Autorregulación Organísmica y Terapia Gestalt: Ser lo que Somos
Enviado por teresa2012 • 30 de Junio de 2014 • Síntesis • 1.792 Palabras (8 Páginas) • 504 Visitas
autorregulación Organísmica y Terapia Gestalt: Ser lo que Somos
La autorregulación organísmica es sin duda, uno de los conceptos más importantes que inspiran la práctica de la psicoterapia Gestalt. Todos los seres vivos, para mantenerse vivos, necesitan satisfacer sus necesidades; beber agua, comer alimento, tener protección, etc. La autorregulación organísmica es el proceso a través del cual los seres vivos se adaptan a su ambiente y satisfacen sus necesidades –fisiológicas, afectivas, espirituales, etc.-. Las necesidades que tenga un organismo van a depender de la interacción entre las condiciones del ambiente y la estructura del organismo.
Por ejemplo, un ser humano que camina bajo el rojo sol del desierto, necesitará mucha más agua que uno que camina por la ciudad en invierno. En este ejemplo cambia la situación ambiental y cambia por lo tanto, la cantidad de agua necesaria. La estructura del organismo es la misma en los dos casos. Del mismo modo, un ser humano necesitará mucha menos agua para subsistir en el desierto que una flor. Aquí tenemos un ejemplo de la importancia de la estructura. La urgencia y la naturaleza de las necesidades de un organismo, dependerán de esas dos variables; condiciones ambientales y estructura.
Podría decirse que el proceso de autorregulación organísmica tiene básicamente dos fases. Primero, darse cuenta de la necesidad y, segundo, hacer algo para satisfacerla. En el caso de la deshidratación, el organismo vivo tomará consciencia de la sensación sed y luego, buscará agua. En caso de que el organismo esté sano y sus mecanismos de autorregulación estén funcionando libremente, podrá volver a hidratarse y de este modo seguir vivo. Por lo tanto, la posibilidad de que los seres vivos se mantengan vivos depende, de forma muy sintetizada, de dos elementos básicos; de su capacidad de darse cuenta y de su capacidad de actuar sobre el medio ambiente de forma efectiva.
En Gestalt se dice que las necesidades son como una figura que se destaca sobre un fondo. Por ejemplo, en el momento en que aparece la sed, si ésta es lo suficientemente importante, todas las demás cosas que pudieran resultar interesantes al organismo van a pasar al fondo y en el primer plano de la consciencia del organismo estará la sed y las posibles fuentes de satisfacción de ésta, la llave de agua, una bebida, etc. Es decir, mientras sentimos sed es más importante para nosotros un vaso de agua que cualquier otra cosa que pudiera haber alrededor nuestro.
Esto es muy evidente. Supongamos que estuviésemos leyendo un libro. Mientras leo, lo más relevante para mi “darme cuenta” será lo que el libro dice. Sin embargo, si mis niveles de deshidratación aumentan demasiado, resultará difícil mantener la concentración en la lectura ya que mi atención, de forma espontánea, se dirigirá hacia la sensación de sed. Esto es a lo que se le llama la formación de una figura –que viene siendo casi lo mismo que la aparición de una necesidad-. Una vez que una nueva figura “se abre”, ella misma “pide” ser cerrada.
En el ejemplo, una vez que se abre la figura de la sed, será misma sed la que nos motivará a cerrar el capítulo de la deshidratación. Lo más probable que suceda es que interrumpamos la lectura, bebamos algo y, una vez que la figura de la sed se ha cerrado, nuestra atención volverá de forma espontánea a la siguiente cosa que es relevante en ese momento. Tal vez podamos volver a la lectura a menos que surja otra figura más importante que el leer.
He destacado en el párrafo anterior la palabra “espontánea”. La formación de figuras no es un evento que los organismos crean deliberadamente, sino que es un fenómeno que simplemente ocurre. Y todo el proceso que implica satisfacer una figura que se ha abierto es un proceso natural y relativamente sencillo a menos que el proceso de autorregulación esté dañado. Por ejemplo, nadie elige entristecerse cuando alguien cercano muere, simplemente nos entristecemos y luego buscamos la forma de que esa figura que se abrió, se cierre. Así como la fuerza de gravedad nos acerca al piso, constantemente se nos abren figuras y, si estamos sanos en nuestra capacidad de autorregularnos, las vamos cerrando o concluyendo.
Esta es la naturaleza de los seres vivos; sus procesos son un fluir permanente que va desde el organismo al ambiente y del ambiente al organismo. El mismo proceso de la vida es un fluir espontáneo de ciclos que se abren y luego terminan, una y otra vez, jamás se detiene. El proceso de autorregulación organísmica sólo termina con la muerte.
También, los seres humanos, gracias a que somos mucho más complejos que la mayoría de los seres vivos, tenemos la posibilidad de resistirnos de formas muy complejas a este proceso espontáneo y natural. En todo caso, esto puede ser adaptativo y bueno. Por ejemplo, si me dan ganas de golpear a mi jefe, gracias a una operación cognitiva puedo llegar a la conclusión de que hacer eso me puede perjudicar y entonces puedo detener el impulso a golpear. En el fondo esto corresponde a una capacidad de autorregulación más compleja que la de otros seres vivos. Si aguanto el impulso a golpear, seguramente lo he hecho porque eso también amenaza a mi necesidad de supervivencia –podría perder mi trabajo y no tener para subsistir-.
Sin embargo, esta capacidad para resistirnos al proceso de autorregulación también puede ser patológica.
¿Cuándo es patológica la interrupción del proceso de autorregulación del
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