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MORALIDAD DE PARTICIPAR EN HECHOS INMORALES


Enviado por   •  24 de Junio de 2016  •  Monografía  •  4.305 Palabras (18 Páginas)  •  279 Visitas

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INDICE

  1. ACTIVIDADES QUE HACEN DIFICIL ANALIZAR CORRECTAMENTE LA MORALIDAD DE PARTICIPAR EN HECHOS INMORALES
  1. EL PROFESIONAL Y SUS VALORES
  2. LA CONCIENCIA MORAL
  3. LA AMISTAD: UN VALOR DISTORCIONADO EN EL MUNDO PROFESIONAL
  4. LA OBLIGACIÓN MORAL DE COMUNICAR LA VERDAD
  5. EL PROFESIONAL FRENTE AL SOBORNO Y LA JUSTICIA
  6. LA PROFESIÓN: UNA VOCACIÓN DE SERVICIO
  7. EL CÓDIGO PERSONAL DE ÉTICA PROFESIONAL
  8. LOS CÓDIGOS DE ÉTICA PROFESIONAL
  1. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ACTIVIDADES QUE HACEN DIFICIL ANALIZAR CORRECTAMENTE LA MORALIDAD DE PARTICIPAR EN HECHOS INMORALES

Existen varias actitudes que hacen que sea muy difícil lograr que los profesionales actúen adecuadamente. Estas actitudes suelen expresarse en los siguientes términos:

“Yo no tengo la culpa por lo que me dicen que tengo que hacer. Hay que cumplir órdenes. La culpa la tienen ellos.”

“No lo haría si no me hubiera amenazado con el despido. Cuando es cuestión de conversar mi puesto, estoy justificado en hacer cualquier cosa que me exijan. Los culpables son ellos”

“Si no fuera por la gran amistad que existe entre nosotros, no haría lo que me ha pedido. Pero en fin. Para eso estamos los amigos.”

“Si alguien decide seguir mi la ejemplo, allá el. Cada uno sabe lo que hace.”

Estos y otros argumentos parecidos, suelen indicar la presencia de alguna deformación de la conciencia moral.

En resumen, es verdad que hay circunstancias en las cuales se puede aceptar que un profesional se deje usar para algo que es inmoral. Pero no es menos verdad que se debe tener mucho cuidado en tales situaciones porque existe el peligro  de justificarse mediante argumentos que no son moralmente aceptables.

Por ejemplo; en nuestro medio, un buen número de profesionales del Derecho, demuestran cierta tendencia a ser amorales en el ejercicio de su profesión; es decir, son indiferentes a la valuación moral, que en el ámbito profesional es tomado en cuenta como alejamiento de los valores morales convencionales, prescindiendo de ellos y poniendo en su reemplazo a otros valores; a lo que Nietzche designaba como la transmutación de los valores. Los problemas que se encuentran en el ejercicio profesional son diversos; y, son pocos los que se encuentran capacitados para integrar conscientemente principios morales en su actuar profesional.

La moralidad en el mundo profesional de los abogados implica la existencia de un clima o ambiente ético en el ejercicio de la profesión. Sin embargo, existen comportamientos, dentro de ese ambiente, que se hacen por costumbre o los que se acepta por comportamiento normal entre los abogados; pues, a pesar de que implican una falta de ética profesional, no son censuradas por los demás.

Es por ello que se hace necesario e indispensable el establecimiento de un código personal de conducta de la persona, el cual, no implica una positivización de valores, sino que éste abarca el conjunto de valores personales que una persona ha hecho suyas, los cuales, a diferencia de los códigos positivos, se ven reflejados tanto en sus sentimientos de justicia como en su comprensión intelectual de normas de comportamiento aplicables en su vida profesional.

En diversos ámbitos de la vida social del país, en varias oportunidades, se ha tratado de moralizar esa conducta humana en la interrelación con los demás, a través de campañas publicitarias esporádicas, pero, por lo general, han durado poco. Además, su éxito ha sido limitado, pues no se ha logrado un verdadero cambio de mentalidad en las personas; aunque, en un corto plazo, se suprimen, en algunas oportunidades, comportamientos no deseados; pero, no se logra fortalecer el código personal de conducta, por ello, se repiten frecuentemente las mismas historias de corrupción. La única solución a ello, a decir del Dr. Eduardo Schmidt, será desarrollando los siguientes objetivos:

  • Identificar los valores reflejados en nuestros propios sentimientos de justicia;
  • Formular principios morales con nuestras propias palabras a partir de estos valores;
  • Evaluar nuestros valores morales a la luz de los valores objetivos; es decir la exteriorización y la puesta en ejercicio de dichos valores para que no queden en simples sentimientos o en simples palabras.
  • Integrar principios morales objetivos en el ejercicio profesional.

Para explicar un poco más acerca de la objetividad de los valores, tendremos que decir, en primer lugar, que algo es objetivo cuando hay evidencia de lo que tenemos entre manos, estando seguros de que es así. En segundo lugar, diremos, que en cada sociedad se puede hablar de valores objetivos que pueden ser percibidos como exteriorización pura de los valores morales que poseemos, es decir, atribuyéndolos un verdadero significado; otros que se perciben distorsionadamente y otros que pasan desapercibidos. De esta manera, podremos decir que, en cada cultura hay algunos valores que no suelen ser expresados o respetados en forma adecuada.

EL PROFESIONAL Y SUS VALORES

Ingresando ya al terreno del ejercicio profesional (en el presente caso, de la abogacía); suele suceder que cuando se descubre que una persona ha faltado a la ética profesional todos lo juzgan y se trata de dar soluciones al problema para que dicho profesional no vuelva a cometer un acto antiético; y, la verdadera solución no está en controlar el comportamiento del profesional; más bien habrá que buscar cual es la causa de dicho comportamiento, si es frecuente en él, si actuó presionado por algo, cuál es su actitud moral y cómo se puede ayudarlo a mejorar su comportamiento en el futuro.

Es por lo expresado en el párrafo anterior, que varios autores nos hablan acerca de una actitud moral fundamental que posee toda persona; la cual es su orientación básica frente a la vida y, cuando ésta es la correcta, consiste en actuar cumpliendo lo moralmente correcto; ello implica mantener una actitud en el que el beneficio personal está subordinado a las exigencias de la moralidad objetiva, pues, supone una postura activa que busca cómo hacer respetar los valores morales en todas las áreas de su vida. Pero, si deja que sus propios deseos prevalezcan, su actitud moral fundamental puede llegar a ser malsana.

La actitud moral fundamental es un modo de ser que la persona desarrolla consciente e inconscientemente a lo largo de su vida. Esta actitud, determina los valores éticos que la persona acepta como tales. Si esta orientación es sana, le será fácil aceptar verdaderos valores que los desarrollará con agrado, pero, si es mala, será fácil desarrollar antivalores. Para saber si esta actitud moral fundamental es sana, se deberán ver sus frutos y conocer que es lo que más se quiere en esta vida, si nos sentimos atraídos por las virtudes o por los vicios. Este concepto, también se describe como el motor de una persona, porque es lo que lo empuja a tomar un determinado rumbo en su vida. Esta actitud es susceptible de modificación, tanto para bien como para mal. Moralmente el cambio de actitud de una persona, si se dirige a suplir lo malo por lo bueno, es totalmente aceptable; puesto que, por el hecho de ser seres humanos y no dioses, con frecuencia cometemos grandes errores con nosotros mismos y con los demás; errores que implican faltas a los valores morales existentes; y, por esa razón de ser humanos, tememos pues, el derecho de un cambio en nuestra actitud moral fundamental; es decir, sumar a aquellos pocos valores morales que poseemos, otros más, para que de esta manera dirijamos la actitud moral fundamental a ser lo más sana posible; ello implica, que posea mayor contenido axiológico.

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