Entrevista A Lacan
Enviado por silent_fs • 15 de Febrero de 2014 • 4.086 Palabras (17 Páginas) • 152 Visitas
¿Cómo decir que Freud es obsoleto si aún no lo hemos entendido?
El 1945 el productor cinematográfico David O. Selznick (que había producido obras tan memorables como Lo que el viento se llevó, 1939) advirtió que ya no amaba a Irene Meyer, su esposa. Enloqueció de repente, se deprimió profundamente y le recomendaron que viera a uno de los psicoanalistas que habían huido de Europa, ante el avance mortal de las tropas nazis.
Sandor Rado, iniciador del movimiento psicoanalítico berlinés, recomendó el nombre de May Romm, quien vivía en Los Angeles. La relación entre terapeuta y paciente duró poco, sufrió desplantes por parte del productor (o bien no asistía a las citas o se presentaba a la medianoche, sin avisar), que llegó a pensar en el colmo de su megalomanía que él podía ayudar a la doctora.
La experiencia fue traumática, no logró salvar a David O. Selznick de las consecuencias de la depresión nerviosa, pero tuvo un efecto para la historia del cine que merece ser anotada. El productor abandonó el consultorio de la doctora Romm con la idea de hacer una película que escenificase, explicase y divulgase el psicoanálisis. No había en Hollywood mejor director para alcanzar ese objetivo que Alfred Hitchcock.
Así nació Recuerda (Spellbound, 1945). Su historia relata los avatares de un psicoanalista, John Ballantyne (Gregory Peck), que llega a dirigir una clínica psiquiátrica. Sus colegas advierten rápidamente que algo no anda bien: el nuevo director asoma en su conducta una crisis nerviosa. No soporta las líneas paralelas, ni el color blanco. Y las marcas de un tenedor sobre un mantel blanco lo descompensan hasta desmayarlo.
A continuación, se descubren tres verdades preocupantes: que el nuevo médico es un impostor que ha tomado el lugar del auténtico director; que éste último podría haber sido asesinado; y que el suplantador podría ser el asesino. Entonces aparece una mujer, la doctora Constance Petersen (Ingrid Bergman), psiquiatra, bella e inteligente, que se enamora de este misterioso hombre y resuelve todos los enigmas.
En cierto momento de la película, la doctora Constance Petersen acude a la casa de su profesor y mentor, el doctor Alex Brulov (Michael Chekhov). Con él intenta resolver un sueño de John Ballantyne, que podría ayudar a resolver la intrincada trama. En la discusión se revela la incredulidad sobre las teorías de Freud por parte de Constance Petersen. Y Brulov reacciona, planteando que cuando no se entiende algo rápidamente se desconfía de Freud.
Esto ocurrió en el año 1945, cuando Estados Unidos buscaba salir de la pesadilla de haber lanzado dos bombas atómicas sobre víctimas inocentes japonesas. Querían que todo fuera un mal sueño y que alguien los convenciera de que no habían sido culpables de una acción tan atroz.
Han pasado los años y Sigmund Freud aún despierta el recelo y la desconfianza que sintió Constance Petersen la noche en que acudió a su mentor para ayudar al hombre que amaba desconsoladamente. Ese recelo aparece en esta entrevista poco conocida al psicoanalista francés Jacques Lacan (1901/1981), realizada en 1974 por Emilio Granzotto. Inédita hasta 2004, la publicación literaria Magazine Litteraire la publicó para felicidad de muchos lectores.
Merece ser leída aún por aquellos que piensan que el psicoanálisis es una pérdida de tiempo muy costosa, una suerte de relación imposible que se empeña en sobrevivir en tiempos modernos. Se descubre en estas líneas a una inteligencia que desbarata argumentos en contra del autor de La interpretación de los sueños. Granzotto atraviesa temas disímiles y complejos, y siempre prevalece la agudeza del entrevistado, que no se cansa de repetir que “el psicoanálisis es el reino de la palabra: no hay otro remedio”.
-SD
La foto fue captada en Sabana Grande, Caracas, en 1980, por Vasco Szinetar
Lacan: “En diez años máximo, el que me lea hallará todo transparente, como una buena jarra de cerveza”
Emilio Granzotto
Magazine Litteraire
- Cada vez se habla con más frecuencia de la crisis del psicoanálisis. Se dice que Sigmund Freud está obsoleto, la sociedad moderna ha descubierto que su obra no basta para entender al hombre, ni para interpretar a fondo su relación con el mundo.
- Esos son cuentos. En primer lugar, la crisis. No existe tal crisis, no puede haberla. El psicoanálisis aún no ha encontrado sus propios límites. Todavía hay tanto por descubrir en la práctica y en el conocimiento. En el psicoanálisis no hay solución inmediata, sólo la larga y paciente investigación de las razones. En segundo lugar, Freud.
¿Cómo puede decirse que está obsoleto si aún no lo hemos entendido a cabalidad? Lo que sí es cierto es que nos ha dado a conocer cosas completamente nuevas que ni siquiera habríamos imaginado antes de él. Desde los problemas del inconsciente hasta la importancia de la sexualidad, desde el acceso a lo simbólico hasta la sujeción a las leyes del lenguaje.
Su doctrina pone en tela de juicio la verdad, es una cuestión que nos concierne a todos y cada uno personalmente. Es algo muy distinto a una crisis. Lo repito: estamos lejos de Freud. Su nombre también ha servido para cubrir muchas cosas, ha habido desviaciones, los epígonos no siempre han seguido fielmente el modelo, se han creado confusiones. Tras su muerte en 1939, algunos de sus alumnos también pretendieron ejercer el psicoanálisis de otro modo, reduciendo su enseñanza a una fórmula banal: la técnica como ritual, la práctica restringida al tratamiento de la conducta, y como medio de readaptación del individuo a su entorno social. Es la negación de Freud, un psicoanálisis de comodidad, de salón.
El propio Freud lo previó. Solía decir que hay tres posiciones insostenibles, tres tareas imposibles: gobernar, educar y ejercer el psicoanálisis. En nuestros días, poco importa quién asume la responsabilidad de gobernar y todo el mundo se cree educador. En cuanto a los psicoanalistas, gracias a Dios, prosperan, como los magos y los curanderos. Proponer a la gente ayudarla significa un éxito asegurado, y la clientela se atropella a sus puertas. El psicoanálisis es otra cosa.
- ¿Exactamente qué?
– Lo defino como un síntoma, revelador de la enfermedad de la civilización en la que vivimos. Ciertamente, no es una filosofía. Aborrezco la filosofía, hace ya mucho tiempo que no dice nada interesante. El psicoanálisis tampoco es una fe y no me gusta llamarlo ciencia. Digamos que es una práctica y que se ocupa de lo que no anda bien. Terriblemente difícil porque pretende introducir en la vida cotidiana lo
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