas de las propuestas para las emociones primarias son: ira, tristeza, miedo, alegría, amor, sorpresa, aversión (antipatía, disgusto, repugnancia) y vergüenza.

Si bien es cierto que no se pueden categorizar las emociones debido a que hay emociones compuestas como los celos, que conllevan un poco de miedo, tristeza e ira, o la fe, el aburrimiento, etc. En este terreno no hay respuestas claras y el debate científico sobre la clasificación de las emociones aún se halla sobre el tapete.

Habría de considerar a las principales familias —la ira, la tristeza, el miedo, la alegría, el amor, la vergüenza, etcétera— como casos especialmente relevantes de los infinitos matices de nuestra vida emocional, de donde se derivan los estados de ánimo, los cuales perduran y varían más que las emociones. Después de los estados de ánimo se hallan los temperamentos, la tendencia a evocar una determinada emoción o estado de ánimo que vuelve a la gente especialmente melancólica, tímida o jovial. Y, más allá todavía de esta predisposición emocional, están los francos desórdenes emocionales de los que algunas personas sufren cotidianamente. (Goleman, 2012)

¿En qué consiste la Inteligencia Emocional?

Según la versión original de Salovey y Mayer (1990), la inteligencia emocional consiste en la habilidad para manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones.

la inteligencia emocional incluye la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar emoción; la habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan pensamientos; la habilidad de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y la habilidad para regular las emociones para promover crecimiento emocional e intelectual” Mayer y Salovey (1997: 10). La inteligencia emocional se refiere a un “pensador con un corazón” que percibe, comprende y maneja relaciones sociales.

La Inteligencia Emocional es la capacidad que tiene una persona de manejar, entender, seleccionar y trabajar sus emociones y las de los demás con eficiencia y generando resultados positivos. Es la habilidad para gestionar bien las emociones, tanto las nuestras como las de los demás.

Una persona que se enfada con facilidad, que se pone triste con frecuencia o que no es capaz de controlar sus impulsos es una persona que no ha podido desarrollar óptimamente su inteligencia emocional.

Thorndike, en 1920, utilizó el término inteligencia social para describir la habilidad de comprender y motivar a otras personas. David Wechsler en 1940, describe la influencia de factores no intelectivos sobre el comportamiento inteligente, y Goleman sostiene también que la inteligencia académica tiene poco que ver con la vida emocional. Hasta las personas más descollantes y con un CI más elevado pueden ser pésimos timoneles de su vida y llegar a zozobrar en los escollos de las pasiones desenfrenadas y los impulsos ingobernables.

Pero una persona que ha desarrollado su Inteligencia Emocional correctamente tiene otras características que se tienen que tiene que desempeñar, como es la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás.

También se le llama Conciencia Emocional a la capacidad de reconocer el modo en que nuestras emociones afectan a nuestras acciones y la capacidad de utilizar nuestros valores como guía en el proceso de toma de decisiones. Las personas dotadas de esta competencia saben qué emociones están sintiendo y porqué, comprenden los vínculos existentes entre sus sentimientos, sus pensamientos, sus palabras y sus acciones, conocen el modo en que sus sentimientos influyen sobre su rendimiento y tienen un conocimiento básico de sus valores y sus objetivo. En cierto sentido, tenemos dos cerebros, dos mentes y dos clases diferentes de inteligencia: la racional y la emocional. Nuestro desempeño en la vida está determinado por ambas; lo que importa no es sólo el cociente intelectual sino también la inteligencia emocional. En efecto, el intelecto no puede operar de manera óptima sin la inteligencia emocional.1

Regulación de la Inteligencia Emocional.

La regulación emocional es la capacidad para manejar las emociones de forma apropiada. Supone tomar conciencia de la relación entre emoción, cognición y comportamiento; tener buenas estrategias de afrontamiento; capacidad para autogenerarse emociones positivas, etc.

Para que esto sea posible, es necesario que se configuren, en primer lugar, Expresiones Emocionales Apropiadas, las cuales comprenden que el estado emocional interno no necesita comprender con las expresiones externas. En segunda está la Regulación de Emociones y Sentimientos, lo que significa que hay que aceptar que hay emociones como la ira y la violencia que deben ser regulados a menudo; también significa que es importante que se tolere la frustración para que así se prevengan estados emocionales negativos como la ira, el estrés, así como la capacidad de perseverar objetivos y metas a pesar de las dificultades. La tercera es la habilidad para afrontar los retos y los conflictos, y la cuarta, Competencia para Autogenerar Emociones Positivas, la cual se refiere a la capacidad para experimentar de manera consciente emociones positivas como la alegría, el amor. Es la capacidad para auto gestionar el propio bienestar emocional en busca de una mejor calidad de vida.2

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