¿Existe La Infancia?
Enviado por juanitasan • 16 de Octubre de 2013 • 4.109 Palabras (17 Páginas) • 334 Visitas
¿Existe la infancia?
RICARDO BAQUERO: Profesor Titular Ordinario de Psicología y Educación. Coordinador del Área
Psicológica. Investigador del Núcleo de Estudios Educacionales y Sociales (NEES), Universidad del
Centro, Tandil.
MARIANO NARODOWSKI: Doctor en Educación. Director del Núcleo de Estudios Educacionales y
Sociales (NEES), Universidad del Centro, Tandil, Argentina.
La infancia como problema
El objetivo de este artículo es indagar acerca del concepto de «infancia» en el ámbito del discurso pedagógico. La intención es la de elaborar el marco en el cual la pedagogía construye la infancia y la configura a partir de ciertas categorías.
Para lograr ese objetivo, es imprescindible describir, en primer lugar, los principales aportes en la investigación acerca de la infancia desde un punto de vista histórico y filosófico, para entonces arribar al estado actual respecto de la pregunta que guía este estudio.
Como es sabido, al respecto de la investigación sobre la infancia pocos trabajos han tenido una influencia tan marcada como el libro de Philippe Ariès, L’Enfant et la vie familiare sous l'ancien régime1. Tanto la profundidad de sus proposiciones como una cierta audacia en sus conclusiones, han promovido la búsqueda no solamente de nuevas evidencias sobre la infancia sino también la configuración de un nuevo campo epistémico. Por eso es importante conocer el punto de vista de este autor y, a través de sus críticos y seguidores, efectuar un breve «estado del arte» acerca de la investigación sobre la infancia. Esquemáticamente, el libro de Ariès ofrece sus afirmaciones en dos series. La primera se plantea con el fin de demostrar que, por contraste con nuestros actuales sentimientos respecto de la infancia, es posible definir una etapa anterior (al siglo XIII o XIV) en la que esossentimientos no existían en la cultura occidental: ni las prácticas en los distintos aspectos de la vida social ni los patrones culturales actuales son posibles de ser detectados en ese período. Durante la época que Ariès denomina Ancien Régime, el sentimiento que actualmente occidente muestra hacia la infancia, no parecía tener lugar. Los niños no eran ni queridos ni odiados en los términos que esos sentimientos se expresan en el presente: habría que decir, en todo caso, que los niños eran simplemente inevitables. Compartían con los adultos las actividades lúdicas, educacionales y productivas. Los niños no se diferenciaban de los adultos ni por la ropa que portaban ni por los trabajos que efectuaban ni por las cosas que normalmente decían o callaban3. La segunda serie de afirmaciones contribuyen a describir la transición de la antigua a la nueva concepción de infancia que operará la cultura occidental. Para esta transición, Ariès destaca con mayor intensidad dos sentimientos de infancia. El primero es el “mignotage”, por medio del cual se reconoce una cierta especificidad del niño que se hace evidente en algunas nuevas actitudes femeninas: la de las madres y las “nurses”, especialmente a partir del siglo
XVII. Este sentimiento expresa la dependencia personal del niño al adulto y la necesidad de protección por parte de este. Esto se complementa con una concepción del niño como un ser moralmente heterónomo4 y con el surgimiento del moderno sentimiento de amor maternal.
El segundo sentimiento se conforma a partir del nuevo interés generado por la infancia como objeto de estudio y normalización, siendo los pedagogos los sujetos destacados en este proceso y la escuela, o mejor dicho, el proceso de escolarización, el escenario observable de este interés. Alrededor de esta cuestión nos extenderemos más adelante. Sobre estos puntos de la obra de Ariès, muy escuetamente reseñados, varios estudios de diversa índole revisaron los principales conceptos y pudieron así verificar o refutar total o parcialmente los resultados obtenidos. Vale destacar que la mayoría de estos estudios provienen del campo de la demografía histórica, la psicología histórica y la historia de la familia y de la mujer. Sin embargo, la riqueza de la polémica permitirá obtener un análisis provechoso para el estudio de la infancia desde el punto de vista de la pedagogía.
Al poco tiempo de ser publicada la primera edición de L’Enfant..., una reseña del libro por parte de Jean-Louis Flandrin publicada en los Annales5, inaugura una importante línea de crítica historiográfica. Los principales puntos que en ella se destacan están vinculados especialmente al marco metodológico de la investigación llevada a cabo por Ariès y al uso de determinadas fuentes (especialmente íconos y figuras) como apoyo empírico de la contratación de las hipótesis6. Esto no implica que Flandrin deje de reconocer a la infancia como producto
“moderno” y hasta “industrial”: tanto en esa reseña como en una investigación posterior, retornará a las hipótesis de Ariès para afirmar que sin la “mutación fundamental” operada por la aparición de la infancia, se dificulta la comprensión de la revolución demográfica de la Europa del siglo XIX7.
Aún reconociendo el valor explicativo de las hipótesis de Ariès en el campo de la demografía histórica8, varias investigaciones posteriores relativizaron algunas de las evidencias que sustentan su posición. El clásico estudio de Le Roy9 brinda un ejemplo de notoria importancia en el campo de historia de la familia ya que tiende a poner de relieve la presencia de “amor maternal” en la Edad Media, con lo que la hipótesis de una fractura global que generó nuevos sentimientos hacia la infancia parece ser discutible.
La arista tal vez más conocida de la polémica desatada por L’enfant... estuvo protagonizada por Lloyd de Mause, puesto que este autor infiere de las conclusiones de Ariès una posición reaccionaria, que reivindica la antigua niñez y remarca el carácter normativizado y disciplinante que la “protección” adulta estaría infringiendo sobre la infancia. Para Lloyd de
Mause10, los nuevos tiempos han aumentado la comprensión de la niñez y por consecuencia la posibilidad de su desarrollo en un ambiente de mayor respeto y felicidad. Por nuestra parte,
Este punto de vista fue inaugurado en la historia de las ideas pedagógicas por Jean Jacques Rousseau en Emile ou de l’education. Sin embargo, en el Leviatán, Hobbes ya encuantra las bases de la relación de dependencia del niño al adulto al considerar desprotección y heteronomía como las características que permiten al adulto exigir obediencia de los niños: no una obediencia basada en la fuerza sino en la necesidad de protección afectiva, intelectual y moral.
Cabe destacar, siguiendo de nuevo el muy completo estudio histriográfico de Wilson, p.135,
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