El Uso Del Automóvil cómo Comportamiento Impulsivo Y Su Relación cómo Escape De Frustraciones.
Enviado por magnoli19 • 28 de Marzo de 2012 • 3.678 Palabras (15 Páginas) • 769 Visitas
INTRODUCCIÓN
El automóvil es un instrumento mitológico que el individuo moderno siente haber articulado "a su imagen y semejanza”: el sujeto como principio rector, la conciencia clara y distinta de un individuo racional, la autonomía, la libertad, la utopía democrática y universalista de la dignidad igualitaria, el progreso, la aceleración del tiempo, la realidad mediatizada, la reducción de distancias, la autenticidad, el poder del individuo en torno a las actividades económicas que se desarrollan en el espacio urbano, tales los rasgos propios de la modernidad que el automóvil encarna como ningún otro instrumento concebido en sus entrañas. El éxito del coche privado en todo el mundo desarrollado muestra las hondas conexiones entre la constitución del individuo moderno propia del tecno humanismo democrático y la conformación del ideal de cambio y desplazamiento sin fin como señal de libertad personal. (Taylor, 1967)
El automóvil es mucho más que un medio de transporte: transforma no solo el espacio público sino también el espacio privado, encarna a un tiempo la representación material y el símbolo de una cultura. En el siglo XX su uso ha modificado decisivamente la estructura de las ciudades, el medio ambiente y las conductas. (Elliot, 1976)
ANTECEDENTES
Un hombre que vive en un horizonte delimitado, como muchos campesinos de la Edad Media, no tiene la misma conciencia del mundo que aquel que viaja miles de kilómetros en unas horas. El mapping-mental se desarrolla con revoluciones que, como la de los transportes y la de las transmisiones, empequeñecen el planeta. La medida del mundo hoy parece adecuarse a la medida del desarrollo científico-técnico. Tal como señaló Benjamin, los cambios desarrollados en los últimos siglos a partir del efecto que ha producido la revolución de los transportes en la ciudad apelan a la necesidad de recolocar el cuerpo con relación al otro, a la cuestión del prójimo y la alteridad, y obligan a replantear la interrelación entre el espacio público y el espacio privado. (Benjamin, 1990)
En el siglo XV, por ejemplo, se produce una lucha de los geómetras por hacer olvidar la dimensión de la altura, que obraba en directa referencia a Dios, en beneficio de los conceptos de lo lejano y lo cercano. En este contexto dominar la naturaleza significa, antes que nada, poder moverse a través de ella con una libertad y una facilidad crecientes. Durante los dos últimos siglos la rapidez de los cambios vinculados a los medios de transporte llegó a niveles nunca antes alcanzados. Mientras Napoleón aún se movía a la velocidad del César, el primer camino de diligencias entre París y Marsella, que regularmente hacía más de 100 km por día, precedió en solo setenta años al primer tren que hacía 100 km por hora en 1853.
Mientras las palabras premodernas que comienzan con el prefijo auto dan cuenta de la autonomía del movimiento humano, a partir del siglo XVIII revelan mayoritariamente la autonomía de la máquina. Cabría preguntarse si el estatuto progresista del automóvil ha cumplido su promesa de autonomía en el contexto de la ampliación de distancias que supone el incremento de la velocidad y la libertad de movimiento. Cabría preguntarse si el automóvil representa más un logro como instrumento de la ingeniería social y económica que la ampliación de la autonomía que auguraría su éxito como medio de transporte. Ballard (1973)
En el siglo XX el automóvil pasó a ser algo más que un “medio de transporte” y la interrelación con él, pasó a influir en el estado de ánimo de las personas conforme a que sus diseños se adapten a sus necesidades y gustos (Harper, 1985).
El fenómeno del automóvil está para (Gorz,1985) estrechamente vinculado al modo en que la estrucutra de nuestras ciudades contribuye a consolidar y a acrecentar la división social del trabajo, compartimentando diversas esferas de la vida: la del trabajo, la de la vivienda, la del aprovisionamiento de bienes materiales, la de la educación y la del entretenimiento. Al igual que la división del trabajo dentro de la fábrica, corta a una persona en rebanadas, fracciona su tiempo de modo que en cada una de estas esferas el ciudadano se convierta en usuario, en pasivo consumidor, de modo que “jamás el trabajo, la cultura, la comunicación, el placer, la satisfacción de las necesidades y la vida personal puedan ser unificarse en un único proyecto sostenido por la comunidad”.
La forma de conducir nos retrata. Nuestro temperamento, nuestra forma de entender el mundo, nuestra circunstancia particular se refleja en nuestro vehículo y en cómo circulamos. Nuestro estado de ánimo también se traduce en la forma de conducir: cuando estamos preocupados, nerviosos o enfadados conducimos de forma distinta al día en que nos encontramos tranquilos. La circunstancia del tráfico que habitualmente no nos inmuta, el día que estamos alterados nos afecta profundamente (¿no se han descubierto alguna vez pitando con un ímpetu desmesurado por un problema menor?), las distracciones se incrementan y, claro, las posibilidades de tener un accidente crecen. Asimismo, el orden/desorden de una sociedad se manifiesta en el tráfico.
Introducción y Planteamiento del Problema
Este tema se eligió ya que las conductas humanas son determinantes en nuestra calidad de vida cotidiana al conducir un automóvil en todos los integrantes de una sociedad cómo es la mexicana, ya que el tránsito vehicular es un fenómeno que en una ciudad tenemos que enfrentar todos a diario, ya sea cómo conductor o cómo peaton, pero indiscutiblemente es un factor que a todos nos atañe e involucra de una u otra manera para coexistir en un medio ambiente urbano, aquí se plantean de una manera descriptiva las actitudes.
Las actitudes que un individuo puede llevar a cabo al abordar un automóvil según lo que en su vida personal esté viviendo emocionalmente ya que muchas veces el sentirse protegido dentro de dicho automóvil o inclusive verlo cómo una extensión de su propio espacio vital como por ejemplo su domicilio, crean actitudes que rayan en lo irracional muchas veces sin conscientizar que el espacio por el que se circula pertenece a todos y debe haber un orden o ciertos parámetros de comportamiento , ya que de no ser así suceden todas aquellas situaciones negativas que enfrentamos a diario al salir de nuestras casas y lidiar con los diversos estados de ánimo que se van desarrollando dentro de un individuo a lo largo de un trayecto de conducir, al verse frustrado por tener que compartir dicho espacio comunal sintiendo que los demás estás obstaculizando su territorio propio, Derivando esto muchas veces en agresividad y en conductas que van desde insultar o hasta bajarse y golpear a otro conductor, sin mencionar los
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