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Configuraciones Culturales


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2014  •  2.176 Palabras (9 Páginas)  •  493 Visitas

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Propuestos a realizar una caracterización de la condición infantil en la actualidad debemos, en primer lugar, hacer mención a la historicidad que esta dimensión ha presentado a lo largo de la historia, y en segundo lugar, cómo la configuración cultural de la sociedad permite indagar los cambios simbólicos que permitieron sus diversas conceptualizaciones.

Para comenzar a dirimir los sentidos que la infancia ha atravesado en cada sociedad, debemos entender que éstos se encuentran establecidos por el imaginario social, a partir del cual se configura un ideario compartido que logra unidad en una sociedad en la medida en que produce significaciones colectivas, funcionando éstas, como sentidos organizadores de dicha sociedad. Por ejemplo: qué es un hombre, qué significa ser leal, qué condiciones debe tener una mujer para pertenecer a un determinado contexto, así como también, qué es un niño y qué significa la niñez.

Toda sociedad presenta, como afirma Pierre Bourdieu, operaciones de clasificación. En el mundo social se percibe el conjunto de condiciones que otorgan sentido a quienes forman parte de éste; sentido que es entendido y aceptado como orden natural y no como construcción histórica social.

Es precisamente la historia quien nos demuestra el carácter cultural de toda creencia o pensamiento social compartido. De este modo, es también la niñez y su conceptualización, una dimensión histórica y dotada de sentido, desocultando de este modo, el carácter construido de toda creencia o práctica social que de ella derive.

Sin embargo, debemos decir que estas significaciones no son estáticas, poseen una dinámica. Existe sí, un imaginario social que se institucionaliza, que aceptado y consensuado, pero cada sector o grupo social es capaz, a su vez, de producir nuevas significaciones que permiten ponerlas en discusión.

Por lo cual, la concepción de infancia, ha atravesado procesos por los cuales su significación mutaba junto con la referencia cultural que se tenía de la configuración del niño. Afirma, Sandra Carli, que la construcción de la niñez como sujeto histórico ha adquirido visibilidad, a través del traumático pasaje del modelo de una sociedad integrada a un modelo de sociedad empobrecida y polarizada.

Realizar un recorrido histórico sobre el concepto de infancia nos permite reconocer que los niños no fueron concebidos de igual modo en el devenir de la historia social. La construcción de la niñez y su rol en cada sociedad, fue producto de la acción de las diversas formas de vinculación por parte de las generaciones adultas. Este proceso se encuentra atravesado, como lo afirma la autora, por pujas políticas, ideológicas, económicas, de intereses, así como también en el último siglo, por el mercado de consumo y la creciente influencia de los medios masivos de comunicación, en el imaginario social, del cual hacíamos referencia anteriormente.

Al comienzo de nuestra corta historia argentina, los niños eran concebidos como adultos en miniatura. Su anonimato era una cuestión menor que atender. Pero en el siglo XVII, la familia comienza a gestar la transición de aquel niño-hombre hacia un ser frágil e inocente, ser que debía ser moldeado a semejanza de la sociedad constituida, y en vistas a la formación de un futuro ciudadano racional.

Esta nueva concepción, se encuentra también ligada a la aparición de la familia moderna y su reclusión dentro del hogar como espacio diferenciador de lo privado y lo público. Asimismo, los cambios que en el Estado se producían, reflejaron nuevas prácticas dirigidas hacia la infancia. Por tal motivo. La educación se torna herramienta fundamental para la concreción del proyecto estatal. El niño es retirado de la sociedad de los adultos “completos” para atravesar un sinfín de proto-sitemas educativos. La infancia, afirma S. Carli, es producto de la función que adquieren dos instituciones modernas que se encontraban destinadas a producir el ideal de ciudadano buscado: la familia y la escuela, esta última como institución por excelencia.

El niño debía ser disciplinado y moldeado, para que cumpliese con los parámetros socialmente establecidos. Sin embargo, es necesario mencionar, que esta imagen idealizada fue promotora de segregación dentro de la misma categoría infantil. Si bien había niños que cumplían con las expectativas perseguidas y se encontraban dentro del parámetro de “normalidad”; había quienes no lo hacían. Aquellos niños que quedaban fuera del sistema, representando un “peligro social”. Por lo cual, se llevaron a cabo políticas de control social, disfrazadas muchas veces como prácticas que alentaban la protección de los mismos. Los niños dejaron de ser niños para ser llamados menores; y para ciertos sectores sociales, “menores potencialmente peligrosos”. Si bien la época sarmientina e yrigoyenista, dan cuenta de este proceso, hoy, los mismos sectores siguen teniendo la misma concepción de aquellos por una circunstancia u otra han quedado fuera del sistema.

Es a partir de la modernización pedagógica, el surgimiento del discurso de la minoridad y la institucionalización del menor que no concurría a la escuela, que nace una “preocupación” por la infancia que había sido desatendida, dando lugar a la Primera Conferencia Nacional en 1933, donde se intentó profundizar en el tema, buscando soluciones que posteriormente serían olvidadas. En general, lo que caracterizo a esta categoría social en nuestro país fue la condición de sujetos pasivos y dependientes de una tutela. Su reconocimiento como sujetos de derechos, poseedores de una voz que debía ser escuchada y respetada, surge a partir de la convención de los Derechos del Niños convertida en Ley Nacional incorporada a la Constitución en la reforma de 1994.

La autora Ana L. López sostiene que si bien el término “menores” fue sustituido por el de “niños”, con la sanción de la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, este marco jurídico y sus dispositivos institucionales seguirán derivando en un campo de luchas constantes.

Ahora bien, en “Notas para Pensar la Infancia”, su autora Sandra Carli, afirma que el ciclo que va desde la post-dictadura al año 2000 ha dejado en la niñez argentina las huellas de cambios globales que lo diferencias de otros ciclos históricos. Si bien las décadas de 1980 y 1990 presentaron estabilidad democrática, fue un periodo en el que la pobreza y la segregación social se fueron incrementando notoriamente, proceso en el cual la familia y la escuela se vieron fuertemente impactadas.

El avance en el reconocimiento de los niños como mencionábamos anteriormente, como sujetos de derecho, y el surgimiento de un acopio abundante de conocimiento referido a la categoría infancia

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