EL ADOLESCENTE Y LA LIBERTAD.
Enviado por Bernardo Cruz Bello • 2 de Diciembre de 2016 • Ensayo • 1.656 Palabras (7 Páginas) • 309 Visitas
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ALUMNO: BERNARDO CRUZ BELLO
CAMPUS: TOLUCA
MATERIA: PSICOLOGÍA DE LA ADOLESCENCIA
PROFESORA: LUCERO SANTANA BENITEZ
Cuatrimestre: 4º.
ENSAYO. EL ADOLESCENTE Y LA LIBERTAD.
EL ADOLESCENTE Y LA LIBERTAD
I. El adolescente.
En algunas sociedades el paso de la niñez a la vida adulta suele marcarse enfáticamente por algún rito de iniciación, (por ejemplo, la fiesta de XV años, el Bar Mitzvah, etc.). No obstante, en la mayor parte de las sociedades occidentales, esta transición suele llevar más tiempo, y está caracterizada por un conjunto de cambios a nivel físico, cognitivo y emocional en los sujetos.
Anteriormente (previo a la revolución industrial), se consideraba que los niños se convertían en adultos cuando alcanzaban la madurez física, o bien, cuando empezaban a aprender algún oficio o vocación; sin embargo, con el correr de los años muchas cosas han cambiado, por ejemplo, la pubertad suele iniciar antes, y el ejercicio de algún oficio suele postergarse, generando un periodo más amplio de transición entre la niñez y la vida adulta, al que se le denomina “adolescencia”.
Para muchos autores, esta etapa, llena de cambios y adaptaciones es un proceso “tormentoso”, en el que el sujeto tiene que adaptarse a tener un cuerpo distinto, a nuevas exigencias sociales, nuevas formas de relacionarse, y una nueva capacidad cognitiva para tratar de dar sentido a todo eso. Stanley Hall, se refiere a este momento como un periodo “de tormenta e ímpetu” (justo por la velocidad y simultaneidad a la que ocurren todos estos cambios), comparándolo con cierto momento en la historia de la literatura alemana: el adolescente es idealista, revolucionario, sentimental, apasionado y trágico.
Aunque es difícil tratar de generalizar ciertas concepciones sobre el adolescente, en tanto que este proceso es vivido de formas diferentes a nivel personal; casi todos los adolescentes son sujetos con un desarrollo casi pleno de todas sus capacidades humanas, con poca (o ninguna) experiencia en cómo manejarlas, organizarlas, priorizarlas, regularlas y darles sentido.
El comportamiento de los adolescentes, por tanto, puede parecerle errático, absurdo, y carente de sentido al adulto promedio. Los adolescentes, además de ser de un ánimo particularmente voluble, parecieran estar particularmente interesados en lo prohibido y lo peligroso; pueden ser crueles, hirientemente sarcásticos, mentir, robar y dañar cosas sin propósito… conductas que nos han llevado en muchas ocasioens a categorizarlos como “semiadultos aberrantes” o “infantes excesivos”, a quienes hay que tratar (a toda costa, y por el bien de la humanidad) de limitar (Valencia, 1996).
Dichas tendencias y fluctuaciones extremas entre estados de ánimo, pueden explicarse a partir de las avalanchas hormonales que los adolescentes están experimentando, las cuales a su vez, inciden en la aparición de los cracteres sexuales secundarios… el adolescente se encuentra ante un cuerpo propio, pero totalmente nuevo, en las chicas aumenta el tamaño del busto, se ensanchan las caderas, y la menarca… los chicos experimentan el ensanchamiento de la espalda, la voz se empieza a hacer más grave, erecciones incómodas y eyaculaciones desconcertantes (muchas veces en medio del sueño). El ir tomando conciencia de estos cambios es algo que genera tensión en el adolescente (¿Será normal?, ¿Cuándo me va a pasar a mi?, ¡¿Cuándo me va a dejar de pasar?!), lo cual, desde mi perspectiva sería razón suficiente para andar de malas buena parte del día.
Además, a nivel intelectual suceden muchas otras cosas. Según Piaget (Papalia, 2009), el adolescente se encuentra en un momento en el que puede empezar a pensar a partir de posibilidades (razonamiento hipotético-deductivo). Se da un incremento en el conocimiento declarativo, procedimental y conceptual y en la capacidad de la memoria de trabajo.
Todo lo anterior, influye para que a nivel psicosocial (lo que más suele desconertarnos como adultos), surjan comportamientos intensos o rebeldes, que dan cuenta nada menos de la búsqueda de la identidad del adolescente, la cual tiene componentes ocupacionales, sexuales y de valores, configurándose a través de varios episodios (mayor o menormente conscientes) de “ensayo y error”… en los que en todos los sentidos (y muchas veces sin que los padres lo sepan), el adolescente busca y experimenta con aquello que le gusta o no, que le divierte o no, con lo que se siente identificado o no. Erikson plantea que el propósito específico de esta etapa es formar dicha identidad, a través de la dicotomía “identidad frente a confusión de identidad”, su quinta etapa del desarrollo psicosocial, en la que el sujeto trata de desarrollar un sentido coherente de su yo que incluya el papel que debe desempeñar en la sociedad.
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